Españoles:
ESTAMOS
EN EL CAMINO DE LA VERDAD HISTÓRICA DE ESPAÑA.
En estos momentos de meditación el
final de un año que termina y en el umbral de un año que
comienza, podemos mirar al pasado con una satisfacción
del que contempla recorridas muchas jornadas de trabajo y
de esfuerzo con una ejemplar fe y bajo el aliento de una
honda ilusión española.
Volvemos la mirada hacía atrás sin
amarguras ni rencores; no nos duele la mala fe de los que
pretendieron ignorarnos o desconocer la grandeza de
nuestra empresa. Sabemos que estamos en el camino de la
verdad histórica de España, que por estar tan unida al
de nuestra Santa Madre la Iglesia disfruta de la pródiga
bendición de Dios. Por eso no sólo no nos inquietaron
las injusticias que fuera de nuestras fronteras el mundo
realizaba, sino que sentimos la íntima satisfacción de
vernos liberes de sus responsabilidades y de sus locuras.
Nos entristece, eso sí, el espectáculo del materialismo
universal que por doquier se nos ofrece y la falta de fe
en los valores eternos que ilumine el pensamiento noble de
los pueblos. Nos apenan los crueles e implacables ataques
contra el sentido religioso delas naciones y las
persecuciones contra los ministros y jerarquías de la fe
católica en aquellas zonas del territorio europeo
sometidas a la esclavitud del comunismo y justamente
tememos al castigo que Dios pueda descargar sobre tanta
crueldad y soberbia acumuladas.
Los españoles nos sentimos firmes en
nuestra fe, que es sentirnos seguros de nuestro camino.
Yerran los que creyeron que intentando retrasar la
recuperación y el desenvolvimiento de España pudieran
lograr otra cosa que endurecernos y aumentar el desprecio
de los españoles por quienes tan mal obran. No aprecian
la conducta y la buena voluntad de España hacia los otros
en los momentos difíciles y de prueba por que pasaron y
no saben valorar cómo en estos años, para ellos tan ásperos
de la recuperación, se vieron desasistidos y reducidos a
sus propios medios. Una vez más la Historia les enseña
que lo que en el mundo alcancen han de debérselo a su
trabajo y a sus sacrificios y renunciamientos, en los que
escalones más difíciles de subir son siempre los
primeros que, con la ayuda de Dios, los tenemos hoy ya
casi vencidos.
GRATITUD
A LOS SACRIFICIOS OCULTOS.
Yo agradezco en esta solemnidad esos
sacrificios ocultos que se han venido ofreciendo en el
santuario de nuestros hogares. Las mil renunciaciones de
nuestras santas mujeres, modelo de abnegación y de
trabajo silencioso, a esas fecundas y ejemplares familias
españolas, base de nuestra sociedad cristiana, y a
cuantos con el esfuerzo diario realizan la tarea de
engrandecer a la Patria. A todos los que, desde el puesto
más elevado hasta el más humilde, mantienen viva la
ilusión de hacer una España grande para el futuro, va mi
saludo más emocionado con el deseo de una limpia
felicidad, bien ganada con el sacrificio, para el año que
comienza.
Sé que la España auténtica, la
eterna, la que triunfó en el Siglo de Oro de nuestra
historia, y la que triunfara de nuevo, si la hora difícil
de la etapa futura nos lo demandase, está ahí, en esos
hogares españoles a los que quiero yo hacer llegar mi voz
para que sea el aliento de sus empresas cotidianas y
resuene dentro de ellos con eco sincero y cordial.
LA
HORA DIFÍCIL
Si en algún momento o sector la
cuesta se hiciese dura o la satisfacción tardase, hemos
de pensar que estamos viviendo horas difíciles en un
mundo combatido todavía por las amarguras y por el oscuro
espíritu del rencor, y pensemos en esos otros hogares de
Europa y de Asia en que la guerra, en una y otra forma,
perdura y en los que, aherrojados bajo la planta extraña,
sufren las mayores privaciones y padecimientos, en los que
ya la vida es lo que menos, pues ni el santuario de la
conciencia ni el honor de las vírgenes se libran de los bárbaros
ultrajes. Pero España, al acabar este año de 1949, se
considera segura de sí misma, tranquila ante el futuro y
hoy más que nunca firme sobre la voluntad de su pueblo,
unido por un estrecho afán de crear una vida mejor para
todos los españoles. Este ha sido el tesón que al
Gobierno y a
mí personalmente nos ha impulsado a trabajar intensamente
durante el año que acaba, en todos los órdenes de la
vida nacional.
Si consideramos las sequías que en
el último año padecimos y la forma en que afectaron a
nuestra producción agrícola y ganadera, así como las
restricciones eléctricas que padecieron todo, superamos
tantas calamidades, hemos de reconocer cuanto a ello ha
contribuido la obra de los años transcurridos y las
previsiones de nuestro Gobierno, apreciando en todo su
valor esa gran obra de solidaridad nacional, que permite
en cada momento volcar la ayuda de la nación sobre los
sectores afectados.
LA
PROYECCIÓN DE ESPAÑA EN EL MUNDO
Al lado de estas batallas cotidianas
para la conquista del mayor bienestar para los españoles,
sucesos de importancia indiscutibles para el prestigio de
España han desfilado durante el año 1949 sobre esta
geografía ibérica que, quiérase o no, por designio de
la naturaleza, será la clave de la vida del Occidente. El
inolvidable viaje a Portugal, en el que portugueses y españoles
hemos sellado de corazón a corazón los sentimientos
fraternos de los dos pueblos peninsulares, si nos ha
conmovido por el cariño y la adhesión hacia España del
pueblo lusitano, nos ha admirado con la obra ejemplar de
sus gobernantes, que, amparándose en aquel “talento de
bien hacer” que fue hace siglos su mejor lema histórico,
conducen a su pueblo, paralelamente al nuestro, por la
ruta mejor al servicio del honor y de la dignidad
nacionales.
Hemos de subrayar la alegría que nos
ha deparado la visita del Rey Abdullah de Jordania y la
estela de simpatía que su paso despertó en nuestras
ciudades, que confirma, una vez más, la creciente
comunidad de afectos y vínculos históricos que nos ligan
a los pueblos árabes, con hondas raíces de antigua y
profunda amistad.
Con los pueblos de América los vínculos
son cada día más estrechos, y las personalidades más
destacadas de aquellos países salvan el océano para
deleitarse en el regazo de la vieja madre, que les
devuelve el abrazo de sus juventudes que pasean sus cantos
y alegrías entre el entusiasmo de los pueblos de América.
Y en nuestra proyección espiritual,
la celebración en Vich del Congreso Internacional de
Apologética, con motivo del Centenario de Balmes, dio
ocasión a la visita a nuestra madre Patria de la más
lucida representación del pensamiento católico y del
representante de Su Santidad, cardenal Tedeschini, cuya
presencia subrayó la importancia de nuestra aportación
espiritual a la causa de la catolicidad en el plano que
corresponde a una fe que es el más íntimo y excelso
patrimonio de los españoles.
INTENSA
LABOR CULTURAL
En el ámbito cultural, hemos dado
cauce en el año que acaba a una de las mayores ilusiones
de nuestras clases humildes con la ley de creación de los
Institutos de Enseñanza Laboral en los medios rurales,
que, afrontado por primera vez en nuestro país, dotará a
nuestras juventudes campesinas y de los pequeños burgos
de una preparación que les capacite para obtener un mayor
rendimiento profesional en su actividades, al tiempo que
eleva la cultura en estos medios y revaloriza su dignidad
humana de españoles.
Igual significación, ofrece la
creación, en este año, de treinta mil nuevas escuelas,
que proclaman por todo el ámbito de la Patria la grandeza
de nuestro ideal educativo y la voluntad de
ennoblecimiento intelectual que a todos conmueve.
LA
VOLUNTAD CREADORA DEL RÉGIMEN
Frente a la incuria y a la
indiferencia de los períodos somnolientos que precedieron
a nuestra Cruzada, España ha continuado, durante el año
que hoy termina, inyectando su entusiasmo y su fe en
aquellos organismos en los que el Régimen concentra su
voluntad creadora. Así, durante este tiempo, el Instituto
de la Vivienda, el de Colonización, Regiones Devastadas,
el Instituto para la Reconstrucción y el Nacional de
Industria han continuado su labor denodada, cubriendo el
gran vacío que en la nación deja la particular
iniciativa. De este modo, frente al inútil e inmoral
despojo que las estabilizaciones o socializaciones que ese
mundo marxista nos ofrece, que, burocratizando la
sociedad, crean un ambiente de inseguridad y matan el estímulo,
el Régimen español brinda, con aquellas instituciones,
una fórmula de bien hacer en que la nación ve realizado
cuanto necesita y la iniciativa privada no le ofrece.
En esta forma hemos cancelado un
largo período de apatía y abandono y se han logrado
frutos que hace muy pocos años hubiese sido ilusorio
imaginar. Ahí están, como ejemplo espléndido de estas
conquistas, las centrales térmicas inauguradas durante el
año 1949 en León, Galicia y Asturias, que, por la
rapidez de su ejecución y por la potencia de sus
instalaciones, constituyen una muestra patente de nuestro
florecimiento industrial.
Muchísimas son las grandes obras
realizadas ya por el estímulo del Estado sobre la
iniciativa privada, muchas las mixtas, en que la
iniciativa particular, y la del Estado colaboran en
empresas varias, e innumeras las realizaciones repartidas
por la nación en el año que termina y a las que van a
seguir en los meses inmediatos otras todavía de más peso
para el resurgir de nuestra economía.
Las obras de pantanos y nuevos regadíos
que, vencida su etapa más difícil, anualmente incorporan
al acervo nacional miles de hectáreas de riquísimas
tierras, a la par que multiplican en forma insospechada
nuestras fuentes de energía, son hoy una agradable
realidad. La tarea realizada para nuevas traídas o
alumbramientos de aguas, parcelaciones de fincas, caminos
vecinales y crédito agrícola constituyen una muestra
clara de nuestra inquietud por pueblos y lugares,
totalmente desconocida en los últimos siglos en la vida
de nuestra nación.
LAS
ULTIMAS ETAPAS DE LA RECONSTRUCCIÓN
Paralelamente a este esfuerzo, el
Estado está ya cubriendo las últimas etapas de la
reconstrucción de las zonas de nuestra guerra. Así,
muchos pueblos que habían sufrido grandes destrucciones hállanse
ya incorporado a la vida normal, con su riqueza urbana
rehecha y con sus recursos en plena explotación y
rendimiento.
Al lado del bien material que esta
obra significa, y en una escala superior en otro orden de
valores, importa destacar, como símbolo del sentido
espiritual de nuestro tiempo, la reconstrucción de nuevos
templos alzados sobre los escombros de las antiguas
iglesias derrumbadas por el marxismo, y la elevación de
otros, grandes y hermosos, en núcleos de población que
carecían de ellos, con los que nuestra generación se
hace digna de la España de los mejores tiempos, que supo
levantar en nuestra tierra tantas maravillas. La catedral
de Segorbe, recientemente reedificada, es un ejemplo próximo
de esas espléndidas realizaciones.
Sería imposible hacer un recuento en
estos instantes del tesón jamás desalentado y del espíritu
de constante superación en que se ha mantenido durante
estos últimos doce meses el esfuerzo realista y creador
del Estado. La reconstrucción total de la ciudad de Cádiz,
la de la villa de Tarancón, casi destruida por una
explosión, la protección y ampliación de los pequeños
puertos marinero y muchas otras obras públicas que sería
prolijo enumerar, son otros tantos jalones de esta tarea
fecunda que, con la inauguración de nuevos sanatorios
antituberculosos, de las grandes residencias sanatoriales
del Seguro de Enfermedad y del Patronato de San Lázaro
para los enfermos leprosos, señalan el constante y
paternal desvelo de vuestro Gobierno en todos los campos
de la vida pública.
LA
POBLACIÓN PENAL ESPAÑOLA, INFERIOR A LA DE 1936
Pero lo que con rasgos más notorios
simboliza el espíritu de generosa concordia que inspira
la actual política de nuestro Régimen, es el reciente y
amplísimo indulto concedido a los presos de España, por
el que muchos penados que sufrían condena han sido
reincorporados en estas Navidades a la dulce
y entrañable intimidad del hogar. Este indulto
hace que la población penal española en esta fecha, y
pese a la criminalidad que desde fuera de las fronteras se
fomenta, sea inferior a la que existía en años
anteriores al Movimiento Nacional, no obstante haber
aumentado la población de España en cuatro millones de
habitantes. El Régimen permanece así fiel a su consigna
de conciliación, que mantiene en alto desde el primer día
en que mis Ejércitos obtuvieron, con el denuedo de las
armas y el sacrificio de los mejores, el laurel
inmarcesible de la victoria.
LA
PERMANENCIA DEL RÉGIMEN
Y estas obras son, españoles, el símbolo
de la continuidad de la política de España, que no está
a merced de los vaivenes de las mutaciones exteriores, que
no es tampoco un Régimen transitorio que tenga que
considerarse como una etapa efímera, sino que cumple una
tarea histórica permanente y pertenece ya, por razones de
grandeza heroica en la sangre que aquí se ha sacrificado,
a los grandes ciclos históricos de la Patria. La sangre
de nuestro mártires no puede ser infecunda, y la Cruzada
de liberación fue la mejor ejecutoria de la legitimidad
de nuestra empresa.
Las clases sociales más numerosas y
modestas han sido la preocupación más importante mía y
de mi Gobierno; para ellas va el celo de mis
colaboradores, el amor más entrañable de los que conmigo
comparten la responsabilidad de esta Revolución nacional
que entraña nuestro Régimen. Cuando en el mundo un
materialismo ateo intenta destruir una civilización
nacida al calor del Evangelio, en el extremo del Occidente
de Europa otra nación realiza una política social que
convierte en realidad los principios de la doctrina eterna
de la Iglesia de Cristo, ofreciendo al mundo, al lado de
la máxima justicia compatible con el progreso económico,
la generosidad, sin límites, de una fe que vierte su
caridad donde la justicia no llega. Caridad que es aún más
de lo que muchos creen, que necesitamos llevar a todos los
actos de nuestra vida, que necesitan practicar los que
ejercen puestos de responsabilidad en la vida económica
del país, desde el gobernante al último de los
productores. Que en estos momentos de meditación al final
de un año que termina, miren todos en el fondo de su
conciencia si han cumplido ese imperativo de caridad
cristiana que exige nuestra hora, si por exceso de egoísmo
o lucro han privado a la comunidad o a sus semejantes del
trabajo debido o del fruto retenido, del amor que nos
debemos por católicos, españoles y participes en esta
gran empresa de navegar por los mares tempestuosos de
nuestra época.
Ninguna oportunidad mejor que la de
estas horas próximas a las conmemoraciones religiosas del
nacimiento de Cristo, para pensar en la responsabilidad de
los que tienen a su cargo el ejercicio y cumplimiento de
la más generosa justicia social. La encarnación del Hijo
de Dios en la tierra representa una revolución en el
campo del pensamiento y vino a instaurar en las relaciones
entre los hombres, por encima de las viejas ideas del
mundo antiguo, la ley inmutable del amor, inaugurando una
era que habría de tener como luz, para iluminar el camino
de los siglos futuros, la antorcha gloriosa del Evangelio.
ESPAÑA,
FIRME EN LA CUMBRE DE SU UNIDAD
Españoles: el Año Santo que
comienza es también para nosotros un año de amor en que,
bajo la protección del Altísimo, unimos nuestras preces
a la Cátedra de Roma, representada en la figura augusta
del Romano Pontífice, para que el mundo, gracias a las
oraciones de todos los católicos de la Cristiandad, pueda
cambiar su fisonomía de crueldad y amargura por la de una
tierra en donde, de una vez para siempre, florezca la
semilla del amor de Jesucristo.
Dios quiere que esto sea así dentro
de las jornadas que nos esperan de este Año Santo que
comienza. Tened la seguridad, los españoles de aquí y los esparcidos por el
mundo, de que mi corazón está con vosotros y que hoy más
que nunca me siento latiendo al unísono de vuestras
inquietudes y de vuestros problemas. Que toda empresa
necesita de su capitán y que, como tal, conozco a fondo
vuestras necesidades y confio, por el esfuerzo aunado de
todos, salvar todas las adversidades que la vida nos
ofrece y mantener a España firme y erguida en la cumbre
de su unidad, de su grandeza y de su libertad.
¡Arriba España!