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LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado, 1967.


 
Discurso en la Diputación de Sevilla.

Pronunciadas el 26  de abril de 1967, tras recibir la primera Medalla de Oro de la provincia.


Solamente unas palabras para saludar a todos los alcaldes de la provincia y rogarles lleven a sus pueblos mi saludo más expresivo y mí reconocimiento a estas muestras de generosidad, afecto y adhesión de toda la provincia de Sevilla.

Nos ha tocado vivir días esplendorosos. El renacimiento de España es una realidad; caminamos hacia , la gran Sevilla. Esta es una obra de todos, una empresa que ha empezado, pero una realización que nunca termina. La inquietud de cada día nos representa nuevos problemas para el futuro. El mismo Plan de Desarrollo, con todas sus previsiones, tiene que ser transformado cada tres o cuatro años, para atender a los nuevos horizontes que surgen.

He encontrado Sevilla renacido; he encontrado Sevilla transformada; pero esto nos crea nuevos y muy graves problemas, que sólo pueden superarse con una unidad y una continuidad en la política. No caben disensiones en este orden; es necesario continuar; no es sólo la empresa de nuestras generaciones, sino también de las generaciones futuras. Es el no conformarse con la decadencia y la vejez, es tener el ánimo tenso para enfrentarse con nuevas etapas. Todo esto habéis afirmado en el referéndum: vuestro respaldo a una política realizada durante treinta años, que nos ha hecho resurgir del atraso y de la decadencia. Vuestra voluntad de que no se pierda esta ocasión, de seguir adelante, firmes en nuestros principios, seguros de llegar a la meta.

Os agradezco todo el entusiasmo que Sevilla, que Andalucía toda, está poniendo a mi paso, y lo interpreto como una voluntad por la unidad de la Patria, por la unión entre los españoles; como una afirmación de estabilidad política, que necesita la Nación para sus empresas; empresas que están siempre amenazadas por las maquinaciones contra el orden y la paz social, que necesitan ser sagradas: porque una obra de desarrollo y resurgimiento requiere confianza, pues no solamente necesita de las inversiones nacionales, sino también de las extranjeras. ¿Quién iba a venir a invertir en España si no le ofrecemos una seguridad, una paz interna, una estabilidad y una garantía?

Hemos de considerar que ésta no es la obra de una capitanía ni de un hombre; es la empresa de nuestras generaciones, de los equipos que se han venido sucediendo durante estos treinta años y de los que nos sucedan. No hay grandeza sin sacrificio. A ella todos debemos sacrificar algo. Los únicos que no sacrifican nada son los eternos egoístas.

Y nada más, sino agradeceros vuestra fe y entusiasmo, firmes en el principio de que en nuestra unidad está la fortaleza y la victoria.


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© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.007. - España -

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