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Discursos y mensajes del Jefe del Estado, 1965.


 
Mensaje de S.E. el Jefe del Estado a todos los españoles ante el nuevo año de 1966.

Dirigido desde el Palacio de El Pardo, el 30 de diciembre de 1965.


ANTE UNA NUEVA ETAPA

Españoles:

Son ya muchas las veces que en estos días de fines del año, propicios a la intimidad hogareña y a las reflexiones espirituales, tras haber pasado en la paz de Dios unas nuevas Navidades, os invite a meditar juntos sobre el futuro de la Patria, ya que de su buena marcha no sólo depende el bienestar general de la gran familia española, sino el particular de vuestros propios hogares.

Hoy podemos pensar en España con la serenidad adquirida tras un largo período de paz, de estabilidad sin precedentes en nuestra historia, que nos ha hecho recuperar la fe en nuestro destino. Tras siglo y medio de divisiones y luchas intestinas, de catástrofes, vacilaciones y fracasos, cuyas últimas consecuencias conocieron directamente muchos de los que me escuchan, España ha vuelto a saber del éxito en sus proyectos, la seguridad de su sistema de convivencia y la firmeza de su rumbo histórico. Son veintiséis años de paz, tras los años tensos y heroicos en la guerra, en los que hemos vivido unidos en ideal común, manteniendo con tenacidad infatigable nuestros propósitos de justicia, armonía y grandeza, mientras a nuestro alrededor un mundo problemático provocaba conflictos dolorosos y alteraciones dramáticas en la vida de gran parte de los países.

EL VERDADERO PATRIOTISMO

Es natural, por tanto, que nos sintamos compenetrados en nuestras preocupaciones y hermanados en el enfrentamiento de las distintas coyunturas por las que va pasando la Patria. Nuestra política está basada en sencillas y claras razones de unidad y de armonía, y no necesita de adornos retóricos ni espectaculares razones para justificarse; tratamos de resolver con honradez y eficacia los problemas que se nos plantean, y nuestra mayor alegría es poder prevenirlos, para, cuando sea posible, que no lleguen a plantearse como tales. Quisiéramos que todos los españoles tuvieran conciencia clara de la primacía de este objetivo y comprendiesen cómo en muchas ocasiones el patriotismo consiste en abandonar empecinamientos y orgullos de grupo y colaborar, sin reservas, en robustecer la línea de propósitos que más directa y fácilmente nos lleve hacia la satisfacción de las demandas de estabilidad, continuidad y eficacia que nos son exigidas, no sólo por la más auténtica y extendida opinión nacional, sino también por los imperativos de la hora internacional.

UN MUNDO EN PELIGRO

Yo quisiera grabar en vuestro ánimo que la sensación de paz que en el interior disfrutamos no nos independiza de los problemas del mundo que nos rodea, y que cuando examinamos nuestra marcha interior hemos de conjugarla con la general que el mundo arrastra. Por eso nuestra política necesita aunar dos objetivos: el de servir a la paz, al progreso y a la fortaleza internas, y a lo que interesa a la marcha y futuro de! mundo, del cual no podemos estar ausentes.

Muchas veces os he repetido que el mundo no vive tiempos de paz, sino de guerra; de guerras frías o subversivas, como quiera llamárselas; que si la guerra grande no se ha encendido ya es por el justo temor que reina a una mutua y total destrucción, y porque al agresor le ofrece mejores perspectivas el empleo de su táctica de subversión y de guerra política. Lo cierto es que el peligro, que un día amenazó a nuestra Patria con destruirla, hoy se cierne sobre una gran parte del universo.

HAY QUE COMBATIR CON IDEALES

La batalla que el comunismo nos tiene planteada es, en el fondo, una gran batalla política. Por ello las armas necesitan ser eminentemente políticas. Hay que combatir con ideales, con doctrinas que atraigan y cautiven, que, encerrando eficacia, encaucen los anhelos de las masas populares conquistando a los pueblos. Las armas podrán, en último extremo, respaldar a la razón, pero no crearla.

El pretender egoístamente que la acción comunista pueda pararse ante el bienestar alcanzado por las naciones próceres constituye una torpe quimera. El mundo se les escaparía de sus manos y la tensión internacional acabaría arrollándoles. ¿Se ha meditado debidamente en la influencia que, en la ordenación política del mundo futuro, va a tener el paso por el comunismo de más de la mitad de la población del universo? ¿No es una locura el pensar que el remedio pueda estar en que las aguas vuelvan atrás y discurran por sus viejos cauces? La evolución política de los pueblos marcha siempre hacia adelante, nunca para atrás, y las guerras aceleran este proceso evolutivo. Por ello hay que abrir cauces a la política futura, despertar a tiempo a un mundo que, de otra manera, caminaría hacia el suicidio. He aquí por qué si ayer nos dolía España hoy nos tiene que doler el mundo.

UNA ORDENACIÓN POLÍTICA MODERNA Y EFICAZ

Y si nos circunscribimos a nuestra área más próxima de Europa y a esas ilusiones que tanto se esgrimen de fusión política, hemos de preguntarnos: ¿cuándo podrías llegar a tener una virtualidad? ¿cuál ha de ser el dominador político que las unifique? El pretender congelarse en los viejos sistemas los sumiría en la ineficacia. Lo cierto es que hasta hoy lo único que ha movido a los pueblos y les ha conducido al sacrificio ha sido el concepto de la Patria o la defensa de la fe. Si así lo fue durante las dos guerras mundiales, ¿por qué pretender el sustituir lo que se tiene por lo que nace sin arraigo? ¿Es prudente en los momentos que el Occidente peligra el debilitarle los sumandos? Bueno es el que se trabaje y avance en el campo de las coincidencias y de los objetivos comunes, pero sin confiar en lo que hasta hoy no pasa de ser una aspiración.

Como podéis deducir de estas consideraciones, las mismas razones que nos impulsaron hace treinta años a crear nuestro sistema político social, nacional y representativo son vá1idas hoy, y nos aconsejan aún con mayor fuerza el mantenerlo y perfeccionarlo con la experiencia adquirida en la navegación a través de los últimos seis lustras. Precisamente en medio de las angustias que el mundo en general sufre, sin acertar a renovarse políticamente, España es contemplada y admirada por muchos pueblos por haber sabido crear dentro de los principios de un sincero sistema representativo una ordenación política moderna y eficaz.

CONFIANZA EN EL PORVENIR

En esta línea de fidelidad al profundo sentir de nuestro pueblo, y conscientes de nuestro deber para la Patria, nos proponemos el reanudar y acelerar nuestro proceso institucional para establecer aquellas medidas que con el asentimiento general y dentro del espíritu de nuestras tradiciones y los acontecimientos de nuestra hora han de servir para garantizar en el futuro la continuidad de nuestra obra y la estabilidad de las instituciones más allá de lo que hace posible una vida humana.

El que en estas complejas circunstancias sigamos nuestro desarrollo político paralelo al económico y social, caminando con paso firme y sólida unidad, ha de reportar grandes beneficios a nuestra futura convivencia y a nuestro prestigio nacional. Los enemigos de España han aprovechado siempre nuestras divisiones e inseguridades para dañar nuestro crédito y obtener ventajas a nuestra costa. Hoy tenemos que esforzarnos por presentar al mundo, afectado por profundas crisis y dolorosos problemas, la imagen de un país capaz de superar todas las adversidades con la plena garantía de firmeza y solvencia que corresponde a una comunidad con un alto grado de civilización y de cultura. A una España así concebida, sin improvisaciones ni vaivenes, le esperan las mejores oportunidades en un futuro que deberá recordar siempre a nuestro Glorioso Alzamiento Nacional como el hito decisivo en el resurgimiento español.

La confianza en el porvenir no es fruto de un optimismo sin fundamento, sino de la evidencia de que el trabajo de los españoles unidos en la paz es capaz de dar un impulso notabilísimo a nuestro progreso económico y social, como lo demuestra el alto ritmo de crecimiento conseguido en los años pasados y que se ha mantenido brillantemente en el año que termina.

RESULTADOS SATISFACTORIOS DEL PLAN DE DESARROLLO

A dos años de vigencia de nuestro Plan de Desarrollo Económico y Social los resultados son ampliamente satisfactorios. Sus objetivos fundamentales se vienen alcanzando y superando. Sus directrices de política económica han de seguir llevándose a la práctica en los dos años que quedan, ya que el Plan es cuatrienal, y el conjunto de sus objetivos habrá de ser realidad al término del año 1967.

En esto no se puede olvidar que lo económico y lo social son interdependientes, marchan estrechamente unidos. Toda mejora social exige una base económica que la haga factible, así como no es realizable el progreso económico sin una sólida base social. Todo cuanto atente a lo económico amenaza también las posibilidades sociales. Para el progreso económico es indispensable, de otra parte, la paz social. La confianza que inspira la seguridad de nuestra economía y la paz y orden en que vivimos siguen atrayendo cada año en mayor medida capitales y técnicos extranjeros, que contribuyen junto con el espíritu empresarial español, tan activo sobre todo en las jóvenes generaciones, al rápido crecimiento de nuestra industria. Las acciones de desarrollo regional previstas en el Plan han dado ya como resultado la pujante actividad industrial de los polos de promoción y desarrollo, y durante este año se han iniciado los de Tierra de Campos y del Campo de Gibraltar, donde una decidida atención del Gobierno, fomentando a su vez la iniciativa privada, permitirá que estas zonas de nuestra geografía se incorporen al progreso general del país y ocupen el lugar que por sus condiciones naturales y por el trabajo de sus habitantes merecen.

AHORRO, EQUILIBRIO PRESUPUESTARIO Y DEFENSA DE lA MONEDA

Es preciso igualmente que la Administración y los particulares evites gastos superfluos, porque necesitamos el dinero para invertirlo donde produzca más y mejor. Las inversiones productivas son garantía de la prosperidad del mañana. Yo estoy seguro de que los empresarios y los trabajadores y todos los funcionarios públicos, en suma, toda la sociedad española, sabrán poner lo mejor de su inteligencia y de su trabajo para que en el nuevo año siga adelante este ritmo de avance que llevamos y que no tiene otro objeto que el bienestar de todos los españoles.

Nuestro crecimiento económico va acompañado, merced a una atinada política de rentas, de una mejor distribución de los beneficios, sin olvidar la conveniencia de que, tanto en la esfera pública como en la privada, puedan producirse los efectos beneficiosos de la previsión y del ahorro. Cada año es mayor la participación de los asalariados en el producto nacional. Para que esta mejora en la distribución de las rentas no sufra retroceso, es preciso que las retribuciones del trabajo y demás rentas se acompasen al incremento de la productividad, pues de otro modo se caería en la inflación, que,  al disminuir el Poder adquisitivo de los salarios, es la mayor enemiga de los trabajadores.

También es necesario mantener el equilibrio presupuestario, al cual hemos de subordinar muchas veces nuestros deseos, por justos y urgentes que parezcan, pues es una base indispensab1e para la fortaleza de nuestra moneda, en defensa de los intereses de nuestras clases menos dotadas económicamente. Hasta tal punto esta política está inspirada en los más altos valores de la justicia, que llega a constituir un deber moral grave, como ha declarado solemnemente el Concilio Vaticano II, al decir que «todos aquellos que ponen en peligro el valor de la moneda faltan contra el bien común de la propia nación, e incluso de las otras naciones, y, sobre todo, de los económicamente débiles, que son los primeros en sufrir injustamente los perjuicios de la disminución del valor de la moneda».

TRANSFORMACIÓN DEL CAMPO

En esta misma línea es preocupación fundamental del Gobierno mantener la estabilidad del coste de la vida, y buena prueba de ello son los esfuerzos realizados en los tres últimos trimestres del año. Nuestras reservas de oro y de divisas nos permiten efectuar las necesarias importaciones con que frenar los movimientos alcistas de precios que pudieran producirse.

La situación de nuestro campo, al cual ha dedicado nuestro Régimen los mayores afanes, ofrece en estos momentos perspectivas mejores. Las obras de transformación y mejora de los regadíos han constituido el empeño más sólido de nuestro Movimiento. La concentración parcelaria y la campaña de extensión agraria, actividades todas ellas intensificadas por el Plan de Desarrollo, se ven hoy complementadas por acciones específicas de estímulo, como es la acción concertada de la ganadería, que, a juzgar por la adhesión masiva que ha merecido, permite esperar que sean muy pronto alcanzados los objetivos que con ella se ha propuesto el Gobierno. Por otra parte, la indispensable capitalización del campo se ha favorecido durante el año por una fuerte ayuda de parte del crédito oficial. La mejora efectiva del nivel de vida que está experimentando nuestro pueblo le permite consumir cada día más y mejores productos agrarios, y ésta es la mejor perspectiva de que los esfuerzos que nuestros agricultores y ganaderos están llevando a cabo para elevar la producci6n del campo se verán recompensados por un mercado creciente.

LA BANDERA DE LA JUSTICIA SOCIAL

El progreso social continuado es la clave del arco de nuestra política. A muchos les asombra en ocasiones la paz de que se ha beneficiado el pueblo español desde hace veintiséis años, la estabilidad política que poseemos, el crecimiento económico que caracteriza a nuestra Patria y, sobre ,todo, su constante y segura apertura a formas constitucionales de mayor ámbito. Nada hay en esto de milagroso ni tampoco de sumisión a imposiciones ajenas a la propia voluntad de los españoles. Todo ello ha sido posible porque desde el primer momento del nacimiento de nuestro Estado hemos colocado en la vanguardia de nuestros afanes la bandera de la justicia social.

Sin una política social justa y avanzada es difícil pensar que un pueblo pueda marchar unido, que una nación pueda prosperar y que un régimen político pueda ser estable.

No necesito recordaros mi insistencia y preocupación permanente en estimular la materialización de la doctrina social de nuestro Estado, que nació precisamente como el resultado espontáneo y colectivo de un pueblo que se debatía en el marco de una permanente y tremenda situación de injusticia, en que le habían sumido muchas décadas de política partidista, de luchas, de camarillas y de paro. Todavía en plena guerra, se promulgó, con el respaldo del pueblo combatiente, el Fuero del Trabajo, que situó a España en primera línea de política social. De él ha surgido una amplia y valiosa legislación social, de la que podemos enorgullecernos legítimamente ante el mundo, y de él crecerán en el futuro nuevas y avanzadas decisiones al servicio de nuestro pueblo.

EN LA LÍNEA DEL CONCILIO

Hoy el orbe cristiano se siente profundamente conmovido por la vigorosa lección de magisterio social que nos ha ofrecido nuestra Iglesia Católica a través del Concilio Vaticano. Las normas rectoras de la convivencia social que han emanado del mismo son especialmente alentadoras para los españoles, ya que en ellas vemos reflejadas nuestras mejores aspiraciones y las legítimas ambiciones de justicia social que nos movieron en todo instante, tantas veces sin contar en torno con la comprensión que merecía, en circunstancias más difíciles acaso que ningún otro pueblo; pero nosotros hemos luchado por construir un orden social cristiano fiel a los principios evangélicos, adaptado con realismo a las circunstancias específicas de nuestro país y condicionado siempre a la confesionalidad militante de nuestro Estado.

Al terminar este año histórico de 1965 los españoles podemos ofrecer a la Iglesia la realidad de unas instituciones sociales acordes con su doctrina y la voluntad irreversible de unas ambiciosas conquistas inmediatas como lógico desarrollo del progreso socia! ganado a costa de tantos esfuerzos, de tantas luchas y tantos sacrificios.

MADUREZ SOCIAL DE NUESTRO PUEBLO

Nuestra permanente fidelidad al espíritu del 18 de Julio nos exige avanzar resueltamente en este camino de constante transformación de sus estructuras sociales para alcanzar los ambiciosos objetivos que nos propusimos hace treinta años, en cuyo logro ha empeñado nuestro pueblo grandes y ejemplares sacrificios. De ahí que en estos días contemplemos con alegría y segura esperanza las elecciones a través de las cuales las trabajadores designan a sus representantes en los Consejos de Administración de sus empresas. Y también vemos confirmada la confianza que siempre hemos tenido en los trabajadores, al comprobar cómo se consolidan y prosperan todas esas empresas cooperativas, a las que nuestros Sindicatos dedican sus mejores afanes, que emergen constantemente del paisaje productivo español, como resultado de la política de promoción social, que ha abierto un ancho y prometedor cauce para el acceso a la propiedad. Los resultados altamente positivos de todas estas realizaciones demuestran la madurez socia! de nuestro pueblo y nos estimulan a dar forma institucional a uno de los principios más exigentes y ambiciosos de nuestro Movimiento.

UNA DE LAS REDES HOSPITALARIAS MAS COMPLETAS DE EUROPA

A lo largo de este año la eficacia de nuestra seguridad social se ha visto reforzada con el aumento de su red hospitalaria, con la puesta en servicio de otras cinco residencias sanitarias y treinta y ocho ambulatorios, y el establecimiento de nuevos servicios de urgencia. Así, hoy, los trabajadores españoles cuentan con una de las redes hospitalarias más completa de Europa, y la calidad científica y el alto nivel alcanzado por sus servicios sanitarios no sólo han de ser justamente valorados, sino estimulados a un constante perfeccionamiento que garantice al máximo la seguridad de todas las familias trabajadoras.

Si recordamos los tiempos anteriores al Movimiento Nacional, entenderemos la prodigiosa tarea realizada en este campo de la política social. Apenas si los trabajadores tenían entonces otra protección a su vejez, a sus riesgos y a su salud que el famoso seguro de la perra chica, en el mejor de los casos. ¿Pudieron soñar entonces con una seguridad total? ¿Pudieron suponer que habrían de disponer de unas residencias sanitarias cuya asistencia envidian, incluso hoy, los mejores dotados por la fortuna? ¿Podían sospechar que sus hijos nacerían en una Maternidad o serían atendidos en una clínica infantil como la de la Paz, que puede calificarse como una de las mejores que existen? Nada de eso hubiera sido posible sin la seguridad social, y tampoco sin ella afrontaríamos hoy los problemas de esta clase si no fuera por el prodigioso aumento del nivel medio de salud de los españoles, que es uno de los más grandes triunfos del Seguro de Enfermedad.

PROMOCIÓN SOCIAL Y ACCESO DE LOS TRABAJADORES A LAS TÉCNICAS MODERNAS

El principio de igualdad de oportunidades que hemos establecido garantiza a los españoles el no ver limitado su acceso a cualquier puesto, más que por causa de su capacidad intelectual. El acceso de los trabajadores a la posesión de unas técnicas acordes con la exigencia de nuestro tiempo a través de los Centros de Formación Profesional Acelerada y las Universidades laborales ha cumplido el firme objetivo de la política de promoción social. los programas de promoción profesional obrera están haciendo posible, sobre todos los paisajes de España, la transformación masiva del peonaje en mano de obra especializada y el acceso a puestos y niveles de bienestar que su falta de cualificación les impedía. Más de mil monitores y 500 Centros móviles se afanan ya en esta hermosa y apasionada tarea. A ellos se unirán siempre los nuevas promociones y nuevos equipos incorporados a esta subyugante empresa social, en la que el propio Ejército participa activamente. Más de nueve mil soldados están adquiriendo, junto a las virtudes castrenses que entraña el servicio a la Patria, un oficio que les permitirá reincorporarse a la vida civil en mejores condiciones que cuando llegaron a los cuarteles.

Alrededor de trescientos mil puestos nuevos de trabajo bien remunerados se han abierto este año en las nuevas fábricas y en los nuevos servicios que el más alto nivel de vida exige. Ojalá que este aumento paulatino de nuestra capacidad de empleo nos acerque a la meta deseada de que ningún español necesite buscar oportunidades laborales fuera de nuestras fronteras. Afortunadamente, ya se perciben los efectos de nuestro desarrollo industrial en la acusada tendencia decreciente de las cifras de nuestros emigrantes. Hemos de respetar el derecho de nuestros hombres a la libertad de traslado, pero también hemos de conseguir, por todos los medios, que la marcha de los españoles al extranjero nunca esté promovida por falta en España de un adecuado puesto de trabajo.

PELIGROS DE LA EMIGRACIÓN FEMENINA

En este orden demanda cuidado especial el caso de la emigración aislada femenina que, sin las garantías debidas, arrastra a nuestras jóvenes a una aventura llena de peligros, expuesta a explotaciones, estafas y atropellos en el interior de las grandes urbes, sin que sea fácil el que nuestras autoridades consulares y servicios que establecimos para atender las les puedan prestar la protección eficaz y el apoyo debido. Son tantos los casos que descubrimos, desgracias y atropellos sufridos por muchas de estas jóvenes, que yo aconsejo a las familias españolas que corten esta clase de emigración, innecesaria por otra parte, ya que la situación de empleo y remuneración de nuestro servicio doméstico es suficientemente satisfactoria para no sujetar a nuestras jóvenes a estos tristes vejámenes.

PRIMACÍA DE LA EDUCACIÓN

La primacía otorgada a la educación como soporte de todos los valores de crecimiento del país la acusan las cifras que han alcanzado las inversiones en el Plan de Desarrollo y la atención que ha merecido el profesorado en todos sus grados y las realizaciones ya logradas, que representan hoy en enseñanza media un arrollador impulso, con 176.000 puestos más que en 1 de octubre de 1963 y 35.000 más en enseñanzas laborales y profesionales. Pronto estaremos en condiciones de que el bachillerato elemental sea obligado para todos los españoles, con una elevación de nuestro nivel medio cultural que ya ha de empezar a alcanzarse en la propia enseñanza primaria con la superior formación del maestro, que pone a punto la ley últimamente aprobada por las Cortes.

ELEVACIÓN DEL NIVEL CULTURAL Y CIENTÍFICO

Intentamos que el nivel cultural y científico de los españoles alcance el de los pueblos más avanzados. Sólo así podrá gozar plenamente de los bienes que proporciona una s61ida formaci6n cultural. Porque si bien estamos conscientes de hasta qué punto la obra de este año ha mejorado la imagen de España, es mucho más todavía lo que deseamos alcanzar. Nosotros no abdicamos de ninguna de las metas ambiciosas del Movimiento para una España más grande y más justa; lo que deseamos es servirlas tenaz y constantemente, en un orden práctico de realizaciones que nos vaya dando los medios materiales precisos y las bases sólidas en que ir elevando la edificación de la Patria. Sabemos que no es ésta una obra en la que sólo cuente lo instrumental, sino en la que es primordial el calor humano, la pasión política y el entusiasmo 'patriótico. Y en este sentido confiamos, como siempre, en la colaboración abnegada de quienes sienten plenamente el espíritu de nuestro Movimiento y en la presencia de la sociedad, que ha de llegarnos a través de sus estructuras sindicales, asociativas y representativas. A todos os convocamos en este esfuerzo colectivo para transformar el rostro de España, para mejorar, para nosotros y para nuestros hijos, la imagen de la Patria, hasta que sea realidad tal y como la soñamos en nuestros ideales.

FIDELIDAD A LA IGLESIA CATÓLICA

España sigue y seguirá creciendo, si sabemos continuar unidos y mantenemos nuestro espíritu de iniciativa y nuestra voluntad de librar todas las batallas precisas en todos los terrenos. Para ello hemos de perfeccionar, siempre que aparezca como conveniente, nuestros medios de expresión, nuestros instrumentos de producción y trabajo, nuestros sistemas de acción política, nuestras instituciones culturales y nuestras fuerzas armadas, a las que, en último extremo, corresponde el deber y el honor de garantizar todo el conjunto con un respaldo indestructible de seguridad, respeto y fortaleza.

No quisiera en este mensaje de fin de año dejar de referirme concretamente al hecho histórico de dimensiones universales, que marca el hito más destacado de la vida espiritual en el período que ahora termina. A ese raudal de luz que ha descendido desde la altura para iluminar todos los problemas de la Humanidad y encender los corazones de los hombres en los más altos ideales de paz, de justicia y de convivencia fraterna: el Concilio Vaticano II, recientemente clausurado bajo el altísimo magisterio de Su Santidad Pablo VI, y en el que han tenido una meritoria participación los obispos españoles, a quienes tanto veneramos y queremos. Este Concilio ha concluido sus tareas dejándonos un mensaje, que si a cada uno de nosotros nos debe afectar como miembros individuales de la Iglesia, a quienes tenemos responsabilidades de gobierno nos orienta en nuestros deberes sociales con su magisterio insoslayable. Nuestro Régimen, que desde su origen se propuso ser modelo de lealtad a un concepto católico de la convivencia, insertando los principios de la doctrina católica en nuestras normas fundamentales, continuará en su futuro desarrollo manteniendo esta lealtad y aceptando plena y consecuentemente los principios doctrinales de nuestra Santa Madre Iglesia, tal como ella los predica y desea en nuestro tiempo.

EL CONCILIO VATICANO II
 
El espíritu de la Iglesia de nuestros días habrá de intensificarse a nuestra convivencia social y de reflejarse en nuestras leyes y actos de gobierno, continuando así nuestra fidelidad tradicional al magisterio de los sucesores de San Pedro. De ello recibiremos cada uno de nosotros beneficios espirituales como fieles hijos de la Iglesia y nuestra comunidad nacional, cuya tradición y sentimiento católicos deben demostrarse con nuestra aceptación y colaboración plenaria en el espíritu que con la máxima autoridad nos llega de Roma.

Estoy seguro de que el pueblo español, con unanimidad fervorosa, al recordar las efemérides importantes acaecidas durante el año que ahora termina y al agradecer los buenos resultados, no deja de rendir a Dios su calurosa acción de gracias por el don de las enseñanzas recibidas del Concilio. Los que por designio de Dios vivimos consagrados al servicio de todos los españoles, haciendo de ese servicio, que es a la vez gloria y pesadumbre, sustancia vital de nuestra existencia, recibimos con fervor su autorizada doctrina como apoyo firmísimo para continuar con fe renovada la creadora tarea de construir un Estado que, con arreglo al ser propio de un pueblo español, ha de llegar sin duda a constituir la encarnación más fiel y más bella de los grandes principios del derecho público cristiano.

CONDICIONES PARA UNA PAZ INTERNACIONAL VERDADERA

Cuando un año termina con la alegre esperanza de un año nuevo, pido a todos los españoles que se entreguen a la tarea, que no es sólo obra de gobernantes, sino que tiene que ser empresa nacional, de seguir la construcción de ese Estado cristiano, que puede ser ejemplo para la gran familia humana y consuelo para el Vicario de Cristo.

Si miramos a la situación del mundo actual lo vemos lleno de tensiones, que periódicamente vienen engendrando peligrosas crisis. Nos encontramos con los hombres lanzados a un proceso terrible de gastos militares que no sólo nos acercan a límites peligrosos de inestabilidad de la paz, sino que constituyen una verdadera sangría de recursos aplicables al desarrollo y progreso de la Humanidad. Por ello, contemplamos hoy la paradójica situación de que, habiendo sido movilizadas en el mundo sumas tan inmensas de dinero, haya muchos millones de hombres enteramente desamparados y sumidos en la miseria y la 19norancia. Su Santidad el Papa ha dado, con motivo de su visita a las Naciones Unidas, un nuevo y admirable testimonio de que a la Iglesia de Cristo no le son en absoluto ajenos estos problemas del hombre, y que ella, «experta en humanidad» -como asimismo señaló nuestro Pontífice-, sabe salvar cualquier distancia y dar un paso hacia adelante cuando se trata de cumplir la tarea que le fue encomendada. La paz internacional verdadera sólo será posible si se edifica sobre el respeto mutuo y la renuncia a la fuerza y a la injerencia en los asuntos internos de las naciones. Es necesario que se analice de manera objetiva y profunda la causa de esas tensiones para que puedan ser aisladas y tratadas a fondo hasta que desaparezcan.

ESPAÑA Y LA PAZ UNIVERSAL

España, nación esencialmente católica, viene defendiendo esa tesis para la paz universal. En 1964, contestando a un mensaje del primer ministro soviético, señor Kruschev, a prop6sito de este problema, le decía en mi respuesta: «Pero si es indudable la importancia y urgencia del desarme material, aún es más evidente la necesidad de desarraigar los motivos profundos de la guerra. No basta con frenar la carrera de los armamentos. Hay que eliminar los factores que incitan a la violencia, es decir, la injusticia social, la ignorancia, el hambre y la miseria. Y aún habrá que ir más alió y reconocer que en la ausencia de sentido moral, en las tendencias ideológicas agresivamente expansivas, en las doctrinas que creen en la inevitabilidad o conveniencia de la guerra como instrumento de afirmaci6n del propio derecho frente a los demás pueblos reside una causa activísima y permanente de los conflictos. Junto al desarme material urge un rearme moral que fortalezca el respeto mutuo y el espíritu de convivencia entre los diversos países, y que en definitiva haga imposibles las maquinaciones que tienden a destruir, a través de la subversión, el progreso y la paz interna de los pueblos.» Por eso creemos que el ansia de paz y de justicia social del hombre sólo podrá encontrar satisfacción en el renacimiento de los valores espirituales, si se renuncia efectivamente al empleo de la fuerza como solución posible de cualquier problema, y se comprometen todos los países a vincular parte de sus gastos militares para el sostenimiento de una acción colectiva al servicio del desarrollo económico y social de los más necesitados, y finalmente se acepte la libre decisión privada de cada pueblo para adoptar la configuración interior que consideren más adecuada a sus peculiaridades.

CONTRA EL FALSO PACIFISMO

Pero entiéndase bien: esos propósitos no pueden hacernos olvidar la realidad presente ni la existencia de conflictos y tensiones que por no haber encontrado un clima adecuado, hoy se plantean violentamente. España, sin olvidar la doctrina antes expuesta, acepta, sin embargo, cuantas obligaciones puedan derivarse de sus compromisos formales, y está siempre dispuesta a defender sus propios intereses. Otra cosa sería aceptar un falso
 pacifismo, que sólo beneficia a quienes utilizan la palabra paz como arma subversiva de tipo propagandístico. Precisamente porque amamos la paz sabemos estar siempre preparados a defenderla adecuadamente, discerniendo entre una doctrina positiva aceptada de buena fe y un subterfugio político utilizado como elemento corrosivo.

Una prueba palpable del verdadero espíritu de paz y de entendimiento que anima a España la encontramos hoy en un asunto que ha sido planteado en la esfera internacional, pero en torno a un tema que afecta a nuestros intereses nacionales. Me refiero a Gibraltar, cuyo problema han vivido durante este año con especial intensidad y vibración todos los españoles.

GIBRALTAR: UNA JUSTA E IGNORADA REIVINDICACIÓN ESPAÑOLA

La reciente resolución de las Naciones Unidas invitando a Inglaterra y España a que entablen el diálogo sobre este asunto, resolución que España está dispuesta a cumplir inmediatamente, ha venido a confirmar la existencia real de un conflicto que no es producto de una oportunista maniobra política española, sino de una antigua, justa e ignorada reivindicación española, sobre la que el sentir de nuestro pueblo es unánime e indeclinable.

Los españoles consideran que la mutilación de su integridad territoria1 en beneficio de unos intereses extranjeros, violando unos principios jurídicos e ignorando unas realidades geográficas y humanas, constituye un anacronismo inaceptable y un contrasentido en el mundo de hoy que no están dispuestos a tolerar pasivamente. Para ello, si por un lado están preparados a encontrar fórmulas pacíficas de solución del problema que salven los legítimos intereses en juego, por otro están firmemente decididos a crear tal grado de prosperidad en aquella comarca, que el hecho diferencial de que un día disfrutó la plaza se cambie totalmente a nuestro lado.

ESPAÑA Y ÁFRICA

Si miramos al continente africano, nada de lo que ocurre allí nos es extraño, pues al fin y al cabo nuestra secular presencia y la proximidad del continente a las costas de la Península y a nuestras islas Canarias nos hacen en cierto modo africanos a nosotros mismos. Por eso su paz, estabilidad, prosperidad y seguridad no pueden sernos indiferentes.

Un especial recuerdo merece en este día la población de nuestros territorios africanos, objeto siempre de nuestros mayores afanes, con la firme voluntad de seguir promoviendo sin retrasos ni vacilaciones su progreso económico, técnico y estructural que les prepare plena- mente para enfrentarse con el futuro. España en todo caso defenderá sus libertades y voluntad de libre decisión, no olvidará la responsabilidad que le incumbe en estos territorios y su deber de defenderlos contra cualquier acción exterior que pretenda comprometer su futuro.

HISPANOAMÉRICA: UNA ENTRAÑABLE FAMILIA
DE NACIONES

Siempre que un español considera la presencia de su Patria en el mundo, tiene necesariamente que referirse a la entrañable familia de naciones que integran Hispanoamérica, y de la que España es uno de sus miembros.

Nada de cuanto suceda en cualquiera de ellas nos es ajeno y seguimos con la vibración de nuestras propias cosas sus esfuerzos, sus alegrías o sus dolores. En esta ocasión quisiéramos simplemente señalar con cuánta satisfacción España celebra haber podido ofrecer en la reciente reunión de la Organización de Estados Americanos, celebrada en Río de Janeiro, una colaboración material de alguna importancia al desarrollo de aquellos pueblos hermanos. Hemos querido demostrar así que verdaderamente, en cuanto España ha empezado a recoger los beneficios de unos largos años de paz y de esfuerzos, su primer impulso en el orden exterior le ha conducido forzosamente en la dirección de esos países, con la sincera pretensión de colaborar, aunque sea modestamente, en el proceso de su afirmación como entidad con vocación propia colectiva.

Al hacerlo así pretendemos servir a todos. los intereses de la comunidad a que pertenecemos, pues lo que por un lado ha de ser ayuda a países hermanos, por otro ha de ser estímulo vigoroso a nuestra propia actividad económica en Hispanoamérica, es decir, desarrollo reciproco de posibilidades que ha de hacer más denso y más vital el tejido de nuestras relaciones mutuas.

SOLIDARIDAD CON PORTUGAL

No podemos tampoco olvidar en esta hora nuestra solidaridad con nuestra hermana peninsular, la nación portuguesa, que está sufriendo un cerco de incomprensión como el que un día nosotros mismos sufrimos, haciendo votos por el triunfo de su razón. Una cosa es la emancipación de un territorio cuando obedece a corrientes naturales y anhelos internos de independencia, y otra cuando las corrientes son ajenas al sentir de los pueblos y presionadas de fuera adentro.

SALUDO A LOS HOGARES ESPAÑOLES

Quiero, por último, cerrar mis palabras con el emocionado e invariable recuerdo hacia todos los que con su esfuerzo han hecho posible la España en paz que disfrutamos; mi gratitud para quienes dieron todo por la Patria y para aquellos que día a día han venido ofreciéndonos la dedicación y colaboración precisa para continuar nuestra obra. Mi reconocimiento también para todos los que con su trabajo esforzado, en todos los campos y actividades, contribuyen a edificar la grandeza de España, y mi esperanza en quienes desde las tareas del aprendizaje y el estudio se preparan para servirla mañana.

Que Dios ayude y bendiga a todos los hogares españoles.

¡Arriba España!


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© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.007. - España -

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