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LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado, 1965.


 
Discurso de S.E. el Jefe del Estado en el acto de su investidura como Doctor «Honoris Causa» por la Universidad de Santiago.

Pronunciado en el Aula Magna de la Universidad de Santiago de Compostela, el 27 de julio de 1965.


Magnífico señor Rector:

Señores catedráticos y doctores:

Señoras y señores:

No se os puede ocultar la grata emoción que me produce este solemne acto en que vais a honrarme con la investidura de doctor «honoris causa» por la gloriosa Universidad de Santiago de Compostela, encuadrado en el claustro de doctores de vuestra Facultad de Ciencias. Emoción de doble signo, porque como militar, al nutrir mi formación en los principios científicos que cultiváis y difundís, admiré siempre la noble ejecutoria de vuestro magisterio, y como gallego de nacimiento, aunque no llegué a vuestras aulas por la distinta trayectoria de mis estudios, participé de la influencia de vuestra irradiación cultural y sentí el orgullo de encontrarme académico cobijado en nuestra común «alma mater».

HONDA TRANSFORMACIÓN DE LAS CIENCIAS    

Desde aquellos principios de mi vida escolar hasta el momento que vive hoy el mundo, se ha operado una honda transformación en la esencia y proyección de las ciencias que cultiváis. Sin duda, hasta 1940 y durante un período de cien años, tuvo lugar una amplia revolución científica, pero de esa fecha a hoy, en menos de un cuarto de siglo, el cambio ha sido explosivo, con una fascinante penetración en el mundo de lo tenido por infinitamente pequeño, como el núcleo atómico o el núcleo de la célula y en el de la infinita dimensión que representan los vastos espacios siderales.

Y es doloroso considerar que fue la segunda guerra mundial, como años atrás la anterior, en distinta escala, causa indirecta de esta intensa y extensa promoción científica. Hay Una estrecha relación entre estas luchas de exterminio que son las guerras y el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Movilizadas éstas por un elemental principio de supervivencia, unas veces contribuyen a la desolación; pero otras, felizmente las más, conducen al bienestar y la salud. Triunfan los países que contaban ya con una ordenación científica investigadora y una estructura técnica capaz de una pronta adaptación al desarrollo necesario y, al ensancharse por imperativos del momento, en tensa y permanente disposición de científicos y técnicos, permite una integración de equipos en ritmo tal de iniciativas y ejecución que alcanza, a través de una investigación dirigida por exigencias de cada día, los más revolucionarios logros capaces de modificar sustantivamente nuestros conocimientos científicos y abrir las más vastas perspectivas en órdenes diversos de la aplicación.

ESPECTACULAR PROGRESO

Conocéis mejor que yo las nuevas adquisiciones con que el acervo científico se ha enriquecido en este período de vértigo. Los investigaciones sobre energía atómica permiten el descubrimiento de cuatro nuevos elementos; se concibe y realiza el radar, que, si prestó en su origen inestimables servicios bélicos, en período de paz reduce considerablemente los peligros del tráfico marítimo, terrestre y aéreo, y es capaz de predecir fenómenos meteorológicos a distancia. La necesidad de sustituir unos metales por otros en las aleaciones especiales para economizar las grandes cantidades que se precisaban, nos ha proporcionado nuevos métodos para el beneficio de minerales pobres y aun para el empleo de metales que antes sólo tenían un interés científico. El progreso en la química de los materiales plásticos, con exigencias mecánicas y físicas prefijadas para su empleo en una diversidad de artefactos, se proyecta después en el desarrollo de las fibras sintéticas de diversa naturaleza y en el de las más variadas estructuras de muy diferente utilización. En el orden de la salud pública, y como un ejemplo más, la importancia del descubrimiento de los antibióticos se hace de efectivo beneficio a toda la Humanidad, desde el momento en que la necesidad apremiante de disponer de ellos acució el trabajo de los especialistas hasta la puesta a punto de instalaciones para la fabricación a escala industrial de la penicilina, primero, y ya después, de los demás antibióticos, que llegan a cubrir amplios espectros de enfermedades infecciosas.

Todavía es oportuno recordar, en un trasplante del mundo de la guerra al mundo de la paz, los progresos en Estadística, como consecuencia de los estudios iniciados para obtener el máximo partido posible de los recursos limitados de las Fuerzas Aéreas. La investigación operativa nació, con este origen, como «método que permita dotar al personal ejecutivo de una base cuantitativa para determinar las mayores o menores posibilidades de éxito de todas aquellas operaciones encomendadas a su responsabilidad». Aplicada inicialmente a los perfeccionamientos introducidos en los puestos de mando de aviación de caza, defensa antiaérea y protección de costas, ha podido ser transportada después a los problemas del tráfico, a los de productividad y rendimiento industrial, a los de inspección y entretenimiento y aun a la racionalización de la investigación misma y sus aplicaciones industriales.

PROBLEMAS DEL AUMENTO DE POBLACIÓN

Esta es la obra benefactora de la ciencia, a la que hay que rendir el más explícito homenaje de un admirativo reconocimiento. Y es justamente la que nos permite pensar en que con espíritu superior nos preste la ayuda que el mundo necesita en su previsible desenvolvimiento. Tenemos a la vista un asombroso crecimiento de población para los años que se avecinan. Son dignos de consideración los datos estadísticos correspondientes al des- arrollo últimamente registrado en los aspectos demográfico, agrícola, industria! y científico por un gran número de países, como denunciantes de una arrolladora progresión en los primeros. Para los expertos de las Naciones Unidas la cifra de habitantes del mundo crecerá en los cuarenta años próximos en unos 3.500 millones de personas, mientras que en los mil novecientos sesenta y un años después de Jesucristo aumentó 2.500 millones. El gran problema con el que ha de enfrentarse el mundo en tan breve plazo, dentro del hondo sentido cristiano, es el de asegurar la nutrición de esta creciente comunidad, que exigirá triplicar la producción de alimentos. Un sabio economista alemán, que lo estudia racionalmente, con amplia documentación estadística, se muestra optimista respecto del futuro, «con tal de que se exploten apropiadamente, aunque sólo sea de modo parcial, los grandes recursos potenciales que posee a este respecto nuestro planeta». Ello representaría atender, como objetivos fundamentales, la ampliación de! terreno cultivado, el aumento de su rendimiento por unidad de superficie y el aprovechamiento intensivo de las posibilidades que ofrecen los mares como fuente de alimento para el hombre.

Tan sólo una décima parte de las tierras emergidas es hoy objeto de explotación en el mundo y, por los informes de las organizaciones internacionales que estudian el problema y publicaciones que enfocan la evolución futura, puede afirmarse que es posible aumentar a más del doble la superficie de tierras cultivadas en los cuarenta años próximos, con sólo una parte de las reservas disponibles. El incremento de los regadíos, las implicaciones de la mecanización, el más perfecto conocimiento analítico del terreno y, en función de él, la influencia de los fertilizantes, el uso de plantas seleccionadas y el desarrollo de los plaguicidas, cada día mejor relacionados estructuralmente con las concretas exigencias fitopatológicas, han de hacer posible una elevación de rendimientos. Con ello y la considerable riqueza pesquera que atesoran los mares, muy desigualmente explotados, se estima que el incremento en la producción de alimentos que el mundo necesita para el aumento de la población previsible podría estar asegurado con las actuales posibilidades de la ciencia y de la técnica.

He aquí grandes y atrayentes tareas a que científicos y técnicos del mundo son llamados permanentemente en amplia movilización. Sus trabajos beneficiarán de modo inmediato al propio país, pero alcanzan al Universo entero en una inexcusable solidaridad internacional para la que la ciencia constituye siempre un substrato común. En la necesidad de acometerlos radican los fundamentales motivos que obligan a la protección de la ciencia por los estadistas de todas las naciones y hace indispensable un clima de franca comprensión en la opinión pública. Comprensión ésta que ha de conducir al convencimiento de que los grandes hallazgos, como las grandes realizaciones, son obra de nutridos ejércitos de estudiosos distribuidos en sinnúmeras parcelas de la creación científica, y no pocas veces distanciadas del logro final alcanzado, pero sin las que éste no hubiera sido posible.

CIENCIA Y POLÍTICA

Todo movimiento científico, en efecto, precisa enraizarse en la propia esencia de la política de los pueblos y por ello reclama el concurso de un estado de opinión que valore suficientemente sus efectos y sus exigencias. La difusión de la ciencia es un problema que ofrece singular relevancia en cualquiera de sus niveles. El conocimiento de los progresos científicos, aun entre los hombres de la misma especialidad, movilizan nuevos sistemas de documentación para agilizar la consulta en esa enorme acumulación bibliográfica que hoy se produce; el acercamiento a la industria de los resultados de la investigación que puedan ser motivo de aplicación, preocupa a todos los pueblos en un objetivo de acortar lo más posible la distancia entre el descubrimiento científico y su posible aprovechamiento; pero la divulgación de la ciencia hasta llegar al hombre medio se hace ya necesidad imperiosa en una formación cultural íntegra.

La idea de unos cursos científicos para los no científicos, puesta en práctica por algunos países es, sin duda, un remedio a esta sentida exigencia; pero es, en todo caso, preciso una difusión más vulgarizada a través de la Prensa y los medios audiovisuales, sin descuidar en ella la indispensable conexión entre las ciencias naturales y las de! espíritu, sublimadas en una preocupación última por el hombre y su destino.

A la Universidad cabe la gloria de promover la reacción en cadena de esta expansión científica. Ha sido obra de los universitarios y, a través de ella, se enlazan unas culturas con otras en una auténtica comunidad de naciones, que ofrece oportunidad única para influenciar la historia de Occidente. Porque hoy existen grandes áreas de la investigación científica que, por no ser accesibles a todos los países, obligan a acciones conjuntas, y otras en las que se requieren planes coordinados para alcanzar un avance en el conocimiento. Inteligencia entre los hombres y los pueblos a través del saber, la más noble de las manifestaciones humanas, puesto al servicio de la convivencia y la comprensión.

DESARROLLO DE LA UNIVERSIDAD ESPAÑOLA

Es por ello preocupación nuestra desde este puesto de responsabilidad en que la vida nos ha situado, la de procurar el crecimiento y fuerte desarrollo de la Universidad española, para que sus medios de trabajo le permitan el diálogo, a igualdad de nivel, con las demás Universidades, en un auténtico «mercado común» de saberes por el que lograremos caudales de prestigio y de conocimientos que configuren nuestra propia fisonomía científica. Ante el panorama del mundo, la tarea de crear y transmitir la ciencia, que compete a la Universidad, ha de encontrar el apoyo más decidido y creciente de mi Gobierno, en la necesidad de dotarla de equipos instrumentales eficientes y cuadros conjuntados de personal que permitan una eficiente coordinación, potenciadora de los esfuerzos individuales.

Conozco las dificultades que encontráis ante el crecimiento de la población estudiantil, y el denodado esfuerzo que lleváis a cabo para mantener vuestra enseñanza al más alto nivel. Para vuestra íntegra vocación, que hermana enseñanza e investigación en un mismo quehacer académico, las exigencias de aquélla dificultan, bien a vuestro pesar, el desarrollo de ésta, en situación que hemos de ir superando con el incremento en el número de vuestros colaboradores. Y es así como podréis ensanchar el campo de la actividad investigadora, abordando nuevos dominios y haciendo posible la interconexión disciplinaria, cada día más necesaria en temáticas de trabajo, que exigen convergencia de direcciones y especialidades distintas.

AYUDA DEL ESTADO

Toda nuestra trayectoria, si la examináis atentamente, conduce a ayudaros en estos objetivos. En un orden estructural para llevar los problemas científicos al seno del Gobierno, constituimos la Comisión Delegada de Política Científica, que se reúne, a nivel ministerial, para conocer y estudiar los problemas de esta naturaleza, con, exclusión de todo otro que no tenga conexión con ellos.

Independientemente de la atención que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas venía concediendo a la Universidad, se ha dotado un crédito para fomentar la investigación en ella, que ha de seguir creciendo en años sucesivos; se abre con el Fondo Nacional para la Investigación la posibilidad de que nuestras Universidades soliciten de él subvenciones para instrumental científico de elevado coste; en un orden de creación de equipos de trabajo, se han arbitrado dotaciones que permitan una dedicación plena a las tareas académicas y por la reciente Ley, aprobada en la última sesión de las Cortes, se incrementa el cuadro docente con la figura superior de profesor agregado y se estructuran funciones enseñantes e investigadoras en los nuevos departamentos que han de dar vida activa y floreciente al quehacer universitario.

Desde el principio de mi mandato y aun antes de él ha imperado en mi ánimo la idea de una indispensable política de desarrollo y perfeccionamiento de la Universidad. A medida que las posibilidades lo han ido permitiendo han atendido a él los distintos Gobiernos que se fueron sucediendo, y hoy, que con el desarrollo económico que nos proponemos alcanzar y aun por exigencias naturales de este propio desarrollo, nos es más posible y necesaria la expansi6n, hemos de proseguir, con empeño creciente, considerando la gloria de la Universidad española como florón de este período nuestro. Sean, pues, para vosotros, señores catedráticos y doctores, mis más sinceros ofrecimientos para vuestros problemas, que son míos también, y mis más cordiales votos para el éxito ininterrumpido de vuestras tareas científicas en las distintas Facultades.

LA FACULTAD DE CIENCIAS DE COMPOSTELA

En cuanto ó esta Facultad de Ciencias, a cuyo Claustro me incorporo hoy por vuestra bondad, conozco bien cuáles son sus merecimientos y categoría. Aquí en esta Universidad, alejada de! centro dinámico de la vida intelectual española, en el ambiente acogedor, por recoleto, para el hombre de estudios, de esta ciudad compostelana, se han forjado escuelas de hombres de ciencia en un trabajo investigador que, como en otros casos felices, traspasó nuestras fronteras. Aquí se formaron catedráticos, investigadores, técnicos de la industria que difunden sus saberes en otras Universidades y otras empresas y aquí se ha hecho investigación de rango internacional en pesos atómicos y en química de productos naturales. Me siento feliz al formar parte de un Claustro que tanto prestigio ha dado a la Universidad española.

La ejemplaridad de esta vida académica, íntegramente vivida, ha de ser luminar permanente para las promociones de estudiantes que llegan a estas aulas ávidos de saber. Son de la misma indestructible sustancia de aquellas gloriosas promociones de hace treinta años, pero vienen ahora bajo el influjo turbulento de un mundo que cambia tan rápidamente de fisonomía, justamente por obra y gracia de unos saberes científicos, que, en su constante renovación, se proyectan en fuerte irradiación sobre lo socia! como sobre lo político y aun sobre lo religioso. Hay que comprenderles para saber orientarles y responsabilizarles de modo que se salven para la grandeza patria la nobleza de sus innatos sentimientos y los caudales de energía de una mocedad de prometedora madurez. La pujanza de vuestra actuación académica, señores profesores, ofrecerá la mejor canalización a esta torrencial vitalidad que hemos de ver llegar hasta nosotros con el más esperanzador optimismo.

Muchas gracias, señor Rector y señores catedráticos. Desde hoy me tenéis, como un doctor más de vuestro Claustro, en comunidad de amores por nuestra Universidad, y de aspiraciones por su elevación y perfeccionamiento.


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© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.007. - España -

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