Palacio de El Pardo. Madrid, 18 de julio de 1963.

 

Felicito a todos los que han obtenido estos galardones en este día de Exaltación del Trabajo y del resurgimiento nacional. Habréis visto por las distintas facetas que representan los galardones concedidos, que todos los trabajos son dignos de respeto y de buena acogida. El trabajo se dignifica por el amor que se pone en él, y la empresa se dignifica también por la justicia, por la equidad y, sobre todo, por las relaciones humanas entre sus miembros.

Ante los sistemas que se debaten hoy en el mundo, en la evolución que sufren, nosotros hemos elegido hace veintisiete años aquel que mejor puede llevar a nuestra Patria a la felicidad y al bien común de todos los españoles.

Importante es la evolución política del mundo, pero lo imprescindible es llenarla de contenido. Si hoy podemos asistir a esta hora esplendorosa de nuestra Patria es porque hemos tenido una doctrina y porque hemos poseído una fe, doctrina que llenamos de contenido, como se demuestra en esta exposición de celo, de trabajo, de competencia profesional, que nosotros desearíamos que se multiplicase de año en año para conseguir en el menor plazo posible que todos los beneficios del trabajo, de la civilización y del progreso puedan llegar a todos los ámbitos de España.

Y nada más.

¡Arriba España!