Pronunciadas desde el balcón del Ayuntamiento de Murcia, el 6 de junio de 1963.



Agradezco ese entusiasmo de todos los murcianos y españoles aquí congregados, que me están proporcionando la íntima satisfacción de este recibimiento.

He venido a Murcia lleno de ilusión, pues la última vez que vine para visitar vuestra provincia fue con motivo de las inundaciones y de las desvastaciones ocasionadas por el desbordamiento de los ríos. Hoy vengo con la satisfacción de sentir ya en mi mano, bien sujetas, las aguas desvastadoras y de haber creado una reserva importante y trascendente para vuestros campos que asegura las cosechas y que no estéis con la zozobra de la sequía como hasta hoy.

Pero esto no es más que empezar. Es sólo una prueba más de la fecundidad de nuestro Régimen. Los estudios que se realizan sobre la cuenca del Segura y los que se llevan a cabo en el resto de las comarcas españolas nos demuestran las posibilidades que tenemos, las reservas todavía cuantiosas que podemos aplicar a la mejora y seguridad del riego de nuestras tierras.

Cuando los rojos se llevaron el oro del Tesoro español y nos quedaba la preocupación de lo que sucedería después de la guerra victoriosa para ganar la paz, un pensamiento nos embargaba. Digo que cuando estábamos haciendo la guerra, cuando nos encontrábamos próximos al victorioso final, nos embargaba la preocupación de los despojos que España había sufrido, la huida del oro de nuestras arcas, el saqueo de nuestras cajas de ahorro. Y entonces venían mis consejeros y colaboradores proponiendo que se buscase el poco oro que todavía pudiera quedar en las entrañas de la tierra. Y yo contestaba: «El oro de nuestras tierras está en los brazos de nuestros hombres, en el sol de nuestras tierras, en la fecundidad de nuestros campos, en volver la vista a estos campos y tener la fortaleza de enfrentamos con estos problemas y, unidos todos los españoles, podremos obtener el triunfo de haber creado una nueva Patria, una nueva nación, con rientes huertas en nuestras tierras, que se conviertan en bienes para la Patria.»

Y esta es la fecundidad de nuestro Movimiento: con la unidad de los hombres y las tierras de España, la colaboración estrecha entre todos los españoles. No política de partidos, sino de conquistas naturales y colaboración. Y entonces tendremos, no en la vida de las personas, sino en el futuro, la paz para España y el bienestar para los españoles. 

¡Arriba España!