Palacio de El Pardo, de Madrid, el 4 de julio de 1961.

Constituye para mí una verdadera satisfacción el recibiros y recordar el sacrificio que habéis puesto en el servicio de la Patria y la valiosa cooperación que significó la organización de Alféreces Provisionales en nuestra Cruzada.

Siempre en la Historia fueron los hombres y las clases intelectuales los que encuadraron la sociedad, unas veces para el bien y alguna para el mal; pero en los momentos álgidos de la Patria, en los momentos de prueba, lo mismo en el año 1808 por aquellos alumnos y estudiantes toledanos que formaron la base de la oficialidad del Ejército español en la Guerra de la Independencia, sucedió en nuestra Cruzada, en que, necesitando encuadrar a la masa de la Nación para combatir, fueron igualmente los estudiantes españoles, los hombres más preparados intelectualmente, los que en poco tiempo, se puede decir que en plazo más que de meses, de días, recibieron la instrucción de alféreces provisionales para encuadrar el Ejército de la Victoria.

Pero no bastaba con eso, no era suficiente el gran ejemplo que los alféreces provisionales dieron en nuestra guerra, sino que, terminada ésta, en todas las actividades de la Nación, no solamente en las del Ejército, fuera de él continuáis encuadrando las masas españolas, sosteniendo el. fuego sagrado de nuestros ideales y de nuestro ímpetu.

Mucho me complacen esta cooperación y estos lazos estrechos que entre vosotros existen, expresión de la más firme voluntad, que nos da la seguridad más completa de que la marcha de la Nación seguirá siempre por los mismos derroteros y que no vacilará ante los embates de fuera para sostener nuestros ideales y doctrina. Agradezco de todo corazón ese estrechamiento de relaciones al lado de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, que será siempre la piedra más firme y el ejemplo más constante para toda la juventud y las futuras generaciones españolas.

La vuestra es una generación benemérita de la Patria, porque en trances muy difíciles de la Nación y del mundo supisteis tener el nervio necesario para que la Patria no pereciese. y ésa debe ser la tónica para el futuro: que sepáis transmitir a vuestros hijos y descendientes cuál ha sido la gloria y el espíritu mantenidos por unos ideales puros en medio de un mundo atormentado.

Llevad mi saludo más expresivo a todos los compañeros.