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LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado, 1961.


 
Discurso al pueblo de Granada.

Pronunciado desde el balcón del Ayuntamiento de Granada, el 29 de abril de 1961.


Granadinos: 

No os extrañe que con estas calurosas acogidas que Andalucía me viene haciendo domine en mis pensamientos el recuerdo de los días vividos, como me ha ocurrido en estos momentos al dirigirme a vosotros.

Así también durante mucho tiempo se conservará en mi mente el recuerdo vivísimo de este entusiasmo vuestro, de este calor y de esta confianza que me ofrecéis siempre que vengo a vuestra ciudad o recorro vuestra provincia, en la que la Naturaleza ha vertido con prodigalidad tantas bellezas.

Cuando hace veinte años, en este mismo mes de abril, terminada nuestra guerra de Liberación, me acerqué a vosotros, pesaban sobre mis espaldas todos los problemas de España: forjar la unidad entre los hombres y las tierras de España, traer agua a las tierras sedientas, aliviar las miserias acumuladas al correr del tiempo: cubrir la falta de viviendas, destruir las barracas, suprimir las cuevas, toda esa obra ingente de lucha contra el analfabetismo, de extensión de la cultura, formación profesional, elevación del nivel de vida, justicia social, lucha contra las endemias; en pocas palabras, la responsabilidad de hacer una España nueva.

Hoy, al cabo de veintidós años, vuelvo ante vosotros con la interior satisfacción del deber cumplido, de comprobar cómo se extienden por todas partes las escuelas, las Cooperativas, los pequeños y grandes regadíos, el abastecimiento de aguas de las ciudades, la industrialización, todos esos pedazos de la mejora material de los hombres, bajo el imperio de un verdadero renacimiento espiritual en una unidad política y de fraternidad entre los españoles, esenciales para nuestro futuro.

Así podemos comprobar hoy que pese a nuestra guerra anterior, a los dolores y sacrificios que para salvarnos necesitamos, en medio de un mundo enloquecido, constituimos un oasis de serenidad y de paz; paz y seguridad que las debemos a nuestra unidad política y a nuestra doctrina.

Unidad política y doctrina que necesitamos proyectar en el futuro y no queremos perder los bienes alcanzados, llevándolas de boca en boca, de padres a hijos y a nietos, grabando en su ánimo cuántas eran las desgracias de España y cómo se curaron, y cuando crezcan las generaciones nuevas, las que no conocieron aquellos abandonos y miserias, conozcan sus cauces, tengan siempre presente que con la unidad política y nuestra doctrina se han forjado el resurgir de la Nación y los bienes que disfrutamos.

¡Arriba España!


   ATRÁS   



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