13 de junio de 1956.

«La nueva modalidad de la política soviética no representa un cambio en sus objetivos, sino más bien una variación en su táctica, con el fin de conseguir mejor sus fines», afirma el Jefe del Estado español.

«Unas graves acusaciones de Krustchev contra José Stalin han sido la consecuencia de una complicada y difícil crisis en la política soviética. Cuando ellos se defienden de esta manera es porque algo está atacando, y atacando fuertemente. Debemos deducir que este cambio de táctica obedece a necesidades internas del comunismo, y lo que ellos consideran bueno debe, necesariamente, ser malo para Occidente. No hay otras razones que puedan justificar cambios tan fundamentales en una política que ha rebasado sus fronteras en una extensión increíble y que les ha permitido ocupar uno de los primeros puestos en la comunidad de naciones.»

Estas manifestaciones del Jefe del Estado español están contenidas en una carta en la que el Jefe del Estado español contesta a Byrd sobre la encuesta que este periodista norteamericano dirigió a los dirigentes europeos para conocer su opinión en cuanto al cambio de las tácticas rusas.

«Es bien conocido que durante algún tiempo los dirigentes comunistas y las principales figuras del partido comunista, así como los altos jefes militares, se sintieron bajo la constante amenaza del terrorismo stalinista, con sus depuraciones periódicas y sus fusilamientos. A la muerte del dictador todos experimentaron la misma ansia de libertarse de este terror. En este proceso, el Ejército tenía que jugar un papel principal. Esto explica, en parte, la nueva situación.»

«Desde el punto de vista de la política exterior comunista -agrega el Generalísimo Franco en sus manifestaciones-, la repudiación del servilismo a Moscú por parte de los partidos comunistas en otros países, hizo aconsejable la rectificación de una estrategia que ponía en peligro la expansión del comunismo en el exterior. Fué necesario echar la culpa a alguien, dar una sensación de sinceridad en cuanto a una rectificación. La inmediata reconciliación con Tito es una demostración de esto.»

«Lo que es evidente -termina diciendo la carta- es que Rusia necesita tiempo y espacio para consolidar sus conquistas y su nuevo régimen interior. A esto es a lo que la nueva política responde: mostrarse mansos, llamar la atención y crear problemas en otras zonas, que, permitiéndoles consolidar su situación, también les permita asimilar lo que han conseguido hasta aquí. El tiempo es un poderoso aliado para ellos.»