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LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado.


 
Palabras a los Peregrinos Sindicales de Guipuzcoa.

23 de agosto de 1954.

Señores: Constituye para mí una satisfacción el recibiros y el poder estrecharos la mano. La laboriosidad de los hijos de esta tierra guipuzcoana evidentemente tenía que reflejarse en nuestra Organización Sindical. Podemos decir que Guipúzcoa es una colmena sin zánganos: todos trabajan e impulsan el progreso de esta comarca. Su expresión más clara está en la forma en que se ha creado la industria guipuzcoana; cómo, por la iniciativa y el esfuerzo de pequeños empresarios se ha estab1ecido una industria numerosa que, desbordando vuestros valles, ha creado una verdadera riqueza y es hoy fuente de bienestar y de trabajo para tantos hombres y tantas familias.

Nosotros hemos concebido el Sindicato -lo definió José Antonio y lo realizamos nosotros- como una organización perfecta y jerarquizada en que todos colaboren y que logre que los beneficios de la producción se distribuyan de manera equitativa y justa. Perseguidos, con una inquietud mayor que la que nadie haya tenido, la solución a través de ellos de los grandes problemas sociales, de la justicia entre los hombres y las clases todas de España, y el que reine entre todos la hermandad indispensable para su porvenir y su propia vida. No admitimos que nadie pueda ir delante de nosotros en la realización de la seguridad social y en el cumplimiento de los deberes que nos impone nuestra conciencia católica. Las relaciones entre los hombres son, en realidad, una cuestión de moral y un problema de conciencia. Y nosotros hemos procurado imprimir al Sindicato español un concepto moral y una conciencia para que la ley de Dios reine dentro y fuera de los Sindicatos, y para que puedan constituir los cauces por donde todos los hombres y todas las actividades discurran y colaboren en la acción y en el desarrollo de las actividades del Estado.

Para ello necesitamos salir de una realidad política francamente desgraciada, y digo desgraciada, porque si aquellos viejos sistemas sirvieron durante todo e1 siglo XIX para resolver malamente los problemas políticos que se presentaban a los pueblos, aquellos sistemas eran ya inadecuados para los tiempos nuevos. Vosotros conocéis, como yo, que debajo de aquellas agrupaciones políticas artificiales existían unas realidades que se llamaban Cámaras de Comercio, Uniones Patronales, Sindicatos de clase, Cámaras Agrícolas y de la Propiedad, Asociaciones católicas, intereses vivos, que eran los que, al final, predominaban sobre el artificio de los partidos políticos, que ni siquiera en la Constitución se habían concebido ni figuraban; pero que con todo su caciquismo y organización coartaban a los hombres en el desarrollo de su propio pensamiento y usurpaban la representación arrastrando a la Nación a las luchas fratricidas que tuvimos que lamentar.

Por todo ello, el Sindicato, que es un órgano natura1 que nace de la necesidad de asociación entre los hombres para el servicio natural de sus intereses, no podía seguir siendo un instrumento de guerra que destruyese la vida y el porvenir de la Nación, sino un órgano de paz y concordia.

Esta es la razón de que nosotros, al encararnos con todo el problema político, tuviéramos que enfrentarnos con estas realidades y pretendiésemos llevar a la vida de la Nación una representación fiel de todas aquellas fuerzas. Y no podía ser de otro modo: ¿es que no estamos todos interesados en el progreso de la Patria? ¿Es que en la producción no debe tener tanto interés el empresario que dirige una empresa y que se ha jugado sus bienes y porvenir en ella, como los técnicos que la dirigen y los obreros que en ella encuentran su vida y su trabajo?

Pues todo eso, que parecía tan difícil, es sencillo de resolver cuando se pone a su servicio la buena voluntad de todos los españoles, y si todos nos interesamos en e1 servicio de la Nación, ya que ésta no es un patrimonio nuestro, sino que la recibimos de generaciones atrás y hemos de engrandecerla y entregarla así a nuestros hijos, laborando por su progreso, con una justicia cada día más grande, por una mayor valoración del hombre y de su trabajo, que conviertan en realidad todos nuestros anhelos, porque, aunque con distintos matices, todos perseguimos lo mismo: la elevación del nivel de vida de nuestros hombres y la mejoría de los hogares españoles, haciendo que el bienestar sea general en España.

Muchas gracias a todos por este obsequio, que es una muestra de la perfección de vuestra industria, que debéis seguir cuidando, ya que en la vida moderna no bastan los mercados interiores, sino que hay que competir con los exteriores, y esto sólo se logra con la calidad, con la formalidad comercial, bajo el estímulo y la vigilancia de un Estado atento al servicio de vuestros intereses y los de la Nación. Nosotros no queremos en Estado arbitrario ni dictatorial, del que nos sentimos alejados: queremos un Estado en que todos los hombres puedan intervenir en la vida nacional, que todos puedan colaborar a través de las organizaciones naturales y de una manera justa y equitativa resolver sus problemas.

Para eso tendréis siempre la colaboración de los hombres de gobierno, de los organismos nacionales y la mía propia, ya que toda mi ilusión es servir a España, sirviendo a los españoles. ¡Arriba España!


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© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.006. - España -

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