16 de junio de 1953.

Turolenses y españoles todos: 

Solamente unas palabras para agradecer a esta población mártir su entusiasmo de hoy. Deseaba venir a Teruel, pero quería que Teruel hubiera surgido antes de sus ruinas; que hubiéramos reparado los daños de la guerra, que se hubiera renovado esta vieja ciudad para poder traeros toda la gratitud de las tierras de España por haberla defendido con vuestro sacrificio de esa puerta de la meseta española. No en vano vuestra lealtad respondió a la llamada roja reafirmando con la sangre generosa derramada vuestro deseo de ser nacionales, puesto de manifiesto más tarde con heroísmo, al manteneros firmes en vuestras calles y en vuestros edificios, rechazando un día tras otro los esfuerzos rojos para venceros.

Y en aquella gran epopeya, cuando teniendo que acudir a todos los lugares de España, el tiempo quebrantó nuestra marcha y faltaron días (mejor horas) para vuestra liberación, supisteis sacrificaros entre sus ruinas. Así hoy tenéis la inmensa satisfacción del deber cumplido, de la sangre que habéis dado a la Patria y de los títulos que habéis grabado en vuestra historia. Títulos los más preclaros en la vida de los pueblos.

Hemos venido aquí a inaugurar los edificios y las obras que en la provincia de Teruel se han realizado, en una demostración de la eficacia constructiva del Movimiento Nacional. Cuando se atraviesan estos montes de España, estos montes descarnados, estos pueblos pobres, esta miseria acumulada por tan tos años de abandono, sentimos la indignación honrada de todo buen español por el tiempo perdido y nos prometemos renovar los esfuerzos para en estas tierras, ahorra secas y hambrientas de riego, alumbrar las fuentes y los manantiales, representar los ríos ..., irrigar las vegas y los llanos, atravesar las entrañas de los montes buscando nuevos veneros minerales, repoblar los: con nuevas masas forestales. Habrá que sacrificar algunos pueblos, trasplantar otros; llevarlos a los valles a darles nuevas tierras de regadío y lograr que sean los pastores, los montañeses, los hombres que cuidan del ganado y de los árboles, los que queden en esa nueva España, mientras que los otros laboran junto a los ríos y el murmullo de las acequias que fecundan los campos de España. Esta será la mejor demostración de la unidad entre los hombres y las tierras de la Patria. Nuestras provincias predilectas han de ser siempre aquellas que más lo necesitan. Y lo mismo que construimos la unidad entre los hombres por la justicia social y la fraternidad entre las clases, igualmente se edifica la unidad y la hermandad entre las provincias españolas. Y así, dentro del presupuesto nacional estarán mejor dotadas las provincias que, como la vuestra, más urgentemente precisan de la solidaridad amorosa de los otros. De cómo la cumplimos, está a la vista con las obras que hoy inauguramos.

Españoles y turolenses todos: 

¡Arriba España!