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Discursos y mensajes del Jefe del Estado.


 
Discurso en una visita al campamento del Frente de Juventudes en Gandario.

30 de agosto de 1951.

En el rincón de esta ría gallega, donde todo proclama la grandeza de su Creador; en esta playa de Gandario, donde nuestro mar bravío se torna dulce para besar las orillas en que se levanta nuestra bandera; en este sencillo Campamento, en el que el Movimiento Nacional imprime a nuestros muchachos el espíritu del monje y las virtudes del soldado. habéis querido, excelentísimo y reverendísimo señor, que nuestros seminaristas compartan la hermandad de las juventudes de España, en el fuego diario. del Campamento yen ,estas fiestas donde los cantos enraizados en la tierra y transmitidos por las generaciones se elevan a los cielos en un «hosanna» permanente. Así los futuros paladines de nuestra fe se hermanan con las legiones intelectuales y del trabajo, representadas en estas agrupaciones de estudiantes, de aprendices de nuestras fábricas, de pescadores de nuestras costas y de trabajadores de nuestros campos.

En estos Campamentos salpicados por el solar español, se siente el corazón ensanchado por la promesa de una juventud que surgió a la vida bajo los clarines de nuestra guerra en este duro parto de la Historia con el que se alumbra el amanecer de nuestra Patria.

El Movimiento Nacional vino a unir y a estrechar los lazos entre loS: hombres y las tierras de España. No es una cosa que caduque ni que pueda terminarse, no es el capricho de una persona ni la decisión de un sector; es el destino de una generación, es una necesidad histórica, un imperativo de nuestro tiempo, la decisión ,de un pueblo en rebeldía que no quiso morir, las fuerzas del espíritu triunfando sobre el materialismo, las divisiones y las luchas intestinas que nos deshacían.

La Patria, esa Madre que vuestro obispo invocaba, no es, como dije muchas veces, una propiedad; es la Madre que manda y a la que estamos obligados a servir; una grandiosa prenda que recibimos en usufructo, que forjaron las generaciones y que unas a otras entregaron amorosamente, cultivando sus campos, creando sus pueblos, levantando sus iglesias, cuidándola, defendiéndola y mirándose en ella, plantando sus árboles y creando sus vegas, regando los campos y levantando las fábricas, creando, en una palabra, todo aquello que da al hombre tranquilidad y bienestar.

Y, sin embargo, llegó un momento en que todo en España perecía, en que los campos se anarquizaban, las fábricas se cerraban, se quemaban las iglesias, los talleres, y un materialismo soez y vengativo amenazaba con destruirnos mientras unas concepciones extrañas nos enfrentaban a españoles contra españoles. Y esa Patria, ese patrimonio sagrado donde se encontraban enterradas las esencia de nuestra existencia, todos los afectos y todos los amores, aquello iba a desaparecer por voluntades extrañas y por traiciones y miserias internas.

Y éstas son las razones que no caducan, ésta es la realidad de montar nuestra guardia, la guardia vuestra de los religiosos a los pies del Dios que intentaban mancillar, la guardia al pie de aquel monumento al Corazón de Jesús que en su barbarie quisieron fusilar y la guardia de nuestros soldados y nuestros camaradas en todos los lugares de España, en los valles como en los montes, en nuestros pueblos y en nuestras ciudades, en nuestros puertos y en nuestras fronteras, defendiendo una Historia, una tradición, todo aquello que nos es querido; agrupando y sumando nuestro esfuerzo para que si otra vez la semilla extraña quisiera fructificar, tropezase con nuestros puños y nuestros brazos y la Patria no peligre, esa Patria que rescatamos un día con la sangre de los mejores y que hemos de entregar engrandecida a las generaciones que nos sigan.

Habéis recibido en este Campamento las diarias lecciones del deber, habéis meditado en las tardes alrededor de vuestros fuegos' sobre la historia y las tradiciones de nuestra Patria, sus acciones gloriosas, sus tristezas, y con todo ello no se ha hecho otra cosa que marcaros una senda y unas normas que habréis de seguir. en nuestra vida, normas que enraícen en vuestro corazón, que representan sacrificios, pero que nos dan la gloria, si fuese menester, de morir contentos, que son las que siguieron nuestros mejores y que son las que lo mismo las milicias de Dios que las de las armas seguimos desde el momento en que abrazamos una fe o juramos una bandera.

Estas lecciones de nuestros Campamentos son toda la «malicia» del tan zarandeado «totalitarismo español», que forja hombres fuertes de cuerpo y sanos de espíritu.

Yo tengo la seguridad de que si un día la Patria lo demandara, en estas Falanges Juveniles está la mejor cantera para nuestros ejércitos y detrás de nuestra bandera, en los frentes como en la retaguardia, en los montes como en los valles, nuestras Falanges encuadrarían a la juventud de España sin pensar en los sufrimientos, como hizo nuestra generación en la Cruzada siguiendo la trayectoria gloriosa de nuestros antepasados cuando en los albores de nuestra Historia, con un simple pan de bellotas en el zurrón, sin contar los meses ni los años, detuvieron a nuestras puertas durante siglos, derrotándolas, a las legiones más gloriosas del Imperio romano. ¡Arriba España!


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