20 de
noviembre de 1938.
Murió José Antonio, dicen los pregones.
¡Vive José
Antonio!, afirma la Falange. ¿Qué es la muerte y qué es la
vida?
Vida es la
inmortalidad, la semilla! que no se pierde, que un día tras otro
se renueva con nuevo vigor y lozanía... Esta es la vida, hoy, de
José Antonio.
No murió el día
que el plomo enemigo segó, en el patio de una cárcel, su
juventud prometedora.
Se desplomó la
materia, pero vivió el espíritu, marchó su doctrina con su
inspirada canción de boca en boca, y en los campos y en las
ciudades, en los frentes como en la retaguardia, en los rincones
de las celdas de las cárceles sombrías como en .los tenebrosos
calabozos de las chekas rojas, suena como un susurro la canción
de la Falange.
Se hace popular el
himno de la camisa recién bordada, y es familiar la guardia
perenne de los caídos sobre los luceros, y el yugo y las flechas,
ennoblecidos por la sangre derramada, se convierten en emblema de
los nuevos cruzados.
Es el grito de los
conjurados de ayer el lema de la Nueva España. Resuena con
impulso guerrero o como afirmación de fe, rememora en la paz de
los claustros la catolicidad de las viejas cruzadas, invade los
talleres con sanas alegrías, recorre las ciudades y se alberga en
los campos, salva los montes y discurre en los valles, cruza
fronteras y atraviesa los mares.
El ¡ARRIBA ESPAÑA!
alcanza los honores de la universalidad. Esta es la nueva vida del
mártir. Fruto de aquella otra, ejemplar y modelo constante para
nuestras juventudes.
Educado en la
severa disciplina de un hogar castrense, templó su carácter en
el culto a la Patria, alcanzando la serenidad y fortaleza del
soldado.
Su fuerte
inteligencia y su sólida cultura dieron ti su inspiración
dimensión insospechada.
Su fe religiosa y
su hondo espíritu cristiano le abrieron los secretos de nuestra
Historia, descubriéndole su verdadera magnitud.
Soldado y poeta,
sintió los nobles afanes de nuestra juventud, las santas
inquietudes por la grandeza de la Patria. Esa bendita impaciencia
española de los siglos dorados de los que JOSÉ ANTONIO es el
espejo.
Por ellos vive
entre nosotros y nuestra juventud le reconoce como símbolo de sus
inquietudes y precursor de nuestro Movimiento.
Mas, si la dimensión
grandiosa de su pensamiento de unidad y de universalidad se
perdiese en el egoísmo aldeano y limitado de grupo o de partido;
si el espíritu monástico y castrense que siempre predicó, se
cambiase en torpes egoísmos o en concupiscencias ambiciosas; si
la idea de servicio se trocase por la de ventaja; si la de
disciplina y jerarquía se bastardease con reservas o con
deslealtades; si a su estilo de lenguaje claro, justo y clásico
sucediese el pedante gárrulo tan opuesto a
aquél..., entonces habría muerto JOSÉ ANTONIO y con él
enterraríamos el sano espíritu de nuestro Movimiento.
Al rendir, hoy,
homenaje en este aniversario a nuestro Caído, le rendimos en él
a todos los héroes y los mártires de nuestra Causa, de los que JOSÉ
ANTONIO quiso ser y fué su ADELANTADO.
¡Dichosos los que
muriendo como él, viven para la Patria!
Con su sangre
gloriosa se han escrito los destinos de la Nueva España, que nada
ni nadie logrará torcer.
Así lo quieren
los que por España mueren y así lo sintió el mártir que hoy
honramos.
JOSÉ ANTONIO
PRIMO DE RIVERA: ¡PRESENTE!
¡¡ ARRIBA ESPAÑA!
!
¡¡VIVA ESPAÑA!!