En la
imposición de condecoraciones al C.T.V. y al 5º Batallón de San
Marcial. Logroño, 2 de octubre de 1938.
Señores
embajadores, General del Cuerpo de Tropas Voluntarias, legionarios
de Italia, soldados de la Italia Imperial, cruzados de la fe y de
la civilización del Occidente:
Yo os saludo con
el amor del Jefe y con la confianza del Caudillo: Amor y confianza
nacidos al compás de la guerra, al contemplar vuestras acciones,
al sentir el calor de vuestra sangre en la tierra de España, y al
saber cómo habéis abandonado vuestros hogares para seguir las
banderas legionarias de Roma por las tierras de Europa.
Sois dignos
sucesores de aquellos soldados romanos, de aquellas legiones
bravas y fuertes que llevaban el espíritu de Italia, la fortaleza
de una nación y la grandeza de una raza que a su paso dejaba con
estelas de gloria monumentos de piedra y templos a Dios, una
civilización y una cultura que ni el efecto destructor de los
tiempos destruyó, ni las hordas comunistas podrán asolar. De
ellos sois los herederos y esto: justifica que cuando suene la
hora de la guerra y surjan las amenazas de los nuevos bárbaros
del mundo amenazando la invasión bolchevique en ola amenazadora,
al Alzamiento de España, al grito de guerra, a la voz de nuestros
cruzados, contestasen en Italia y Alemania voces amigas. Es en
Italia la voz de vuestro Duce, la mano que estrechó la nuestra;
son sus soldados los que pugnan por romper sus fronteras, por
llevar la bandera de la civilización y de la fe, junto a los
gloriosos soldados españoles.
Y este pueblo
unido, y este pueblo fuerte, que tiene como remate el genio de up
hombre y su brazo de hierro, contestó con eco de amor, nos brindó
su gesto de ayuda y cuando se hace efectiva la bárbara invasión,
cuando la tea de los incendiarios recorre nuestros pueblos, cuando
la llama destructora alumbra nuestras aldeas; en el momento en que
las legiones internacionales hollan e invaden a España, es cuando
las legiones de Roma, cuando los camisas negras, cuando los
guardadores de la fe vienen a España a juntar su sangre con la
de. nuestros hombres, a juntar su bandera con nuestra bandera y
dar a Rusia la batalla en España.
Estas acciones
gloriosas, estas victorias terminantes y claras, van destruyendo
en España el poder bolchevique y, cuando vencidos van. a tener
que entregarse, surge de nuevo la intriga en Europa y es en su
corazón donde encienden la hoguera de la guerra, pero en los
momentos en que el mundo se conmueve y las naciones tiemblan ante
la proximidad de la contienda, nuevamente la voz de nuestro Cabo
hace brillar al Genio de Italia: la colaboración del Duce lleva a
Europa la paz, su mano fuerte se tiende a las naciones y se salva
una cultura en la batalla de Muhich; donde Rusia sufre el
quebranto y la derrota.
Al colocar hoy en
vuestras banderas gloriosas las corbatas del valor, las más altas
distinciones nacionales, os entregamos el amor de un pueblo y
rendimos el homenaje de la España Nacional a esa Italia grande, a
la Italia Imperial que conserva puros los tesoros de espíritu de
la Roma inmortal.
¡ARRIBA ITALIA! ¡ARRIBA ESPAÑA!