Burgos,
01 de octubre de 1938.
Como Jefe del
Estado Español, doy las gracias a los países que nos honran
expresándonos su amistad con la presencia! de sus representantes
en esta hora en que se celebra, no ya mi exaltación personal a la
Jefatura de los Ejércitos, y del Estado de España, sino la
voluntad de nuestro pueblo de buscar su unidad -que muy pronto se
extenderá hasta las zonas irredentas-, por la sumisión a su
mando y por la participación en una empresa en la que están empeñados
los valores de la cultura universal.
Devuelvo su saludo
a la Iglesia española, con; la con- ciencia de haber servido en
esta guerra a la causa del espíritu que más que nadie ella
representa.
Correspondo
complacido a los votos del Gobierno, cuya obra de administración
y de continuo desvelo merecerá general gratitud, a los de las
Armas de España, por cuya lealtad, fortaleza y heroísmo hemos
conquistado a libertad de los españoles, y confirmo a la Falange
Española Tradicionalista y
de las J.. O.. N.. S. mi decisión,
absoluta y mi palabra de llevar a su grandioso fin los postulados
políticos, que representa el anhelo histórico de
que es encarnación y guarda.
Recojo, en suma,
el saludo de mi pueblo, formulado aquí por sus órganos de mando,
y por especial complacencia el de los que ocupan la primera línea
en la lucha común, y afirmo mi voluntad de responder a su leal
ofrecimiento cumpliendo con mi deber de soldado y de Jefe.
Pido a Dios
claridad de pensamiento y fortaleza de
brazo para poder gobernar con la equidad y espíritu de
servicio con la que mI Gobierno esta dispuesto a secundarme, para
poder llevar a cumplimiento la Revolución que España tiene
pendiente, y que mi Movimiento encarna, y para llevar a la Patria
a las cumbres del poderío que mis Ejércitos están dispuestos a
mantener.
Que así será si
vosotros sois siempre uno en la obediencia, en la fe y en el
impulso.
¡ARRIBA ESPAÑA!