INICIO

LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado, 1938.


 
Mensaje en el II Aniversario del Alzamiento.

Burgos, 18 de julio de 1938.

Españoles!

Al celebrar en este día la conmemoración del Alzamiento Nacional no glorificamos sólo un hecho que interesa a la vida de España. Se trata de una fase de la Historia del mundo que corona el proceso de la revolución bolchevique; que teniendo por escenario nuestro solar, nos corresponde el paladinaje de una fe, una civilización y una cultura, gravemente amenazadas por los principios rojos comunistas.

Los episodios de nuestra guerra son continuamente de aquellos sangrientos sucesos revolucionarios de 1934, que se caracterizaron en Asturias por el desenfreno libertario, y en Cataluña por la tentativa clara y terminante de una secesión. Ambas muestras constituyen la demostración más palmaria de los propósitos en que habían de inspirarse los que integraron, más tarde, el tan fatídico Frente Popular español.

Pocas personas, en España, se habían dado cuenta hasta entonces de los peligros que nos amenazaban. Sin embargo, un español benemérito sintió la honda preocupación de aquellos instantes, y como conociera anticipadamente la revolución que se acercaba, dio la voz de alarma a aquel Gobierno y fue anhelante a ofrecerle con su concurso el de la juventud que le seguía.

Señalo con ello a JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA, mártir glorioso de nuestra Cruzada, el cual, desalentado, me envió entonces su grito de angustia, en una bella carta, llena de patriotismo y espíritu de sacrificio, en la que mostraba su desesperanza ante la suicida inconsciencia de las autoridades y me exponía la seguridad de que la tragedia rebasaría todas las suposiciones.

Mi consigna fue la de "esperar atentos sin perder la fe en el Ejército", y llegado el instante, si la revolución estallaba, presentarse a las autoridades militares, en la seguridad de que habían de ser aceptados sus servicios.

En aquella fecha memorable, el Ejército salvó a España del caos y de la ruina, demostrando a los enemigos del orden, a los escépticos y a los derrotistas que en el cuerpo que creían débil y minado continuaban perennes las tradiciones de lealtad y patriotismo.

Más de dos mil bajas tuvieron en sus filas las fuerzas militares el año 34; pero con su sangre hicieron ver a los dirigentes revolucionarios extranjeros el rotundo fracaso de sus intentos de destrucción, el vigor de nuestras virtudes.

La juventud española acudió a los lugares del combate acompañando al Ejército en los servicios de guerra y cooperando, con su nota de fe y optimismo, al restablecimiento del orden.

No descansó Rusia en su propósito de desencadenar la revolución en los países europeos y, tras la frustrada en España, preparó se para una nueva y más eficaz etapa.

Seguía en pie la finalidad del Komintern, "el derrumbamiento por la violencia del orden social y tradicional de las naciones". Se anunció "a bombo y platillos" el séptimo Congreso Internacional, convocado para el mes de julio de 1935, definido por el comunista francés Cachin como "La asamblea más responsable de militantes revolucionarios que jamás haya existido".

Los fines del Congreso rodaron en los manifiestos internacionales, destacando en ellos las siguientes consignas:

a) Impulsar la técnica del frente único.
b) Creación del Frente Popular en los países democráticos.
c) Extensión del movimiento revolucionario comunista a las colonias y en especial a la China y a la India.
d) Conversión de las guerras imperialista s en guerras civiles.

Todas las naciones y países fueron amenazados por aquel certamen revolucionario en el que se superaron las esperanzas que los elementos comunistas habían puesto; y tras la consabida glorificación de Stalin, como jefe de la Internacional Comunista y guía de la revolución bolchevique universal, el terrorista búlgaro Dimitroff propugnó e hizo aceptar "la condenación de la táctica sectaria, hasta entonces seguida y calificada de ineficaz, y la necesidad de ampliar los frentes de combate a otros sectores políticos hasta entonces distantes", sentándose así las bases de una movilización internacional sin precedentes y de nuevas orientaciones con la creación de los Frentes Populares, merced a los que, colaborando con gobiernos de izquierda, era más fácil desencadenar la revolución foja.

La situación de las distintas naciones europeas, el imperialismo inglés, los países africanos, Oriente y Occidente, son blanco predilecto de sus maquinaciones. Se confiesan errores, se corrigen defectos, se destacan progresos, se refuerzan los agentes y se renuevan las consignas.

Mientras esto sucede a la luz pública, los conciliábulos secretos acuerdan cuanto de satánico y criminal debe esta par a la vigilante atención de los informadores extranjeros.

Así se prepara la más grande ofensiva que registra la Historia contra la soberanía y régimen de los demás países, explotando un liberalismo caduco que permite, en las mas fuertes naciones, el que un grupo de desalmados puedan traicionar a su Patria hasta convertirse en servidores del Komintern ruso, laborando en perjuicio de su país y en favor del imperialismo rojo, del que transitoriamente se aprovechan.

La nueva táctica tuvo éxitos sin precedentes en nuestra nación; y los que en 1934 fracasaban en sus intentos de adueñarse del Poder público, mediante una sangrienta insurrección armada, lograron pacíficamente, en febrero de 1936, ocupar los resortes del. Gobierno" ofreciendo a Rusia la bolchevización de España.

He aquí el porque nuestra contienda rebasa los límites de lo nacional para convertirse en Cruzada, en la que se debate la suerte de Europa, y la razón de que el comunismo ruso, que en cinco años no había mantenido relaciones diplomáticas con. la República Española y sí sólo la clandestina de los revolucionarios marxistas, apareciese desde los primeros momentos como aliado incondicional de los destructores y enemigos de. España a la que enviaba un ejército de tanques y millares de aeroplanos y como no bastasen los españoles rojos ni los mandos rusos para ganar la empresa, se moviliza a los indeseables de Europa, a los hombres sin Patria, hasta arrastrarlos como carne de cañón, en unión de aquellos obreros sin trabajo, a los que mintiéndoles cometidos de paz .les fuerzan a empuñar las armas en la más criminal de las empresas.

Este es el secreto que se quiere ocultar, el de la alianza de los Frentes Populares con la revolución roja.

¡Solidarios en la traición y unidos por ella en la propaganda!

Hay que evitar que los pueblos sencillos y patriotas se enteren de cómo se les traiciona. Hay que lanzar consignas y voces calumniosas, como si no existiese una verdad y ésta no se abriera paso a fuerza de victorias.

¿Os dais cuenta, españoles, de la magnitud de nuestro triunfo y de las dificultades de la empresa? Estas son las causas de que hayamos llegado al término de este II Año Triunfal y no tengamos recogidos los frutos completos de nuestras victorias.

Un año más de heroico combatir, un año más de lucha sin descanso, en que ni la cordillera Cantábrica con sus altos picos y fragosos valles, ni la Pirenaica con sus reductos naturales y sus macizos rocosos, ni el imponente Maestrazgo con sus ásperos espolones, ni las nieves del invierno, ni los calores del verano, pudieron interrumpir nuestra cadena de victorias y evitar el rescate a la barbarie roja de más de tres millones de españoles.

Triunfos que proclaman el heroísmo de nuestras juventudes a las que, en esta fecha España ofrece el homenaje rendido de su fervor y del su entusiasmo.

¡Ejército español que emulas la gloria de nuestros viejos Tercios y, de sus más preclaro s capitanes!

¡Ejército de mar, que de la nada forjas la firmeza de las nuevas naves del Imperio!

¡Ejército del aire, que con heroísmo disputas al infante el laurel en la batalla!

Símbolos sois de la raza y de la juventud españolas, y yo os envío en este día solemne, con mi fe en vosotros, la fe de nuestra España... De la España Nacional y de la España cautiva...; pues en nuestros días de gloria y de triunfo, dedicamos los más caros y sentidos recuerdos a quienes padecen al compás de nuestras victorias, viendo aumentados los sufrimientos en la zona sin Ley.

Yo pido a todos el más cariñoso de los recuerdos para estos beneméritos españoles, y la más fervorosa oración por el alma de esos héroes anónimos, mártires de nuestra Causa, que en las chekas y en las cárceles reciben la palma de su glorificación y mueren con el brazo en alto, vitoreando a España.

Y en estos momentos de recuento de triunfos, de exaltación de combatientes, de homenaje a los caídos, puesto de honor corresponde a los que sucumbieron lejos de su Patria, a los indígenas de Marruecos, a los voluntarios y legionarios extranjeros que abandonando sus tierras y sacrificando sus hogares, se enrolaron en las fuerzas de la Cruzada para demostrar, en España, cuán grande es la identificación de sus naciones con nuestra Causa y la firmeza de la amistad que nos profesan. Un motivo más del amor que les guardamos.

Triste sino el que acompaña a ese Gobierno rojo, desdichado, que como azote infernal va dejando a su paso una estela de crímenes y sangre.

Más de setenta mil asesinatos registró su paso por Madrid; veinte mil se produjeron en Valencia; cincuenta cuatro mil señala su estancia en Barcelona.

Horrendos crímenes en la España roja, que como español rechazo, y que no pueden ser imputados a quienes se llaman hijos de nuestra gloriosa nación. Son obra del Komintern, del vil, del jorobado Rosemberg, embajador ruso, de Marty, de Negrín y de Álvarez del Varo, serviles discípulos de los soviets, de sus agentes y comisarios, que se trasladaron a España con los látigos y los verdugos, sus chekas y demás instrumentos de tortura.

Esto nos impone a todos .los españoles el deber de cultivar la memoria. Tan dura lección no puede perderse y lo pródigo de la generosidad cristiana, que no tiene límites para los engañados y para los que, arrepentidos, vengan de buena fe a nuestro campo, no rebasará los límites de la prudencia ni permitirá infiltrarse a nuestro lado a los recalcitrantes enemigos de la Patria; que la salud de ésta, como la de los cuerpos, necesita de cuarentena para quienes proceden del campo apestado.

¿No os dicen nada los cantos de sirena de la zona roja? ¿No os previenen las fingidas voces de comprensión y convivencia? ¿No os causa alarma el aparente patriotismo de las nuevas propagandas rojas? ¿No veis en ello el criminal esfuerzo para arrastrar a la muerte a sus juventudes vencidas y un nuevo artificio para engañar al mundo?

¡Invasión extranjera! ¡Guerra de la Independencia! ¡Amor a España!

Invasión extranjera es la que abre la frontera catalana y da paso a los indeseables internacionales que saquean y destruyen.

Guerra de la Independencia, exclaman, quienes ofrecen en venta nuestras tierras y nuestros puertos a la codicia de los imperialismos extranjeros.

Amor a España, dicen sentir los que asesinan a sus hijos, persiguen su fe, destruyen su riqueza, saquean sus Bancos, mancillan sus hogares, arrasan los pueblos y dinamitan los templos.

No pueden evocar la Patria los incendiarios de Eibar, los destructores de Guernica, los anarquista s de Cangas de Onís y los de tantos otros modestos pueblos de nuestras tierras cantábricas; los mismos que, más tarde, asolaron en el Pirineo aragonés todas sus aldeas y, simultáneamente, en las mediterráneas poblaciones de Nules y Burriana dejaron en campo sembrado de ruinas.

Esos vivas a España, esas evocaciones a la independencia de la Patria son en el campo rojo el eco de nuestras victorias, el reconocimiento de nuestra verdad y los cantos funerarios del Comunismo derrotado, aunque en las logias y en ciertas cancillerías extranjeras suene a consigna con la que se trata, todavía, de engañar a las masas incautas.

Pero no suelta fácilmente su presa la fiera derribada, y aun herida de muerte se debate, y como los reptiles, seccionada, aun destila su veneno y su mal.

Nada pueden esperar los rojos de la lucha en el frente, cien veces derrotados. Por ello, en su desesperación y su quimera, pretenden hacer blanco de sus tiros a lo que creen puntos débiles de nuestra retaguardia, explotando la caballerosidad que preside en el gobierno de nuestros pueblos y de nuestras ciudades.

Órdenes de filtración en nuestras organizaciones, viles consignas para nuestra retaguardia, halago de pasiones, hábil captación de ambiciones bastardas, todas las maqui- naciones de una propaganda sutil se estrellan ante la recia raigambre de nuestro Movimiento y el buen sentido de las masas populares.

Esta conducta de los enemigos de la unidad y de la grandeza de España no desaparecerá con la guerra, antes al contrario, es su medio la paz, en que consideran su trabajo menos peligroso y más provechosas las ocasiones de debilidad y de concupiscencia. Por ello tiene que ser mayor nuestra vigilancia y el cuidado de la pureza de nuestro credo.

Un siglo de añejas y decadentes costumbres, de régimen de partidos, de esfuerzos baldíos, de irresponsabilidades políticas y de luchas intestinas, que estimulaban la división y el fraccionamiento de la Patria, ha colmado la mansedumbre de un pueblo que ansía liberarse de tan profundas lacras.

Al sistema de apetitos y clientelas políticas opone el Movimiento Nacional el desinterés y la austeridad de sus miembros; a la irresponsabilidad política de los partidos liberales sucede la unidad de nuestra Cruzada, orgánicamente constituida; a un Estado neutro y sin ideales, le sustituye él misional y totalitario que orienta al pueblo, señalándole el camino, por el que le conduce, sin vacilaciones ni retrocesos, y no como la masa informe, de que son representantes las manifestaciones liberales, que tienen mucho de zoco o de embarullada romería, en las que, multiplicándose las direcciones, se para y se tropieza. La nuestra, es marcha organizada, ligera y con orden, en formación disciplinada, con ritmo y con compás. ¡Que si en .los primeros tiempos fue torrente impetuoso que se abrió camino, hoy tiene ya su cauce, y por él discurre su corriente caudalosa, fecundando a España!

Y en esta marcha jerárquica, pero a la vez irresistible en su poder, no cabe alto en el camino, ni el tropiezo, ni el desvío.

Y si algunos, al servicio encubierto de los enemigos de la unidad y grandeza de España, o infiltrados del virus liberal, murmuran que esto no es nacional o que es pagano, les ofrecemos la ejecutoria del Estado español de nuestros siglos de oro, con su carácter misional y su cadena de ideales, que fueron la base del Imperio, el cual cae y se derrumba cuando se pierden aquellas sublimes aspiraciones, cuando el Estado se vuelve indiferente y cuándo a la cabeza pensante del Caudillo suceden las asambleas deliberantes de hombres sin responsabilidad, en que el extranjerismo se adueña de España y es causa de nuestra decadencia.

Por ello, a los que perseveren en los vicios del viejo sistema les apartaremos; que la España “unida y en orden”, la que tuvo el yugo y las Hechas por emblema, la de un Caudillo responsable y carácter misional, es la España grande de nuestras tradiciones, de características netamente españolas, que hoy adoptan los pueblos que cuidan su futuro imperial.

Son tales los problemas que se presentan en la vida moderna de los países, que no se pueden abordar con una nación escindida o pelea da. Es necesaria la unidad. y si ésta se impone en todos los pueblos que quieren resolver sus problemas de existencia  ¡qué no necesitará España, que sale de la más dura prueba que registra la Historia!

Nuestro régimen no es, pues, ni un capricho ni una fórmula artificiosa de organización. Es una necesidad histórica, indispensable a la propia existencia de la Patria. Hay que soldar al pueblo dividido por los partidos; hay que unir medio siglo de separaciones; hay que borrar los prejuicios de la lucha de clases; hay que hacer una justicia, hay que educar a un pueblo y separar a nuestras juventudes de resabios liberales; hay que elevar los principios del Movimiento, tan contrarios a los que le rodearon en su adolescencia, y por ello, para salvar a España, tenemos que poner mano dura sobre los desvíos de la juventud, si alguien se apartase de la línea marcada.

Es necesario, también, que todos los españoles se convenzan de nuestra Revolución Nacional; que realizamos respetando los imperativos de la continuidad y el orden; que asegura los progresos sociales, por la multiplicación de la riqueza, el rendimiento en el trabajo y la revalorización y mejora de la producción. Del viejo Estado sólo habrán de salvarse sus valores, sus fuentes de energía y sus virtudes de raza.

No es nuestro Movimiento el resurgir de privilegios que como injustos cayeron, Y por podridos ha tiempo que fueron enterrados. Es la valoración y selección de un pueblo en el camino de su propio valer y de sus virtudes. La austeridad, la moral y el trabajo serán las características de los nuevos jefes. No hemos de medirlos por su cuna o por su posición, sino como las órdenes monásticas, en que las prerrogativas y la alcurnia desaparecen bajo el uniforme común de los servidores de la fe. Es la fraternidad humana que tiene su más honda tradición en los preceptos de nuestro Santo Evangelio.

Si hemos, pues, de cuidar el valor moral de nuestros jefes y de nuestros hombres, no os extrañéis que en el camino del servicio tengamos que apartar a quienes no llevan el corazón puro; pues es que así lo exige la garantía de la dirección de nuestras masas.

El espíritu de crítica y de reserva es cosa liberal, que no tiene arraigo en el campo de nuestro Movimiento, y os repito, una vez más, que su tónica es militar y monástica, y a la disciplina y patriotismo de aquélla ha de unirse la fe y el fervor del religioso.

El Movimiento tiene una ética que no puede desconocerse y no puede ser militante quien no sienta su moral. De nada sirve una camisa azul si no alberga un corazón leal y amante de la Patria, ni una boina roja que toque una cabeza si en ella se encierra bastardía o reservas.

Austeridad, virtud que brilla en la juventud militar que lucha en los frentes de batalla, y que es la flor de nuestro Movimiento.

Este es el camino de España, donde el arado de nuestra Causa va trazando los amplios surcos, rectos y profundos, en los que siembra la semilla fecunda y seleccionada de nuestro Movimiento.

Doctrinas e ideales, que no son arbitrarios ni caprichosos, pues recogen los anhelos patrióticos de una juventud heroica, los dictados de .la Historia y el mandato de nuestros muertos.

En su nombre, y en el sagrado de España, deposito hoy esta semilla en el surco profundo que han abierto las victorias de nuestro Ejército glorioso. Españoles todos:

¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA ESPAÑA!


   ATRÁS   



© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.006. - España -

E-mail: generalisimoffranco@hotmail.com