Zaragoza,
19 de abril de 1938.
ZARAGOZANOS,
aragoneses:
Solamente Unas
palabras porque cuanto tenía que deciros con motivo del
aniversario de la Unificación, ya queda dicho en otro lugar: Pero
no puedo menos de recoger estas manifestaciones de afecto que
recibo, y corresponder a ellas con el saludo más cálido y el más
apretado abrazo para vosotros; para vosotros que sois el fiel
reflejo de la voluntad espiritual del pueblo español, y que
haciendo honor a vuestros gloriosos destinos históricos, habéis
sabido sufrir y vencer por España. Vencisteis por España ya
desde aquellos momentos en que se luchaba en el Norte, porque
entonces vuestras virtudes heroicas levantaron un muro que
constituyó un inexpugnable baluarte, y el valor de vuestros
pechos salvó a Zaragoza, a Zaragoza inmortal, corazón de España,
de esta España tan grande. Quiso Dios que en esta ciudad se
alzase el trono de su Madre, columna de la fe. Y ya la más grande
que podíais tener era la Virgen del Pilar, y la tuvisteis.
Fuisteis los primeros del culto mariano y de los mejores en la
lucha para salvar a España.
En estas calles
hace unos momentos habéis visto un río de gente. Y es el río de
España, el río de las villas, de los campos, el río de los
obreros, el río que fecunda y fertiliza nuestro Movimiento,
porque los que habéis visto desfilar son el corazón y la sangre
fecunda de nuestra España.
Estos hombres,
unos con sus trajes rotos, otros con uniformes zurcidos, tan
diferentes en su hábito y ningunos de tan humilde aspecto y
condición, serán todos iguales para nosotros porque están
muriendo en las trincheras y son los mejores.
Esto es el
Movimiento Nacional, movimiento de hermandad, todos unidos por
España:
¡ARRIBA ARAGÓN!
¡ARRIBA ESPAÑA!