25 de
noviembre de 1937
He observado, con el más vivo placer, la
organización por el partido republicano y social de Francia que
usted preside tan brillantemente, de varias reuniones para
procurar contribuir a la paz del mundo, salvaguardando la amistad
entre los nacionales franceses y los de España. Hace un año tuve
la enorme satisfacción de felicitaros por el éxito de la
manifestación que tuvo lugar, bajo vuestra dirección, en la Sala
Pleyel. Yo os aseguro que las reuniones que preparáis ahora tendrán
el mismo éxito dado el renombre de los oradores y la justicia de
la Causa que defendéis.
Vuestras intervenciones en la Cámara han
mostrado a los españoles que Francia no ha olvidado sus mejores
tradiciones y que las conserva todavía vivas. Yo querría que
vuestros oradores dijesen en plena sala que la verdadera Francia y
los verdaderos franceses no tienen ninguna razón para desconfiar
de la España Nacional, pues tienen los mismos ideales y defienden
las dos los principios sagrados de la civilización europea, tan
seriamente amenazados en estos días.