Miranda,
29 de octubre de 1937.
Yo rindo homenaje,
en nombre de España, a vosotros, valientes camisas negras, porque
habéis derramado vuestra sangre generosa en las tierras españolas,
identificados con vuestro pueblo, y habéis derramado la sangre en
España por un ideal de grandeza y de libertad que es lo que movió
a vuestro jefe para hacer una Italia fuerte.
Soldados
legionarios que os cubristeis de gloria en Abisinia y que ahora
estáis luchando en España: Hemos vencido en lo más duro de la
guerra. Venceremos en lo que nos falta. Dios no puede
abandonarnos, porque conoce nuestras intenciones. No luchamos nada
más, sino porque España sea en el mundo digna de su Historia, y
sea firme en su lucha en defensa de su tesoro; no por
consideraciones ajenas, sino por nuestra propia naturaleza.
Heridos y mutilados legionarios: nuestra gratitud y nuestro abrazo
.fraterno. España no entrega fácilmente su corazón a nadie;
pero cuando una vez lo hace es para siempre, y vosotros podéis
contar con el corazón español para siempre.