Españoles:
De nuevo como otros años, en estas fiestas
familiares, ante el umbral del año nuevo, me dirijo a vosotros
para que a cada hogar español llegue el eco de mi voz con un
mensaje de esperanza y felicidad para toda la gran familia española.
A España llegan las salpicaduras de los
aires de convulsión en que vive el mundo. La paz y el orden que
venimos disfrutando desde hace más de treinta años despierta el
odio de esas fuerzas que fueron siempre enemigas de la prosperidad
de nuestro pueblo, de nuestro bienestar y del progreso que España
está alcanzando en todos los órdenes de la vida nacional.
España constituye un estado de derecho cuya
acción política se ordena al bien común, y en defensa de éste
no regatearemos cuantos esfuerzos y sacrificios sean necesarios
para combatir la pasión y la violencia de cualquiera, que intente
perturbar la pacífica convivencia entre los españoles.
“ESTAMOS
SIRVIENDO EL SIGNO DE LA GRANDEZA HISTÓRICA”
Nuestra nación se hace cada vez más grande
y más justa, asciende cada año un paso más en su
perfeccionamiento, cumpliendo los ideales de aquellas
generaciones, que dieron su vida por la Patria, y de los que después
han sido y son dignos de su sacrificio. Nuestro pueblo es cada vez
más rico y próspero en lo material como es visible; pero, al
mismo tiempo, se hace más culto, más prudente y más equitativo.
Disminuyen progresivamente las injustas diferencias sociales, se
eleva el nivel cultural y espiritual de la gran masa de nuestros
compatriotas, y España entera, lo sabemos firmemente, forma una
sociedad mucho mejor de la que conocimos y a la que hemos
entregado con un sentido filial y a la vez fraternal, lo mejor de
nuestra vida.
El pueblo, como los hombres, no inventa su
destino: lo sirven. Y nosotros estamos sirviendo el signo de la
grandeza histórica de España, y nos mantendremos en este propósito
con mayor tenacidad de la que puedan oponer las fuerzas que tratan
de obstaculizar nuestro camino. Y así seguiremos fieles a los
principios que constituyen el lema de nuestra política; es decir,
manteniendo esa base de convivencia entre los españoles, que se
funda en la unión de lo nacional con lo social, bajo el imperio
de lo espiritual. Estamos contra la dialéctica de la lucha de
clases que enfrenta a los hombres en una actitud de
permanente violencia, y proclamamos que sólo este sentido de
solidaridad ente los españoles asegurará la continuación de la
paz que busca nuestra política de desarrollo, nuestro auge económico
y ese resurgimiento industrial, que constituye el signo positivo
de la salud de nuestro régimen.
LA LEY DE
EDUCACIÓN BASE DE LA REFORMA
Estamos haciendo los españoles una verdadera
transformación de nuestro país, una reforma sólida y profunda,
una auténtica revolución con orden y con libertad, como
corresponde a las gloriosas tradiciones de nuestra Patria y al afán
de justicia de nuestro tiempo.
Una de las bases de esta reforma es, a mi
juicio, la Ley de Educación que han elaborado recientemente las
Cortes Españolas y en cuyo cumplimiento viene poniendo el Estado
medios cuantiosísimos para asegurar a todos los españoles el pan
de la cultura, tan necesario o más que el alimento, y llevar a
nuestras juventudes estudiosas esa igualdad de oportunidades que
es exigencia legítima de todo ser humano y de nuestro espíritu
de cristiandad.
Ha sido trascendental el cambio operado en
las líneas directrices de la educación española. La nueva Ley
aprobada ha sentado las bases para la democratización de la enseñanza.
Medida excepcionalmente renovadora, que demuestra el espíritu
social que inspira toda nuestra acción política. Ni un solo
joven tendrá cerradas las puertas del estudio, no sólo en la
enseñanza secundaria, sino en la superior, si reúne las
condiciones y aptitudes necesarias para ello. España necesita de
esa juventud laboriosa, capaz de lograr, mediante sus estudios y
trabajo, el engrandecimiento y dignificación de la Patria. La
juventud de hoy debe reconocer ese celo que el Estado pone en
mejorar sus condiciones de trabajo, en facilitar la elevación
gradual de la educación, renovando sus planes de enseñanza
conforme a las exigencias más modernas que inspiran la reforma de
la educación en el mundo. Con un ejemplar esfuerzo de renovación,
el Gobierno trata de poner al servicio de las exigencias docentes
cuantos resortes e instrumentos se aconsejen como necesarios para
la mejor eficacia y aprovechamiento en la formación de la
juventud. Por eso no deja de causar tristeza ver a una pequeña
parte de algunas Universidades convertidas en juguetes de
mecanismos ideológicos absolutamente al margen de la auténtica
problemática estudiantil. España comprende el ímpetu de esa
juventud que sueña con lo mejor, ardor juvenil que puede
representar un signo positivo cuando se encauza dentro de los márgenes
legales.
LEY
SINDICAL: SE TRATA DE AMPLIAR LOS CUADROS DE LA REPRESENTACIÓN
Junto a esa justicia social en sentido amplio
que la educación general del pueblo significa, seguimos con la
consigna social en sentido estricto de la equidad en las
relaciones laborales, el continuo desarrollo del aprendizaje, todo
ese derecho al trabajo que constituye las bases esenciales del
bien común.
Lo laboral, con todos sus problemas y méritos,
ha constituido durante muchos años la base del resurgimiento de
la nación. La experiencia nos lleva a mejorar cada vez más sus
estructuras mediante el proyecto de Ley Sindical, que se está
discutiendo ahora con tanto celo en las Cortes. Se trata de
ampliar los cuadros de la representación y de la autenticidad en
todo el complejo estructural de nuestra organización sindical,
campo esencial de nuestro ordenamiento jurídico político, sin
perder los beneficios de la unidad sindical, que ha hecho posible
durante tantos años el intenso progreso de nuestra paz social
dentro de los principios de nuestras Leyes Fundamentales.
LA
DISCREPANCIA NO PUEDE TRADUCIRSE EN ACCIÓN DE VIOLENCIA
El mismo espíritu de mejoramiento y de
continuidad en el progreso durante el año que termina, siguió la
evolución del movimiento nacional, es decir, la organización política
que debe mantener a todos los españoles unidos en lo esencial,
sin perjuicio del contraste de pareceres dentro de nuestras leyes
fundamentales, refrendadas clamorosamente por el pueblo español y
que se está manifestando continua y adecuadamente para asegurar
nuestro futuro como nación. Eso no quiere decir que proclamemos
dogmáticamente la unidad de opiniones y pareceres.
Afortunadamente existe en España una amplia concurrencia de
criterios. Pero para que la manifestación de éstos pueda
traducirse en bien de la patria, habrá que seguir su cauce legal
a través de los órganos de representación que existen dentro de
nuestro sistema institucional. Lo que no puede admitirse es que
esa discrepancia se traduzca en acción de violencia que la ley
condena y que no estamos dispuestos a tolerar.
Son bien patentes los logros alcanzados en
España. Si ellos despiertan la hostilidad de nuestros enemigos de
siempre, es que estamos en el buen camino, es que seguimos los
ideales de la España grande y de la España libre, que algunos
quisieron ver mediatizados con esas ideologías de la lucha de
clases, que en nuestra Patria tantos males produjo.
Quiero que mis palabras os lleven un
sentimiento de confianza y seguridad en el futuro. Vuestra adhesión
es la mayor garantía que nos inspira en este camino de servicio,
a los grandes ideales de la patria, que continuamente todos sin
desfallecimiento, conscientes de que el ejercicio de las
libertades individuales sólo puede cumplirse en el marco estricto
de la ley.
CONSOLIDACIÓN
DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO
Superados esos ataques y tensión que por
otra parte, alcanzan a todos los Estados y sistemas. España ha
vivido estas fiestas de Navidad ofreciendo el espíritu que ellas
encierran cuando hay paz y entendimiento ente los hombres de buena
voluntad.
El año que termina ha registrado entre sus
logros, una consolidación del proceso institucional de nuestro
ordenamiento jurídico. La adhesión que las Cortes españolas
prestaron a la designación del Príncipe de España, representó
ciertamente un hecho histórico cuyos benéficos efectos sólo a
lo largo de los años en el transcurso del tiempo se dejarán
sentir. La vista del Príncipe de España a gran número de
ciudades españolas, ha confirmado aquella adhesión que
representa de manera clara lo que el poder ejecutivo acuerda y las
Cortes refrendan dentro del marco constitucional. Todo ello
significa que está asegurada hacia el futuro, la continuidad del
régimen, siempre que los españoles adquieran clara conciencia de
que la paz, la seguridad y la libertad, sólo son posibles dentro
del marco de las leyes que nosotros mismos nos hemos dado y que
tenemos el honor y el deber de salvaguardar. Es precisamente el
pueblo español, el que ha hecho posible con su permanente
asistencia y apoyo, que nuestras realidades políticas se
proyecten hacía el porvenir, dentro de una institución que se
ofrece como la mejor salvaguarda de todas las conquistas que hemos
alcanzado en estos años de denodados
esfuerzos y sacrificios.
ÉXITO DE LA
POLÍTICA INTERNACIONAL
Al volver la vista atrás en ese instante de
recapitulación sobre la obra cumplida, la que con ayuda de Dios
esperamos continuar en el futuro, destaca la consolidación de los
derechos y razones de España en la política internacional. El
acuerdo con el Mercado Común, el tratado de
cooperación, no sólo militar, sino cultural, científica
y tecnológica con los Estados Unidos y la iniciación de
relaciones económicas con países con los que habíamos perdido
el contacto diplomático hace más de treinta años, son
ejemplares síntomas de la fortaleza y madurez con que España
afronta su misión en el escenario internacional. Los contactos
personales que hemos tenido durante este año con el Jefe del
Estado de la gran nación norteamericana, con el presidente del
Gobierno portugués y cancilleres y ministros de numerosos países
europeos y americanos, son prueba de la agilidad con que estamos
inspirando nuestra política exterior y confirma la fidelidad a
sus normas y la eficacia de las mismas.
UN PORVENIR
SIN TEMORES NI SOBRESALTOS
Hoy nuestra patria puede contemplar más
segura que nunca su mañana, convencida de que con nuestra
institucionalización nada puede entenebrecer el momento en que,
por designio de Dios, se clausura definitivamente el período
vitalicio de mi capitanía. La acción de los más altos
organismos del Estado, Consejo del Reino, Cortes Españolas y
Consejo Nacional del Movimiento, poniendo en juego los
dispositivos de la Ley Orgánica, aseguran con ejemplar
autenticidad legal la fórmula de sucesión. España tiene una
larga trayectorias política que debe hacer a todos los españoles
mirar al porvenir sin temores ni sobresaltos, por la eficacia de
las instituciones.
Desde la promulgación del Fuero del Trabajo
hasta hoy España ha seguido una progresión constante de signo
marcadamente progresivo en lo que se refiere a la utilización política
y moral de la actividad sindical. Los más distintos pareceres han
sido escuchados y lo seguirán siendo mientras dure la elaboración
de esta ley. Ningún principio que se considere como inspirador de
las modernas legislaciones dejaron de estar presente en la manera
española de estructurar con nuestra fisonomía sindical las
relaciones entre la empresa y el trabajo. Se trata de una evolución
del sindicalismo que supone, por su vinculación con el Estado y
la familia, una radical transformación de España realizada desde
una base esencialmente popular.
NUEVAS
CONQUISTAS SOCIALES
En esta permanente carrera de conquistas
sociales, es de destacar la nueva ley de seguridad social agraria,
que afecta a cerca de diez millones de personas, en este caso
pertenecientes a ese campo español merecedor de nuestro más
entrañable afecto, que está sirviendo a la patria con
generosidad sin límites. A partir de ahora las previsiones que
comprende la acción protectora de los trabajadores por cuenta
ajena, contarán con un régimen especial agrario, que será el
mismo que los del régimen otorgado en los mismos términos y
condiciones que en éste. Esta ley viene a conceder al sector
agracio todas las conquistas sociales que ya se han conseguido en
otros. Seguimos, pues, preocupados por la total transformación
del campo español y a ella dedicamos nuestros mayores desvelos.
El proceso de nuestro progreso social está
en pleno auge. Nuestra política de desarrollo se ha acompasado
con las evoluciones sociales que han sido necesarias. La
planificación se ha dejado sentir en la eficaz valoración de
nuestras fuentes de riqueza. No se trata de un simple crecimiento
de potencial económico, sino de un auténtico desarrollo
estructural, de una serie de planes, cada uno de los cuales
contempla la realidad social en su evolución, ordenándolo
progresivamente en un claro propósito de modernización de las
viejas estructuras económico-sociales y de un nuevo sistema de
redistribución de beneficios.
FIELES A LAS
ESENCIAS DE LA PATRIA
En el orden espiritual importa que una vez más
recapitulemos sobre la necesidad del pueblo de permanecer fiel a
las esencias de la patria que con sus heroicos sacrificios han
hecho posible estos treinta años de paz. Si nuestra misión es
conservar aquellas esencias, no quiere decir que no aceptemos la
evolución que dicta las necesidades de cada momento histórico
hacia formas nuevas. En este sentido se ha inspirado la política
nacional en relación con los problemas religiosos. La propia
confesionalidad de nuestro estado nos obliga a mirar el futuro
libres de prejuicios y con un perfecto conocimiento de cuáles son
los recíprocos derechos que deberán delimitar el ámbito entre
el poder temporal y el espiritual.
La Iglesia católica y el Estado constituyen
dos poderosas fuerzas vitales que coinciden en el propósito de
promover la perfección del hombre y su bienestar espiritual y
material. Sus finalidades, no pueden contradecirse porque ello
produciría una lamentable crisis social. El respeto recíproco
entre las libertades de cada una de estas sociedades soberanas, es
la garantía de su armónica colaboración en las finalidades
conjuntas que ambas persiguen. En último término, lo que todos
deseamos es la consolidación de la paz cristiana dentro de
nuestras fronteras y contribuir con ella a la gran empresa de la
pacificación del mundo.
EL INMENSO
PLEBISCITO DE ADHESIÓN HA REFORZADO NUESTRA AUTORIDAD
La obra que estamos haciendo es tarea de
todos. Por eso quiero deciros cuánto agradezco ese cotidiano
plebiscito que me ofrecéis en toda ocasión, así como el
esfuerzo unánime, callado y fecundo que realizáis en el taller,
en la fábrica, en el laboratorio o en la cátedra al margen de
toda clase de pasiones políticas, teniendo como un honor el
trabajo de cada día, porque con él contribuís al
engrandecimiento de España.
Las clamorosas y multitudinarias
manifestaciones de adhesión que me habéis ofrecido durante este
año con ocasión de mis viajes y visitas a Barcelona, Valencia,
Zaragoza, Cáceres, Galicia, Guipúzcoa, Jerez, Cádiz y
Salamanca, y el inmenso plebiscito de adhesión en la plaza de
Oriente, de Madrid, y en toda España que habéis rendido en los
últimos días, no solamente a mi persona, sino al Ejército español
y a nuestras instituciones, han reforzado nuestra autoridad en tal
modo, que nos facilita de acuerdo con
el Consejo del Reino el hacer uso de la prorrogativa de la gracias
de indulto de la última pena, pese a la gravedad de los delitos
que el consejo de guerra de Burgos, con alto patriotismo, juzgó.
Esto nos permite entrar en el Año Santo Compostelano en un espíritu
de paz y que podemos pedir a Dios que bendiga los esfuerzos con
que los españoles estamos trazando un porvenir mejor para
nuestros hijos.
EMOCIONADO
RECONOCIMIENTO
A vosotros, a los que trabajáis en los
distintos rincones de la geografía española, a los que creéis
que vuestra labor pueda ser ignorada, quiero os llegue con mi
mensaje de aliento y esperanza para el año próximo, mi
reconocimiento emocionado por la manera abnegada y tenaz con que
estáis forjando el futuro. No los que gritan más son los que
tienen razón, sino los que con su pacífica laboriosidad
refrendan a cada instante la labor del Gobierno. A Dios pedimos
que vuestras vidas alcancen el bienestar que como laboriosos españoles
en pro de la patria os merecéis. La firmeza y fortaleza de mi ánimo
no os faltará mientras Dios me dé vida seguir rigiendo los
destinos de nuestra patria.
¡Arriba
España!