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SUGERENCIAS

 

Mensajes de fin de Año.


 
31 de diciembre de 1947.

Anoche, momentos antes de dar las doce, Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos dirigió el siguiente mensaje a los españoles desde los micrófonos de Radio Nacional de España instalados en el Palacio de El Pardo:


Españoles:

En esta noche en que los hogares españoles celebran sus fiestas tradicionales de paz y de cristiana alegría, mi recuerdo es para todos los que en nuestra nación o fuera de ella elevan a Dios, en esta hora, sus plegarias o sus votos para que bajo su protección continúe en el año que comienza el resurgimiento de nuestra Patria.

Destaca en este año que termina, sobre todos los trabajos fecundos de resurgimiento interior llevados a cabo, el acto grandioso de unidad española y de verdadera comprensión que os solidarizó ante la injusticia extraña en aquel 9 de diciembre de imborrable memoria. El año 1946 deja bien clara ante los ojos del mundo la prueba de nuestra razón y la razón de nuestra unidad, alzada entusiásticamente por toda la Patria como la mejor y más segura bandera que los españoles hayan levantado en el transcurso de los siglos.

El ateísmo y el materialismo que se han apoderado de tantas conciencias y señorean, desgraciadamente, tanto pueblos, difícilmente podrán comprender a una nación católica que, por el hecho de serlo, ha aceptado como ley suprema entre sus hombres aquélla inigualable doctrina por la que Cristo murió en el Calvario. Su igualdad, su libertad y su justicia son las que caracterizan nuestros actos; si  por ellos merecemos el odio o el rencor del mundo, estamos dispuestos a afrontarlo.

Mas una cosa es la malicia de los hombres torcidos y otra muy distinta la de los pueblos de buena voluntad. Por ello nuestro afecto y nuestra gratitud se dirigen en este día a todos los que en el mundo nos comprendieron y nos ayudaron, en especial al mundo católico, que tanto nos asiste y nos conforta, nuestro perdón para los que engañados han intentado, sin embargo,  herirnos, y nuestro desdén para los impenitentes maquinadores de toda injusticia que se han deshonrado al injuriarnos.

Nuestra paz y el afianzamiento de nuestro bienestar son una realidad innegable que nuestros enemigos intentan encubrir con ese telón de agravios y calumnias, pero nuestra conciencia en esta hora de repaso de cuentas descansa en la exquisita y reconocida caballerosidad, nobleza e hidalguía con que nuestra política se ha comportado  respecto a todos los países y a todos los problemas en estas horas del mundo. Vamos al nuevo año con el ánimo bien templado, dispuestos a superar dificultades y rencores, y en él continuaremos esa labor ingente de realizar la reforma económico-social de nuestros pueblos y ciudades.

En el momento en que la comunidad española vive esta esperanza de paz y de buenos deseos para 1947, pedimos a Dios nos siga preservando de los odios que se agitan en el aire del mundo y derrame sobre el suelo de España, la tierra bendita de nuestro muertos, que es también de nuestros hijos, y sobre todos los españoles la gracia de la paz y de su protección para seguir adelante nuestra gloriosa historia.

En esta hora en que el pueblo español se dispone a recibir en paz y alegría en la intimidad del hogar o en el júbilo de la sociedad el año que se acerca con la esperanza de ver otros, me es singularmente grato enviaros a todo los españoles del campo y de la ciudad y a cuantos esparcidos por los diversos países del mundo sentís hoy la nostalgia de la Patria lejana mi saludo más cordial y expresivo que a través de las hondas de la Radio os revelo con la satisfacción de sentirme unido a vosotros en las mismas esperanzas y deseos y en un sentimiento común por la prosperidad y la grandeza de nuestra Nación.

Si reconocemos a la Patria como lo supremo; en el orden político hemos de servir su grandeza y su bienestar ha de compensarnos de todo sacrificio, por ello las ventajas para la Patria alcanzadas nos darán la satisfacción de haberle sabido sacrificar nuestras menudas diferencias.

El año de 1947 registra ante la Historia el momento en que la verdad española se abre al fin camino en el mundo. Era un techo inevitable que no podía hacerse esperar; un ambiente internacional  artificioso erizado de desconocimientos y de rencores había venido obstaculizando la consideración que a nuestro país se debía en el libre concierto de las naciones. Pero la verdad sobrevive siempre a las malas voluntades y a los torcidos intentos y nuestra España ve llegar el instante en que se va ya haciendo justicia a su generosidad y a su derecho.

Este es el final ineludible de todas las propagandas y leyendas falsas, ya que tarde o temprano se abre la verdad camino y lo que pretende fuese estigma que denigrase se transforma en virtudes que ennoblecen. El ser español vuelve a ser hoy en el mundo un timbre de nobleza.

En el año que ahora termina visitaron nuestras tierras  y ciudades numerosas personalidades extranjeras, y muy especialmente hispanoamericanas, que vinieron a colaborar en nuestras conmemoraciones culturales o en nuestros Congresos científicos. Ellos pudieron comprobar libremente, sin ninguna clase de intermediarios, la realidad de nuestro país y la vida verdadera de nuestro pueblo. España, que les recibió con las puertas abiertas, honrándose con su visita, continúa ofreciendo su proverbial hospitalidad e hidalguía, sin ninguna distinción o reparo, a cuantos  quieran acercarse a conocer nuestro presente o los monumentos de nuestra historia.

Tenemos especial empeño en que estas breves palabras nuestras lleven por el éter un efusivo saludo de confraternidad a los pueblos de nuestra estirpe, que por encima de humanas diferencias y errores oficiales, supieron mantener viva la fe y el amor a la vieja Madre y dar fe ante el mundo de nuestro cristiano espíritu de paz y de nuestro probado afán de salvar los eternos valores morales de la Humanidad, a los  que no podemos aludir sin destacar nuestro más sentido recuerdo para los verdaderos adelantados de la hispanidad, para esos frailecitos y monjas, misioneros españoles que esparcidos por toda la redondez de la Tierra., en selvas vírgenes o en lugares inhóspitos, llevan, sin medir el sacrificio, a todos la caridad y la fe del Redentor con la más bella floración del espíritu católico de la vieja España. Y como es de destacar en esta hora de balance nuestros mejores deseos y felicitaciones para la nación que alzó valiente ante los otros pueblos la voz de la verdad y para su digno Presidente, el general Perón, que tuvo el gesto, que nunca olvidaremos, de enviarnos a través del océano a su ilustre esposa como símbolo de amor de su nación. En todos los hogares españoles en esta hora habrá el más cálido recuerdo para la nación Argentina. Y lo mismo que en nuestras horas de prueba en la Cruzada como en la gran contienda sentimos esa unión cual hermanas siamesas que la Naturaleza nos puso en nuestros destinos, sean en éstas más pacificas, aunque siempre intranquilas, nuestro amor y felicitación para Portugal plenas de deseos de ventura. Y presentes siempre en nuestro afán y en nuestras alegrías unas palabras de amor para el noble y leal pueblo marroquí, tan unido a nosotros, y a quien deseamos la mayor felicidad.

En cuanto a las otras naciones vayan nuestros deseos de paz y de felicidad también y nuestra buena voluntad de contribuir a la única y buena armonía entre los pueblos. Pero nuestros más cálidos anhelos sean para los pueblos que sufren; los perseguidos, los que padecen en la cautividad la carencia de hogar o de recursos y para cuantos pagan culpas que no han merecido, nuestro calor de hermanos y nuestros de alivio y de paz. Que la fe en el buen Dios no los abandone, que éste pagará colmadamente sus sacrificios que por encima de los errores de los hombres prevalece siempre su suprema voluntad, que en último extremo dirige el destino de los pueblos. A las oraciones, que, en esta hora el Padre Santo, eleva por tantos hijos que sufren, unen muchísimos españoles hoy las suyas por ellos y por su Santo Pontífice a quien desean que Dios otorgue los dones de una larga vida en bien de la catolicidad doliente.

A los españoles alejados de nuestras tierras por meros enconos o resentimientos políticos, brindamos una vez más la oportunidad de reintegrarse a la vida y a la comunidad nacional. La Patria les acogerá generosamente en la tierra donde nacieron como tantos otros que , un día equivocados, desarrollan hoy con normalidad sus actividades públicas o privadas seguros de que al vivir la grandeza y resurgimiento de la Patria les compensará con creces el sacrificio de sus enconos o de sus diferencias.

En el año que termina. España ha demostrado mediante el testimonio casi unánime de los españoles, expresado en un referéndum sin precedentes en los anales de nuestra historia contemporánea, la firmeza de su vida espiritual y el inconmovible propósito de mantener por voluntad libérrima y consciente del pueblo español, la inviolabilidad de su soberanía. Ha logrado al mismo tiempo construir a través de sus leyes tradicionales un Régimen jurídico, fuerte y estable al mejor servicio de los ideales, inquietudes y exigencias de la Patria, cuyo futuro político está garantizado por cimentarse en instituciones fundamentales y en un claro sentido de la misión histórica nacional. Un fecundo balance de realizaciones del más relevante interés político cultural y social acusa, además, el año que despedimos. El orden y la paz interior han sido absolutos y hasta esas ínfimas perturbaciones que la criminalidad terrorista bajo el disfraz político del comunismo, el mundo sufre, en nuestra nación han sido totalmente esterilizados por la repulsa unánime de nuestro  pueblo y por la vigilancia y sacrificio de nuestros agentes de orden público y beneméritas fuerzas de Seguridad.

En trance de superación las enormes dificultades que la postguerra universal acumuló sobre nuestra Patria y que a todos nos ha tocado padecer, vemos con optimismo el próximo futuro de nuestro orden económico social. Contamos para ello con la voluntad firme de los españoles y confiamos en la aportación entusiástica de todos para resolver, con espíritu de unidad y de cooperación pasional, todos los problemas que salgan al paso de nuestra tarea. Por su parte el Gobierno acudirá, en íntimo contacto con los organismos e instituciones del país y con la iniciativa individual, a hacer más fructífera y próspera la labor de cada día y la vida de la nación.

En este 31 de diciembre, cuando la familia española símbolo de nuestras tradiciones, de nuestros ideales y de nuestras tradiciones, de nuestros ideales y de nuestra vitalidad, se dispone a pasar piadosa o alegremente de un año a otro, uno mis deseos a los vuestros para que en 1948 nos ocupe a todos en el sagrado afán de dar a España el prestigio y la grandeza de los mejores días. Que Dios nos siga ayudando y proteja nuestros hogares. Españoles todos: 

¡Muy feliz Año Nuevo!

¡Arriba España!


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© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.005. - España -

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