En el periódico canario Diario
de avisos, el comentarista Arthur Pauling atribuye las
incoherencias del gobierno de Rodríguez en el terreno
internacional a la falta de viajes (de "mundo", diríamos)
de sus componentes. No estoy muy seguro de que sea así. Muchos líderes
fundamentalistas islámicos y muchos nacionalistas furiosos de aquí
y de allá han viajado mucho, se han formado en universidades
europeas o useñas de renombre, y ya ven… Pero unas frases del
señor Pauling me han parecido muy aclaratorias: "Y todo ello
por pretender protestar contra Bush de manera imprudente para un
político. Como no levantarse al paso de la bandera
estadounidense, siendo aún jefe de la oposición. Zapatero no sabía
que es un gravísimo insulto para los norteamericanos. No
levantarse ante la bandera española es incluso progresista para
algunos políticos de este país. Inaceptable para un
norteamericano con la suya, incluyendo a John Kerry".
Ahí está reflejada toda la
insensatez de un gobierno capaz de dejar vendidos a los iraquíes
frente al mismo tipo de terroristas que masacraron a los madrileños
el 11 de marzo, y poner tal hazaña como ejemplo a seguir por
otros países; o abandonar a los saharauis frente al demócrata
Mohamed VI, tan amigo de España que es el único peligro exterior
relevante que hoy tenemos, aparte del propio terrorismo islámico.
Como buen progre, Rodríguez
no es patriota, y su ceguera le impide entender el valor de los símbolos,
o respetar a quienes piensan de otro modo. Ante el problema del
nacionalismo vasco soltaba recientemente otra insensatez: él lo
resolvería "no abrazando ninguna bandera, ni exaltando
ninguna patria ni discutiendo sobre una nación u otra, porque la
patria más importante es el bienestar y la libertad de todos los
ciudadanos". ¿Los ciudadanos de dónde? ¿Cómo evitará
discutir "sobre una nación u otra" si en eso consiste
precisamente el problema planteado por los separatistas del PNV y
la ETA? ¿Traerá el talentoso Rodríguez algún bienestar o
libertad a los ciudadanos a base de hacer el caldo gordo a los
separatistas del PNV, principales causantes de la ruina de la
democracia en las Vascongadas, y excluyendo a quienes rechazan tal
fechoría, como Redondo Terreros? ¿Cómo va a frenar el programa
separatista-terrorista sin defender España, simbolizada en su
bandera?
La bandera de España tiene
un valor simbólico mil veces mayor que la del PSOE con su puño y
su rosa, pero para Rodríguez seguramente es al revés, pues ve en
la bandera socialista el símbolo del "bienestar y la
libertad" de los ciudadanos… de donde sea. Como dice
Pauling, en España ha resultado muy progresista despreciar
la bandera española, y Rodríguez lo hace a cada momento con el
cuento de sus abstractos "ciudadanos", cuya libertad y
bienestar no mejorarán, desde luego, mediante connivencias con el
separatismo y con el terrorismo, nacidas de una falsa comprensión
de éste, la misma que tienen de sí mismos los pistoleros; ni con
insultos y desplantes a la potencia que hoy garantiza la
supervivencia de las culturas y valores occidentales.
Rodríguez cree que sus tópicos
los comparte casi toda la sociedad, y así ocurre con la España
del botellón, la que le ha dado la victoria. Pero para otros
muchos españoles, probablemente la mayoría pese a la demagogia
reinante, España y sus símbolos cuentan mucho, y Rodríguez
debiera darse cuenta de que está insultándolos gravemente. Él,
no obstante, los desprecia con la misma frivolidad que los políticos
"progresistas" de antaño, aquellos que inventaron una
nueva bandera y se alborotaban ante un "Viva España",
pero no ante un "Viva Rusia", intentando sustituir el
primero por vivas a la república.
La política de Rodríguez
con respecto a los símbolos franquistas sigue la misma línea de
desprecio a gran número de españoles. En algunos momentos de
lucidez, Felipe González dijo:"Hay que asumir la propia
historia (…). Nunca se me ocurriría tumbar una estatua de
Franco. Nunca. Me parece una estupidez eso de ir tumbando estatuas
de Franco (...) Franco es ya Historia de España. No podemos
borrar la historia (...) Algunos han cometido el error de derribar
una estatua de Franco; yo siempre he pensado que si alguien
hubiera creído que era un mérito tirar a Franco del caballo, tenía
que haberlo hecho cuando estaba vivo". Con su actual política,
los socialistas unen la provocación y la cobardía.
Franco, como dijo González,
es parte de nuestra historia, y hasta su muerte la izquierda le
respetó a su pesar y de modo casi supersticioso. Y debiera mantener
ese respeto porque quien trajo a Franco fue, en definitiva, la
izquierda, al destruir la democracia republicana en favor de una
dictadura "proletaria" y la disgregación del país. Los
documentos de la propia izquierda lo demuestran fehacientemente.
Todos habríamos deseado, ya lo he dicho otras veces, que frente al
proceso revolucionario de los años 30 hubiera habido un partido
democrático fuerte y resuelto a parar los pies a aquellas violentas
izquierdas. Pero no lo hubo, y fue Franco quien salvó al país de
una experiencia mucho más traumática que su dictadura. Presentarlo
como un monstruo incomparable indica que la izquierda no acaba de
asimilar su propia historia totalitaria.