SU VIDA
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Doña Carmen
Polo, señora de Meirás, a la edad de diecisiete años,
cuando conoció al entonces comandante Francisco Franco
Bahamonde. |
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Doña Carmen Polo Martínez-Valdés, señora
de Meirás, nación en Oviedo el 11 de junio de 1900, en el seno
de una familia oriunda de Palencia, los Polo-Vereterra. Fueron sus
padres Felipe Polo y Ramona Martínez-Valdés, naciendo del
matrimonio otros tres hijos: Isabel, Zita y Felipe.
Al morir muy joven la madre, don Felipe
contrató a una institutriz, ingresando después las hijas en el
ovetense colegio de las Ursulinas, para pasar más tarde a las
Salesas, hoy convento de clausura. Por este tiempo, doña Carmen
se encarga de hacer un poco de madre de sus hermanos, sobre todo
de Zita, la pequeña.
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CONOCIÓ
A FRANCO EN UNA ROMERÍA
Una de las monjas salesas que estaba como
profesora en el colegio diría, años más tarde, de Carmen Polo:
“Era una joven que se distinguía sobre todo por la energía y
dulzura. Era una chica muy decidida, siempre estaba dispuesta a
tomar parte en todo lo que considerara interesante para ella y
para la propia comunidad”.
Carmen conocería al primer y único hombre
de su vida cuando paseaba con unas primas por la calle Uría, de
Oviedo. Fue aquí donde le vio por primera vez. Iba a cumplir
diecisiete años cuando sucedió esto. Más tarde –en
vacaciones- tuvo ocasión de conversar con él. Fue en una romería
típica asturiana. Años más tarde, ella recordaba el primer
encuentro con estas palabras: “Nos presentaron y charlamos
brevemente, siempre bajo la mirada de nuestra ama de llaves. |
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Día de su boda. Franco
y Carmen Polo, a la salida de la Parroquia de San Juan el
Real, de Oviedo, el 16 de octubre de 1923. |
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Doña Carmen Polo, de recién
casada. Dos años y medio más tarde daría a luz en Oviedo
a su hija Carmen (el 14 de febrero de 1926) |
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Yo creo que me enamoré de él el primer día
que le vi. Yo por entonces estaba en las Salesas. Era un colegio
en el que había muy pocas niñas. Éramos veintidós y catorce se
quedaron después de monjas”.
Franco era comandante –en Asturias le
llamaban “El Comandantín”, por su baja estatura-, con sólo
veinticuatro años. La prensa elogiaba su valor. Pero al padre de
Carmen Polo no le gustaba que su hija, tan joven, mantuviera
relaciones con un militar. “Mi padre se oponía muchísimo a las
relaciones”, recordaba la señora de Meirás, poco después de
quedar viuda. El padre decía, al parecer, a sus allegados que
casar a su hija con Franco era “casarla con un torero, que nunca
sabes si va a volver con vida de la plaza”.
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“YO
ESTABA PREDESTINADA PARA PACO”
Pero esta mujer que , en sus últimos días
de vida, sólo ansiaba reunirse pronto con su marido, ya decía
poco después de casarse: “yo estaba predestinada para Paco y
nada ni nadie hubiera podido hacerme cambiar de opinión”.
Tras el primer encuentro, el comandante
Franco comenzó a escribirle a las Salesas. Pero, al parecer, las
monjas interceptaban las cartas. La propia doña Carmen lo
confesaba, hace muchos años, a la revista “Estampa”: “Las
monjas guardaban las cartas para entregarlas a mi familia. Por eso
yo... no le podía contestar. Fue entonces cuando él decidió
presentarse en el colegio. Fue un día de mañanita cuando, en
nuestra Misa de las siete y media, vimos devotamente en la capilla
al “Comandantín”, como le llamaban todas las muchachas de
Oviedo. No debieron desagradarle nuestros rezos y nuestros cánticos,
pues su visita matinal a la capilla del colegio se repitió casi
diariamente. Y hasta las monjas lo comentaron edificadas, pues
Paco ya disfrutaba de su poquito de celebridad”.
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La Señora de Meirás,
elegantemente vestida, en los años en que era primera dama
de nuestro país. |
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Primer plano en el que
resalta la serena belleza de doña Carmen Polo, señora de
Meirás. |
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Retrato familiar cuando
la actual duquesa de Franco, hija del matrimonio, era aún
una niña. |
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Doña Carmen con su hija
Carmen (hoy duquesa de Franco). |
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TUVIERON
QUE RETRASAR LA BODA
El padre de Carmen va cediendo, poco a poco,
ante la evidencia de que su hija está enamorada de Franco. El
noviazgo de ambos pasa por épocas de zozobra, ya que Carmen Polo
ve cómo él tiene que marcharse a la guerra de África. Fueron
meses de sobresaltos y temores. Ella confesaría un día
recordando aquella época: “Las primeras lágrimas que derramé
en mi vida de mujer fueron por él. No fue demasiado feliz mi
noviazgo porque, siendo novios, hubo de separarse de mí para
marchar a África a organizar la Legión. Era tremenda la espera
de las cartas, que se retrasaban más de lo ordinario; era
tremendo estar pendiente de las noticias de los periódicos cuando
hablaban de las operaciones de Marruecos...”
Y cuando todo estaba preparado para la boda,
ésta hubo de posponerse: “A los dos días de conocerse en
Oviedo la noticia de la muerte del teniente coronel Valenzuela,
que estaba al frente de la Legión, Paco volvió a marcharse”,
contaría después la señora de Meirás.
El hermano mayor de Franco, Nicolás, fue
quien pidió la mano de Carmen en Oviedo. Tras el obligado retraso
de fecha, llega, por fin, el día de la boda en la parroquia de
San Juan el Real, de Oviedo. A los seis de noviazgo. Doña Carmen
diría después, recordando aquel tiempo de relaciones: “Toda mi
vida de novia fue una larga espera angustiada. Sabía de los mil y
un peligros que Paco corría en África y, a pesar de que en sueños
le veía como un ser inmortal, al volver a la realidad todo eran
miedos y malos presagios”.
Se casan el 16 de octubre de 1923, siendo
padrinos el Rey Alfonso XIII –representado por el general
Antonio Olsada, gobernador militar de Asturias- y doña Pilar Martínez-Valdés,
tía de la novia. La boda se convierte en un auténtico
acontecimiento social, tanto en Asturias como en toda España,
dado el prestigio del ya teniente coronel Francisco Franco. La señora
de Meirás confesaría después a una íntima amiga: “Nunca he
vivido un momento tan emotivo como el del día de mi boda”. |
NACE
CARMEN, LA ÚNICA HIJA
Franco tuvo, tras la boda, un mes de permiso
como luna de miel, viajando a Madrid para agradecerle
personalmente al Rey Alfonso XIII su padrinazgo. Transcurrido el
permiso, hubo de volver a África, dejando a su esposa en Oviedo,
con sus familiares.
En África, el esposo de Carmen Polo
conquista la gloria militar día a día ... y, a los treinta y
tres años de edad, es nombrado general (el general más joven de
Europa). Poco después, Franco monta casa en Melilla y es entonces
cuando puede llevarse consigo a su mujer, quien, según diría más
tarde, viajó asustada ... aunque “ya con Paco no tuve miedo”.
Tras volver a la Península, viven la alegría
del anuncio de que van a ser padres. El 14 de febrero de 1926,
Carmen Polo da a luz una niña en Oviedo, que es bautizada en la
parroquia de San Juan el Real, donde se casaron sus padres. |
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La Señora de Meirás,
seguida por su hija, a la salida de un acto que presidió. |
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Doña Carmen contempla
a su hija y a su nieta Carmen Martínez-Bordíu, en
fotografía de Gyenes |
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UNA
VIDA CASI NÓMADA
Madrid, Melilla, Zaragoza, Baleares, Canarias
... fueron las ciudades donde hubo de vivir el joven matrimonio.
De hogar y de casa en casa. Doña Carmen, recordando aquellos años,
confesaba: “Yo rezaba mucho a Dios para que cada hogar, cada
nuevo domicilio me durase mucho”. Tenían una institutriz
francesa para Carmencita. Carmen se ocupaba de decorar cada piso
al que llegaban... para, cuando menos lo esperaban, tener que
levantar la casa. “Cada vez que Paco llegaba –recordaría
después la señora de Meirás-, yo le miraba a los ojos, temiendo
que, en un momento determinado, como así sucedió muchas veces,
me comunicase un nuevo cambio de residencia”. |
TREINTA
Y CINCO AÑOS EN EL PARDO
Franco acostumbrado a pasar largo tiempo
jugando con su hija Carmencita cuando llegaba a casa. La llamaba
“la morita” y “nenuca” (diminutivo cariñoso este último
muy peculiar de Asturias). Años más tarde, ya en El Pardo y como
Jefe del Estado, seguirá llamando a su hija cariñosamente con
estos términos.
En 1936, al estallar la guerra civil, Franco
y su familia se encuentran en Canarias. Y es en Canarias donde se
despiden Carmen y su hija de él, para embarcarse en el barco alemán
“Waldi”, rumbo a El Havre (Francia). Madre e hija viajan con
nombre supuesto. Franco comienza a actuar como jefe del Alzamiento
poco después.
Finalizada la guerra civil, la familia Franco
abandona Burgos, donde había vivido en la segunda parte de la
contienda, y se instala en Madrid. Tras pasar un tiempo en el
castillo de Viñuelas, Franco habla de establecerse en El Pardo.
Doña Carmen accede, entusiasmada, y muy pronto brigadas de
obreros proceden a la restauración del palacete, que había
quedado muy dañado durante la guerra. Las obras se llevan a ritmo
acelerado y el 15 de marzo de 1940 la familia Franco se instala en
El Pardo, donde estarían por espacio de treinta y cinco años,
justamente hasta el día 31 de enero de 1976, en que
doña Carmen –ya señora de Meirás- se trasladó a vivir
al piso de la madrileña calle de Hermanos Bécquer –en el mismo
edificio en que vivía su hija Carmen-, piso en el que ahora ha
acabado sus días. |
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Boda de Carmen Franco
Polo, actual duquesa de Franco, con Cristóbal Martínez-Bordíu,
el 10 de abril de 1950 |
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La señora de Meirás y
el Jefe del Estado con su hija, pocos días después de que
la marquesa de Villaverde diera a su primera hija, Carmen
Martínez-Bordíu |
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Doña Carmen y su
esposo, Francisco Franco, el día de la boda de su hija con
el marqués de Villaverde. |
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LA
BODA DE CARMEN, HOY DUQUESA DE FRANCO
La “nenuca” –como Franco gustaba de
llamar a su hija- fue creciendo y un día del año 1944 se celebra
en El Pardo una gran fiesta de sociedad con motivo de su puesta de
largo: tiene dieciocho años y los ojos de muchos jóvenes están
puestos en ella. Sin embargo, habrán de pasar cuatro años más
hasta que el amor llegue a su vida en la persona de Cristóbal
Martínez-Bordíu, hijo de los condes de Argillo.
El noviazgo se hace oficial y el 16 de
diciembre de 1949 se pide la mano de la hija de Franco. La boda
tendrá lugar el 10 de abril de 1950, actuando como padrinos el
Jefe del Estado –y padre de la novia- y la condesa de Argillo. |
RECIBIDA
EN ROMA POR EL PAPA PIO XII
Doña Carmen Polo realizó diversos viajes al
extranjero durante los años en que su esposo fue Jefe de Estado.
Así, en 1950 visitó Portugal, país al que volvería a ir en dos
ocasiones más, los años 1958 y 1967. Asimismo, estuvo en Roma,
en mayo de 1950, acompañada por sus hijos los marqueses de
Villaverde –que acababan de contraer matrimonio-, para asistir a
la canonización del santo español Antonio María Claret. Con
ocasión de este viaje fueron recibidos en audiencia por el Papa Pío
XII. En ninguno de sus viajes al extranjero fue acompañada por su
esposo, el Jefe del Estado.
Doña Carmen Polo de Franco estaba en posesión,
entre otras condecoraciones, de la Gran Cruz de la Orden Militar
de Cristo, de Portugal; Gran Cruz de Isabel la Católica, título
de noble dama de la Cabeza de Castilla, primera Medalla de la
Hispanidad, etcétera... |
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Llanto y desolación de
la Señora de Meirás tras la muerte de su marido, a quien
conoció a los diecisiete años y el único hombre al que
amó. |
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La Señora de Meirás,
acompañada por su hija, pasa ante la capilla ardiente de su
esposo. |
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LA
MUERTE DE FRANCO, LA MUERTE DE FRAN...
La mujer de Franco, el 20 de noviembre de
1975, convulsiona España, y la mujer que fue, durante treinta y
seis años, primera dama queda rota para siempre por el dolor y
empieza a vivir tan sólo volcada en el recuerdo de aquel hombre
para el que estaba –como había dicho siempre-
“predestinada”. Cientos de miles de personas desfilan ante el
cadáver de su esposo, expuesto en el palacio de Oriente, y en los
funerales, la Reina doña Sofía, rompiendo el protocolo, se
acerca a doña Carmen y la besa en ambas mejillas, en una escena
de singular emoción.
La muerte de su esposo la hizo derrumbarse de
un modo que, por desgracia, volvería a repetirse cuando, años más
tarde, asistía al entierro de su bisnieto Fran –hijo de su
nieta más querida: María del Carmen-, muerto en accidente de
automóvil.
El 31 de enero de 1976, la señora de Meirás
dice adiós al palacio de El Pardo. Es un día triste, acompañado,
al tiempo, por la tristeza de un día lleno de nubarrones. Por última
vez, el regimiento de la Guardia le rinde honores. Son las seis y
diez minutos de la tarde y, a los acordes del Himno Nacional,
Carmen Polo, su hija y su nieta mayor, Carmen, abandonan el
palacio: la señora de Meirás va a comenzar, con la dignidad y la
entereza que siempre la han caracterizado, una nueva vida. |
PENDIENTE
DE SUS NIETOS
Los últimos años de su vida los pasó en un
elegido silencio, en su piso de la calle Hermanos Bécquer, preparándose
para bien morir. No fueron, sin embargo, años fáciles para doña
Carmen estos últimos de su existencia, en los que hubo de vivir
los problemas por los que pasaron algunos de sus nietos. Ella
supo, sin embargo, sobre llevarlo todo con profunda resignación,
llegando a comentar: “Hay que tener mucha resignación cristiana
ante los avatares de la vida”.
En sus últimos años, en que era tan sólo
una venerable anciana que esperaba lúcidamente la muerte y, así,
el poder reunirse con su marido, vivió, al lado de los problemas
de las rupturas matrimoniales de dos de sus nietos, la alegría de
conocer a la tercera hija de Carmen, Cynthia, a la que adoraba, lo
mismo que al resto de sus bisnietos.
La señora de Meirás vivió, hasta el final de sus días, cuanto sucedía
en torno a la vida de los hijos de su hija Carmen. Ella se volcaba
en ellos decididamente. Así, unos días antes de morir, contaba:
“A todos mis nietos siempre les regalo el primer coche y, como
total gasto poco porque no voy a ningún sitio, pues les echo una
mano cuando tienen problemas”. |
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Doña Carmen con su
nieta mayor, Carmen Rossi, el día que la Señora de Meirás
vivió la gran alegría de conocer a su bisnieta Cynthia. |
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