A los 66 años de una gran fecha


Primera Santa Misa de campaña desde el comienzo de la guerra

La apoteosis del triunfo tuvo su escenario grandioso en la Plaza de Cataluña, con la primera misa de campaña celebrada en una ciudad que tanto se ensañó contra toda idea religiosa. Una inmensa muchedumbre que llenaba la plaza siguió la ceremonia con gran devoción y con una inmensa alegría y enorme emoción, haciendo saltar las lágrimas de los barceloneses y catalanes, que no habían podido asistir a ningún acto religioso, durante toda la contienda. Muy pocos, y con grave riesgo de sus vidas, lograron que algunos curas, vestidos con monos y tocados con boinas -a semejanza de los milicianos y de las indumentarias de las hordas rojas- en una oculta habitación, donde se improvisaba un altar, se oficiasen los servicios religiosos.

[N. del A.] En plano particular, en casa de los que luego serían mis padres políticos, usaba como cáliz -para la consagración- una copa de plata de las de champán, un “camuflado” sacerdote, amigo de la familia. Para distinguirla de las demás copas, se grabó a mano una cruz, y después de la guerra se apartó para evitar que se vertiese por descuido alguna bebida. Al fallecimiento del matrimonio, se donó a una institución religiosa de la Ciudad Condal, sirviendo como vaso sagrado en ceremonias familiares.

General Juan Yagüe

Al terminar la santa misa, el general Yagüe dirigió a través del micrófono la arenga siguiente:

«Tenéis la suerte de haber nacido en esta tierra bendita por Dios y admirada por todos. ¡Catalanes! Yo, en nombre del Gobierno español y en nombre de la España de Franco, os saludo y os traigo a vosotros, a los que gritabais antes ¡Viva España! con emoción, os traigo, repito, un emocionado abrazo de hermanos.

«Y a vosotros, catalanes, que os envenenaron con doctrinas infames, que os hicieron maldecir a España, que vivíais engañados por la propaganda, os traigo también el perdón, porque España es grande y fuerte y puede perdonar.

«A vosotros, soldados de mi Patria, luchadores incansables, mi admiración, mi cariño y gratitud.

«Habéis empleado una hora para dar gracias a Dios, que nos ha traído hasta Barcelona, protegiéndonos en la empresa, y al mismo tiempo para rezar también por los caídos aquí en la Plaza de Cataluña, cuajada de banderas de España y de Franco, y jurar que sabremos cumplir con el deber, por el que ellos cayeron, y que en nuestro camino nada ni nadie nos podrá contener.

«Catalanes: ¡Arriba España! ¡Viva Cataluña española! ¡Viva España! ¡Viva Franco!»

 

  © Generalísimo Francisco Franco.


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