ARMADA ¿ÚNICO RESPONSABLE?


· Sus silencios y negativas resultan ser los grandes inconvenientes para conocer algunos detalles fundamentales.

Apenas a la jornada y media de comenzado el llamado juicio del siglo, el diario «Ya» titulaba así: «23-F: Armada se perfila como único jefe de la operación». Pedro J. Ramírez, quien después tendría problemas con la Justicia Militar, se alarmaba desde «Diario 16» por dicho titular. Era algo con lo que no se contaba tan inmediatamente, aunque, bien escuchada la voz del relator, y después de varias y fundamentales declaraciones, no resultaba ni inexacto ni precipitado.

Hay que tener presente que la defensa, en especial Adolfo de Miguel, ya anunciaba desde estas mismas páginas, tan sólo hace dos números, que habría que apreciarse, en pura técnica jurídica, «las eximentes de obediencia debida» para el caso de los inculpados, «sea real o sea errónea -error excusable- del comandante supremo de , las Fuerzas Armadas, según se les hizo saber para determinarles a tomar parte en la operación..., empezando por el general Miláns del Bosch.»

Es a partir de esta nota cuando comienza a decantarse, al primer toque, una especie de responsabilidad mayor en el general Armada que no hace extraño el titular de primera página de «Ya» el domingo día 21. Esa misma fecha se puede leer en «El Alcázar», en una reseña de agencia de la jornada del sábado, que en una primera pasarela de testimonios escritos el teniente coronel Tejero manifiesta que «Mantuvo en el Congreso una conversación con el general Armada durante más de hora y media; en la  que este último le planteó la solución de ser nombrado presidente del Gobierno, que este plan era de Su Majestad el Rey, y que Miláns del Bosch le dijo por teléfono que, aceptara el plan que le proponía Armada».

Más adelante, en una tercera declaración  del teniente coronel de la Benemérita, éste dijo que el general Miláns del Bosch le manifestó que en una conversación anterior de Armada con los Reyes en Baqueira Beret, la Reina le había dicho al que fuera preceptor del hoy Jefe del Estado lo siguiente: «Alfonso, tú eres el único que nos puede salvan». Por otra parte, el comandante Cortina decía que «la cabeza de águila de Armada era mayor que la de Miláns del Bosch, aunque el auténtico jefe era el Rey». También había que tener en cuenta este otro testimonio: Armada le dijo a Tejero que para cuestiones técnicas enlazase con Miláns, pero que los generales Aramburu y Rodríguez Toquero «estaban metidos en la operación y a las órdenes del Rey».


DEMASIADAS PRUEBAS

«Tejero -dice el relator- repitió en su declaración las palabras pronunciadas por Armada el día 19 ó 20 en que dijo que «La Monarquía necesitaba robustecerse y que por ello había mandado esta operación. Mi puesto estará -dijo Armada- en la Zarzuela.» Por eso Antonio Tejero añade en su declaración que el «comunicado que dio no era un manifiesto», y que sólo lo hizo ante las noticias deformadas que aparecían a través de los medios de comunicación durante la madrugada del día 24 de febrero. «...insiste -sigue el relator refiriéndose a Tejero- en que pretendía fortalecer la Corona, dar un tratamiento adecuado a las autonomías, que quería poner a Dios en la Constitución y acabar con el paro.» Y, efectivamente, aquel escrito terminaba invocando el nombre del Rey que, por otro lado, se sabía la ascendencia que tenía sobre Armada, hombre que estuvo, con lealtad y dedicación plena y encomiable, veintidós años a su servicio.

Pero es que el relator sigue hablando por boca del teniente coronel: «Se habla de que, según Armada, el Rey, en Baqueira Beret, había pensado en que cuatro o cinco tenientes generales con mando se reunieran con el fin de dar un golpe a la turca.» Y en otro apartado, concretamente en el relativo a un careo mantenido entre Tejero y el capitán Gómez Iglesias, el primero le dijo al coronel Manchado (en el Parque Móvil de la Guardia civil) «que se trataba de una orden del Rey.» Y una prueba más de la fidelidad militar de los teórica o presuntamente cabezas de águila de la operación la tenemos en la intervención, durante la madrugada del 24, en el hemiciclo del Congreso, del diputado de UCD Joaquín Satrústegui, quien dijo que «él era íntimo amigo de Miláns del Bosch y que éste nunca se rebelaría contra la autoridad del Rey.» Esto fue a raíz de unas palabras de Tejero, dirigiéndose a sus guardias, en las que se hablaba del capitán General de la III Región Militar como un mando de la operación, cosa que, al parecer, no oyó ni vio Landelino Lavilla, según propias declaraciones.

OTROS TESTIMONIOS

Los testimonios de Milans del Bosch y de Tejero hablan de conversaciones del que fuera segundo jefe de Estado Mayor del Ejército con los Reyes.

El coronel Ibáñez Inglés afirmó ante el juez -y se leyó en la segunda jornada- que «Miláns les convocó para un asunto grave y les dijo que iba a ocurrir un hecho importante en Madrid, incruento, y que es taba apoyado y aprobado por el Rey... Armada -les dice Miláns a sus hombres- daría instrucciones desde la Zarzuela.» Y en esa misma sesión se da otro testimonio importante: el del teniente coronel Pedro Mas Oliver:

«En esa reunión -se refiere a la mantenida en la calle General Cabrera, de Madrid, el 18 de enero de 1981, que, por cierto, era su propio domicilio- todos consideraban ya como jefe moral a Miláns, que allí se refirió a conversaciones con Armada en las que éste habla indicado que el Rey opinaba que era mejor un gobierno de civiles presidido por Armada, mientras que la Reina pensaba que era mejor un gobierno constituido totalmente por militares».

A todo esto, el general don Alfonso Armada Comyn niega todo. Su abogado defensor, Ramón Hermosilla tiene que saber como nadie que resulta muy difícil, por no decir imposible, abordar la defensa de un hombre que no quiere defenderse. y los periódicos de estos días han establecido, a través de las sesiones celebradas hasta hoy.. una especie de apartado entre el general Armada, el comandante Cortina y el capitán Gómez Iglesias -los dos últimos miembros del CESID- y el resto de los procesados. De cualquier forma el general Armada «hace rancho aparte» -según Emilio Romero- y el «Ya», de cuyo titular en primera página se sorprendía el director de “Diario 16”, escribía que del “conjunto de diligencias leídas, Armada se perfila como único jefe de la operación”.

No resulta extraño, por ello, que don Adolfo de Miguel, ex magistrado y acreditado jurista, haya manifestado que, a su modo modo de ver, los procesados «actuaban en virtud de órdenes superiores», siendo hecho el requerimiento «por quien por razones de su excepcional posición ofrecía fiabilidad absoluta». Naturalmente que la «excepcional posición» viene dada por veintidós años de vida militar junto al Jefe del Estado -aún Príncipe- y por haber pasado por la Secretaría General de la Casa del Rey y contar con un brillante historial militar en campaña como voluntario, en la Unión Soviética, de la División Azul. Lo tenía todo para ser verdaderamente creído.

HIPÓTESIS

El juicio no ha hecho más que comenzar. Todavía quedan muchas declaraciones y el testimonio vivo de los procesados, además del informe de la defensa y otros capítulos procésales que alargarán la vista. Al margen, en la calle, todo el mundo sabe, a pesar de lo ya leído por el relator, que el Rey, según mandato constitucional, políticamente «no es responsable». Por tanto, no cabe más responsabilidad que la de los propios procesados, si bien, a tenor de lo ya conocido, todo apunta a una dirección operativa del general Armada, a quien los asistentes al juicio le ven cansado y «como si le hubiesen caído diez años más encima». El relator, en otro sentido, ha dejado claro que los testimonios de Miláns (foto) y de Tejero, sobre todo en los careos, han contado «con mayor firmeza».  

De cualquier forma existe un hecho evidente: Había órdenes de por medio. ¿Quién las dio? Ahí está la pregunta que, de resolverse, allanaría definitivamente la causa. El militar es hombre de órdenes; no actúa jamás por capricho y cuenta con un acendrado sentido del honor y de la disciplina. Una operación como aquélla, en la que estuvo un poder Legislativo y otro Ejecutivo paralizados por una intervención militar, además de una Región castrense con sus máquinas y hombres en la calle, amén de una División Acorazada movilizada y en «alerta», no es algo causal. y más contando con la situación que estaba viviendo España en aquellos momentos.

Aquí no cabe más que esperar a que el juicio se vaya desenvolviendo con normalidad, caso de que determina- dos medios informativos que «tienen la factura sin cobrar de lo del 23-F» no pongan al Tribunal Militar en trance de abordar alguna otra intervención quirúrgica, tipo «Diario 16», para defender el derecho a la independencia de la justicia.

De todas formas ya va siendo significativo el criterio de algunos comentaristas políticos. He aquí una muestra «Esta declaración -dice Lorenzo Contreas en «Hoja del lunes» del día 22, refiriéndose a la de Miláns- ...sienta la distancia entre Arma- da y Miláns. Sobre el primero caen luego, bajo las órdenes de lectura del fiscal, las grandes imputaciones de los testigos. Se describe su comportamiento en el Estado Mayor del Ejército y se perfila la figura de un Armada con la Constitución en la mano y «dispuesto a sacrificarme si España me necesita» (como presidente del Gobierno).» Miláns le había instado durante el careo a decir la verdad, reprochándole que quisiera ocultar algo. «... le exhorta -dice Lorenzo Contreras- a que diga de una vez si su conversación con los Reyes fue una invención.» Pero Armada calla, calla, calla... y niega. Esto, hasta el momento, es lo más destacable del juicio.

 Herminia C. DE VILLENA

Fuerza Nueva. Nº 791. Del 6 al 13 de marzo de 1982.


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