ODIO A FRANCO (3)

 

Veamos las respuestas  a todos los interrogantes con los que  concluía el “Odio a Franco” (2). Debo hacerlo,  porque quien no las conozca,  no comprenderá nunca  el porqué del odio a Franco. Estoy  sincera  y absolutamente  convencido de afirmación tan rotunda. Y perdóneme este alarde de confianza en esta teoría. 

 

¿Qué es lo que no olvida el “ente” dotado de memoria tan tenaz?

Ante todo, no logra quitarse de la mente  lo que ha sido Franco para “él”. Y para eso vamos a repasar un poco la Historia. Ese ente -- que hasta ahora he llamado “él”--,  dirigía con prodigiosa maestría la eliminación de España como nación siguiendo un proyecto elaborado y planificado (al detalle) desde hacía varios siglos. Y, durante casi tres,  todo se iba cumpliendo según lo previsto.

Y, así, de  ser la nación elegida por Dios para generar el mayor acontecimiento que conocieron los siglos (descontado el nacimiento de Dios hecho hombre): ¡el descubrimiento de América!, predestinada para crear el único Imperio que ha   cristianizado medio Mundo y dejado una auténtica civilización tras sí, había conseguido -- tras un ataque sistemático--  convertirla en una piltrafa de nación.

El Imperio Español --¡el mayor que habían conocido los siglos y en el que “no se ponía el sol”!--  fue  derrumbado en los inicios del siglo XIX  por un ataque a fondo  desde un  doble frente: desde las logias masónicas inglesas y francesas (al servicio de sus respectivos Gobiernos)  y desde la traición interna del Gobierno y las  instituciones   españoles (minados por las logias masónicas españolas e hispanoamericanas) y por los  sublevados contra la Patria[1]

Al mismo tiempo, conducía  a la propia España peninsular con mano maestra hacia la  desintegración mediante revoluciones constantes, persecuciones a la Iglesia,  golpes de Estado, derrocamiento  de la monarquía,  implantación de la república,  guerras civiles,.Y, la  ruina económica.

Para rematar  su obra,  se va a servir de la joven nación elegida y predestinada a ser  el último de los imperios, el que le llevará  al dominio Universal de la Tierra: ¡los Estados Unidos!, la joven nación que medio siglo después tomaría el “cetro imperial” tras la derrota de el Eje[2]

Su primera gran hazaña (cuarenta años después de haberle robado a México las tres cuartas partes de su territorio) sería adueñarse de los últimos jirones del  Imperio español: Cuba, Puerto Rico, Filipinas.

Semejante traición a España se conoce como el  “Gran Desastre” y fue obra --una vez más-- de las logias, tanto españolas como extranjeras.

Y,  tras él desastre vive nuestra patria: ¡la “Depresión Nacional”! y se adentra,  acto seguido,  por la  autopista de todas las calamidades: la Semana Trágica,  la Guerra de África,  los grandes movimientos “democráticos” (anarquismo, socialismo,   marxismo, sindicalismo de clases con sus luchas sangrientas), el auge  los partidos políticos de variado pelaje. ¡Para que seguir! España se encaminaba de esta forma   hacia la tumba con paso firme y dejando como prueba  las tristes huellas, que hoy nadie quiere recordar: eliminación de la Monarquía, Segunda República, quema de iglesias,  revolución de Asturias, “Estat català”. Un lustro de terror y crímenes con un objetivo final: reproducir en  España una versión nueva de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas,  incluído el asesinato (previsto y planeado)  de todo hombre decente no  manipulable[3]. 

Esta fue su gran aportación a la “liberación del pueblo” en la “zona roja”. La quema o destrucción de todas las iglesias, el  asesinato de  13 obispos, siete mil curas, religiosos, monjas y millares  de católicos los “paseos”, el genocidio de Paracuellos,  la destrucción de un incalculable tesoro artístico, etc.. quedó bien documentada. Lo que permitió, “cuando la libertad triunfó con Franco” juzgar con la ley en la mano a  semejantes criminales y ejecutarlos con toda justicia. Con mucho más derecho, legalidad y garantías y pruebas,  que las ofrecidas por  el tribunal “democrático” de Nuremberg.[4]

Por gracia de Dios, el  pueblo español – con su voluntad e inteligencia enteras[5]-- supo reaccionar a tiempo y se ¡“alzó en armas!” contra esa calaña de asesinos (mezcla letal de marxistas, masones, anarquistas, liberales y separatistas) cuando cocían en sus madrigueras la eliminación de España como nación.

Los “rebeldes”,  dos meses después del Alzamiento Nacional, en una reunión célebre tenida en  Salamanca eligieron libremente para conducirlos a  la victoria, a Francisco Franco Bahamonde, como Generalísimo y Caudillo, aceptando previamente las condiciones que considera imprescindibles para asumir el mando. Sabían que era un excelente estratega, un organizador probado  y un  táctico capaz de cumplir el cometido. Como así fue.

Resumiendo, el hijo más ilustre  de Galicia (el apóstol Santiago no es gallego, sino judío)  había roto el proceso letal  que llevaba entre manos el  “Ente” (de tan buena  y tenaz memoria) ¡Franco había sacada a España del estado de coma terminal en que “él”  la había sumido ya!

¡Y, “él”,  no puede olvidar esa derrota y humillación estridente, habida cuenta de que es la única que le han infringido en doscientos años!

Pero, aun hay más,  el aborrecido gallego no se contentó con  la Victoria, decidió rematar la obra. Era lo previsto en las  “estipulaciones  que había exigido como condición sine qua non para aceptar el puesto en Salamanca. Su meta era ésta: colocar a España en la cima de los países modernos.

Y se anota otra victoria. Al partir para rendir cuentas al Creador, España formaba parte de la élite mundial de los países industrializados. La  había recibido postrada, arrastrándose  por el fango de la miseria, el desorden  y el hambre y nos la dejaba en orden, alegre, feliz, transformada,  y  con una clase media amplia y poderosa.

Estos éxitos continuados del aborrecido Vencedor de la Cruzada, “él”, no podrá apartarlos de su memoria ¡jamás! ¡He ahí la razón última de su odio a Franco! ¡Esta realidad es la que “él”  no ha  digerido o, mejor dicho,  que  ni siquiera consigue tragar! Y esta es la verdadera causa de que sus lacayos –obedientes a sus ucases-- tengan siempre el nombre de Franco en la boca.

Los inútiles, perjuros y nefastos albaceas del Caudillo afortunados receptores de una España Nueva, pudieron   dilapidar  a manos llenas la riqueza heredada y pisotear los valores recibidos, sin que el pueblo reaccionara.

Resulta divertido contemplar como, tras la muerte del Generalísimo, todo el mundo exhibe “heroicidades sin límite” en la “lucha antifranquista”. Pero la única realidad, cruda, palpable e innegable --vivida por los españoles--  fue esta: hasta la muerte del Caudillo,  ni ratas se veían ya  en España. (¡No salían ni a oler los desperdicios que siempre existen!). Preferían la seguridad de sus madrigueras en el extranjero  Los “prodigios de valor” que se cuenta ahora  en las epútcayma  (llamados “medios de comunicación”) son fantasías de fracasados acomplejados, cuyo único mérito consistió en esperar que el Caudillo nos dejara y dedicarse luego a inventarse batallitas y sacar pecho de “opositores al Régimen”.

¿Son suficientemente claras estas explicaciones  como para que se me entienda?

  ¿Por qué no lo puede olvidar, “el”?

  La respuesta es muy simple.

Durante cuarenta años  puso en pie de guerra contra el Caudillo todos sus efectivos humanos, todo su arsenal (medios de comunicación, logias, organismos internacionales, desde la ONU a las Internacionales marxistas) para eliminar de la faz de la tierra al único hombre que le había roto la cadena de sus éxitos e impedido la continuidad de sus planes y su fracaso había sido total y  rotundo. ¡El odiado Caudillo,  tras proporcionar a su Patria “medio Siglo de Oro”,  moría rodeado del cariño y la gratitud de todo un pueblo que lo demostró saliendo a la calle como nunca lo habían hecho los españoles con personaje alguno de su Historia! Había empalmado, cuatrocientos años después,  con el siglo XVI y nuestra “Edad de Oro”.

“Él” no puede arrancarse de la imaginación aquellas colas interminables rodeando el Palacio de Oriente día y noche [6] y la Cruz de “Cuelgamuros”  --el Valle de los Caídos-- le resulta más  dolorosa que  la estocada al morlaco en plena cruz. Mientras tanto “sus ilotas”  viven obsesionados por  destruir  las  estatuas del  Caudillo,  por eliminar  su nombre de las obras por él realizadas, por cambiar la denominación de avenidas, calles y plazas,   y  por censurar y purgar los textos de la Historia,... ¡Es la  pobre, triste y miserable venganza del impotente y resabiado derrotado, contra el vencedor ausente!

Gabriel Veuillot


[1]  A título de anécdota personal: Recuerdo a un joven y modesto trabajador de Gavá que al terminar su trabajo, se fue al Prat, cogió un avión, pasó toda la noche haciendo cola y regresó a Gava para incorporarse al trabajo nada más llegar. Lo hizo con la mayor naturalidad del mundo, sin darle la menor importancia, como una  obligación de gratitud al hombre que más había hecho por la clase trabajadora. He estado a punto de preguntarle alguna vez, ¿recuerdas lo que hiciste el 21 de noviembre de 1975?  ¿a quién votas tú, ahora,  27 años  después aquél gesto y 25  de “transición y democracia? ¡A lo mejor a “C-y-U”, no lo sé! Tampoco me interesa.

[2] El régimen de Franco –hay que proclamarlo siempre muy alto-- no “asesinó”, simplemente ajustició a “criminales convicto y confesos”. Está al alcance de todos la “Causa General” para comprobarlo. No quedaron impunes sus crímenes. Todo lo contrario de lo que sucederá  con los asesinos de ETA. Ante la inutilidad de las Instituciones españoles se glorían de sus cobardes tiros en la nunca y chulean seguros de que  la Democracia  les castigará con la  recompensa de nos breves encierros en  prostíbulos de lujo a cuenta del contribuyente español.

[3] Aun no castradas por las ideas democráticas liberales impuestas al pueblo por las epútcayma (más conocidas como “medios de comunicación de masas”)  durante la  “Transición” ese gran “invento” de traidores y perjuros para convertir en mérito su  alevosía.

[4] Prácticamente  todos los “precursores”, “libertadores” y “apóstoles” de la independencia de las provincias americanas fueron masones y, en general, “hijos de peninsulares” más que “criollos”. Para nuestra  desgracia, de la piel de toro, brotan los traidores  como los hongos. En forma tal que alguien sentenció: “¡España se merece la suerte que padece por los hijos que engendra!”. Ahora mismo no tienen más que repasar la  lista oficial de políticos de la Democracia,  en ejercicio o “jubilados”,  para convencerse de semejante verdad.

[5]  Más que de la derrota del Eje fue la derrota de Europa a manos del Sionismo internacional , estrangulada entre sus dos brazos: el Capitalismo Mundial y el Marxismo hijo del mismo.

[6] Los” rojos” tenían elaboradas las “listas negras” de condenados a muerte y las utilizaron sin contemplaciones, allí donde   no triunfaron “los rebeldes”.  Es su   método preferido para alcanzar  el “progreso social”. (En  Rusia eliminaron a sesenta millones de campesinos y hombres “de orden” por  no ser aptos para  asimilar la doctrina “liberadora marxista” y otro tanto hicieron en China, Vietnam, Camboya, Angola, Cuba, Etiopía, etc.).


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