¿Cómo era en realidad Isabel La Católica?

 

Por Vidal González Sánchez

 

1451.- La niña que nacía en Madrigal de las Altas Torres (Ávila) el día 22 de abril, Jueves Santo de 1451, hija del rey D. Juan II y de su esposa Dña. Isabel de Portugal, traía en sus venas sangre de reyes, de sabios y de santos.

1454.- Apenas cumplidos tres años, quedaba huérfana de su padre, bajo los auspicios de una madre de ánimo tarado con melancolía depresiva, ensimismada en tristes recuerdos. Por esta causa la niñez de Isabel transcurrió triste y en medio de privaciones de todo tipo, encerrada con la servidumbre de su madre en la casona-palacio de la villa de Arévalo (Ávila). Pero allí fundamentó la Infanta su recia vida espiritual.

1461.- Esta formación ascética con marchamo de franciscanismo comenzó a mostrar su eficacia en el choque frontal con el ambiente licencioso y depravado que se respiraba en la corte de su hermanastro el rey Enrique IV, en la que, arrancada del ambiente familiar (a los 10 años), se vio inmersa la joven Infanta junto con su pequeño hermano Alfonso. Íntimamente unidos los pequeños protagonistas superaron, gracias a sus convicciones  cristianas, los asaltos a su inocencia. Esta tenacidad en la defensa de la fe y de sus exigencias fue nota característica en ambos hermanos hasta el fin de sus vidas.

1468.- Pero Isabel tuvo que experimentar el gran dolor de la muerte de su hermano Alfonso, el confidente de sus cuitas, acaecida en Cardeñosa en junio de 1468. Tanto dolor sufrió la Infanta, que hubo de retirarse a un monasterio de Ávila. Isabel será desde ahora más huérfana que nunca. Tenía 17 años.

1469.- En Valladolid, a los 18 años, contraerá matrimonio el 19 de octubre de 1469 esta princesa, legítima Heredera de los Reinos Castellanos (Pacto de Guisando, septiembre 1468) con Fernando de Aragón, Rey de Sicilia. Hasta llegar aquí, la Princesa Isabel, gracias a su entereza y a su confianza en Dios, pudo vencer la trama que, contra los impulsos de su conciencia, se le había urdido.

1474.- Muerto el Rey Enrique su hermanastro -nunca antes por más que se la presionó- el 13 de diciembre de 1474, a sus 23 años, fue proclamada en Segovia legítima Reina de Castilla y de León. Ahora podrá realizar sus proyectos de reinado con la mira puesta en Dios y en el servicio a la Iglesia.

1479.- Los primeros años de reinado tuvo que establecer la paz y la justicia, amenazadas, en sus reinos; a la vez, fiel esposa y madre ejemplar, respeta a su esposo y va educando a sus hijos a quienes inculca el amor a Dios con su personal ejemplo. Busca a los mejores maestros que hagan de ellos personas cabales en todas las ramas del saber; preocupación que extendió a los hijos de la nobleza castellana.

1492.- Acometió el remate de la Reconquista en una guerra aceptada por los Papas. Se devolvía así el Reino de Granada a la Cristiandad, 2 de enero de 1492, en una empresa calificada por la misma Reina como la "Causa de Dios".

1492.- En marzo de este mismo año, los Reyes Católicos retiraban a los judíos el permiso de permanecer en sus Reinos. La Reina se constituyó la decisiva defensora de los posibles abusos ante esta medida.

1492.- y el 12 de octubre de este año, la Reina contaba 41, la Providencia, valiéndose de ella ponía en sus manos un Mundo Nuevo para que por su empeño, por su fe y por sus desvelos maternales, las Islas y la Tierra firme recibieran la luz del Evangelio. Siempre procuró lo mejor para sus súbditos los indios y jamás consintió en su esclavitud, contra los propósitos e incluso la práctica que quiso introducir Colón.

1496.-  En 1496, 45 años de Isabel, finalizaba la conquista de Canarias: tanto aquí como en el Reino de Granada, como en el descubrimiento de América, manifestó su celo religioso en la dotación gene- rosa y regalo de ornamentos y vasos sagrados para el culto en las iglesias que se iban erigiendo.

1504.- Después de treinta años de reinado, víctima del sufrimiento por la suerte de sus hijos, "sus ángeles", la Reina paciente y resignada como otro Job, no pudo más y cayó enferma por cien días. Consciente de que ésta sería su última enfermedad, se refugia en su amada Villa de Medina del Campo para morir en una estancia de la Casa Real de su Plaza Mayor. Ha pedido que no se importune a Dios rogando por su salud, sino por obtener la misericordia del Señor en su seno. Su Testamento es todo un monumento de sensatez, de justicia, de amor y de entrega a Dios incluso por el martirio. Todo el Reino está conmovido. Por fin, el 26 de noviembre la Reina, a sus 53 años, muere en hábito franciscano y es llevada a Granada, ciudad a la que tenía "en más que a mi vida". Aquel famoso sepulcro exhala aún perfumes de santidad.
                                                                                      


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