Primero
a hombros de los oficiales de su guardia, después a
hombros de sus familiares, a los acordes de la Marcha
Real, el féretro recorre los últimos metros hasta el
umbral de la basílica de la Santa Cruz. Y en ese
momento estalla otra vez como en la Plaza de Oriente
el clamor de todas las gargantas: Franco, Franco,
Franco ...
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