El
espectáculo asombró al mundo ...
Indescriptible
... Fantástica manifestación de duelo ... No hay
palabras para tanta emoción. A los cronistas se les
hielan los adjetivos en la boca y sólo queda un gesto
de asombro, de respeto, de admiración. Admiración
por el hombre que durante casi cuarenta años llevó
de su mano la historia de España, en los momentos
acaso más difíciles que haya contemplado nuestro
siglo XX. Admiración también para este gran pueblo
que, emocionado, sereno, profundamente dolorido, le
está despidiendo ahora. El buen vasallo del romance
ha encontrado por fin su buen señor, el que reclamaba
el cantar de gesta; y aquí están señor y vasallo
dándose la mano de despedida por última vez.
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