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Preveo que mi muerte será un largo martirio en favor de España. Fueron palabras del Generalísimo Franco.

En la capilla ardiente, ante su cuerpo sin vida, no es posible olvidar las horas, los días, las angustias de su tremenda y larga enfermedad. El palacio de El Pardo es hoy la mansión del luto. Sus familiares, sus íntimos, sus allegados, los que compartieron con él las últimas horas dramáticas, están aquí, a su lado. Ya todo ha concluido.

Ahora viene una calma serena que es tiempo para el dolor y la meditación. Hay un murmullo de oraciones en torno al féretro, a sus pies el bastón de mando y la espada de Capitán General. De cuerpo presente y de alma ausente, Francisco Franco, Caudillo de España, descansa en paz, en el amor de los suyos.







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