Vizcaíno, la senda iluminada

 

    Luis María ANSON
    de la Real Academia Española

    Antonio Buero Vallejo le tenía en gran estima personal y literaria. Era Vizcaíno Casas «un hombre del Régimen», un franquista convencido, si bien ajeno al pelotilleo y al oportunismo. Trabajó conmigo durante siete años en la Agencia Efe y puedo dejar constancia de su musculatura jurídica y de su sagacidad como abogado laboralista.
   Le acompañó siempre el éxito desde La senda iluminada, una obra teatral escrita en sus años universitarios con la que obtuvo su primer premio. Después, medio centenar de títulos avalan su vocación literaria. Negarle a Vizcaíno Casas la condición de escritor sería una mezquindad, propia sólo de algunos sectarios de la izquierdona. Yo discrepo de una buena parte de sus ideas y también de su interpretación de la historia reciente. Pero el éxito popular de sus libros no se debe ni al oportunismo ni a las concesiones literarias. Era un hombre muy inteligente, con una capacidad para la sorna que asustaba, con la coña fresca, y marinera, y con una sagaz penetración psicológica de las gentes.
   Si Buero Vallejo viviera, suscribiría lo que afirmo en estas líneas apresuradas sobre un escritor de vocación, sobre un humorista extraordinario, sobre un hombre que fue siempre coherente con sus ideas, cuando, con la Transición ya en marcha, muchos de sus compañeros escondieron las cinco flechas simbólicas en el carcaj de la Historia y se metieron el yugo delicadamente por el rabel para seguir chupando del bote. Fernando Vizcaíno Casas, en fin, que era creyente, camina ya por la senda iluminada.

La Razón. 3 de Noviembre 2.003

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