«RECONCILIACIÓN»

 

Por Ramón de Tolosa

Es curioso comprobar cómo los grandes eslóganes del comunismo internacional son adoptados miméticamente -¡buenos tontos útiles!- por una serie de instituciones y personas que en realidad no podemos tachar de profesar la filosofía de Marx o Lenin, pero que, sin embargo, le hacen el juego, haciendo suyas las normas o ideas que, lanzadas a los cuatro vientos por los secuaces del comunismo, son difundidas después por estos elementos que, más que compañeros de viaje, resultan los clásicos tontos al servicio de una dogmática que les es totalmente ajena.

Así vemos ahora, por no remontamos a ejemplos más antiguos, cómo las consignas comunistas de, por ejemplo, «el Ejército tiene que ser apolítico y solamente debe defender las fronteras de la Nación contra la agresión exterior», son adoptadas, como genuina expresión propia por gentes que por historia, vocación y puesto son totalmente anticomunistas, pero que caen en la trampa y no se dan cuenta que lo que hacen es adoptar posturas y expresiones que han nacido de la fábrica de propaganda del marxismo internacional.

El caso más típico lo tenemos en la palabra «Reconciliación, que hoy nos abruma con su difusión a través principalmente de ciertos estamentos eclesiales de nuestro país.

La «Reconciliación Nacional» en unión del «Frente Democrático» -después «Junta»- fueron expresiones o líneas de actuación política nacidas en el seno de Partido Comunista español, y vieron la luz del brazo de La Pasionaria y de Santiago Carrillo. Después, una parte de la Iglesia, como decimos, la ha hecho suya, tal vez sin darse cuenta, pese a que no podemos olvidar la auténtica infiltración del comunismo en ciertos cuadros y asociaciones de la Iglesia española.

Por ello, en esta fecha de la Victoria, que coincide en este año con la más fuerte campaña en pro de la ((Reconciliación», tendríamos que preguntar a sus voceros más ilustres si lo que se pretende con eso .es seguir una consigna comunista y tratar de sustituir el recuerdo, la efemérides de la victoria de las armas nacionales, por una motivación marxista, amparada en un supuesto humanitarismo que lleve a los poderes públicos a olvidarse de tan alta fecha trascendente, clave de la realidad del Estado y de la vigente constitucionalidad de, mismo, por un sentimiento de culpa y «borrón y cuenta nueva» en base a una motivación cristiana de amor fraterno, pero que realmente oculta un propósito decidido de hacer bajar la guardia para introducir más cómodamente el «caballo de Troya» que haga desaparecer el Régimen.

No hay caso lógico para pedir una «Reconciliación», pues ésta ya fue ofrecida generosamente por Franco al terminar la Cruzada de Liberación y aceptada por quienes con ideas opuestas, pero limpia acción, aceptaron la derrota armada y se sumaron al quehacer colectivo nacional, integrándose en una labor comunitaria de desarrollo y progreso y del país, sin que nadie interfiriese su vida ciudadana, su vivir social y colectivo.

La «Reconciliación» sólo la piden los que siguen pensando en la revancha, en los «cuatro veces treinta y nueve años» que tan «humanitariamente» nos ha prometido de castigo La Pasionaria, a los que somos fieles al Movimiento Nacional -claro es que sólo para los que se salvasen del paredón- y en cuyo ánimo no existe ningún deseo reconciliatorio y menos de amnistía o indulto por «nuestros crímenes o ideas políticas». Lo triste es que haya personas que caigan a estas alturas en la trampa y les hagan el juego. Los demás que se suman al coro o toman la iniciativa -sean clérigos o seglares-, por mucho que se disfracen de cara a la opinión, no pueden ocultar su auténtica intencionalidad política y su clara obediencia a las consignas que reciben de los diversos Comités Centrales de las distintas ramas que por ahí pululan al servicio del marxismo-comunismo.

® Fuerza Nueva. 29 de Marzo de 1975. Num. 429


© Generalísimo Francisco Franco. 1 de Abril de 2.005.-


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