LA CONQUISTA MÁS FÁCIL Y MÁS ARDUAMENTE BUSCADA DE TODA LA GUERRA CIVIL

En su libro "Cinco historias de la República y de la guerra", Palacio Atard describe como Madrid se entregó a las tropas de Franco, en unas horas y sin lucha, el 28 de marzo de 1939.

La ofensiva final se puso en marcha la madrugada del día 26 de marzo de 1939 en los frentes señalados al efecto. Pero esta vez ocurrió un hecho insólito: esta vez la ofensiva no buscó beneficiarse del factor sorpresa, porque dos horas antes se anunciaba por radio al mando enemigo, al mismo tiempo que se comunicaban a las filas adversarias las instrucciones para que las unidades en línea se entregaran sin resistencia y en orden. Las cosas ocurrieron de este modo en Madrid y prácticamente en todos los frentes. Una cesación total de la voluntad de lucha, una entrega incondicional efectiva de las unidades del ejército vencido, que no se atuvo a ninguna capitulación formal ni a la firma de ningún acuerdo. Madrid y toda la zona republicana conocieron este final súbito, pero no inesperado, de la contienda. El acta de capitulación espontánea, no escrita en ningún documento, pero suscrita por el unánime deseo de quienes se negaban a prolongar una lucha ya imposible de sostener con un mínimo de esperanza.

La principal misión de la «quinta columna» de Madrid, como las organizaciones análogas en otras ciudades, además de los servicios de información militar y de asistencia o socorro a los presos, perseguidos y personas adictas, en general, fue la previsión de la anarquía final. Se contaba en Madrid con once banderas de la Falange clandestina y cierto número de agentes de la autoridad comprometidos. El 28 de marzo de 1939 llegaba la hora triunfal de la «quinta columna». Desde la tarde anterior las tropas republicanas de la Ciudad Universitaria y de la Casa de Campo se pasaban a las filas contrarias o confraternizaban con el hasta entonces enemigo. Antes de que la ciudad fuera ocupada militarmente, la «quinta columna» se adueñaba de la calle, tomaba los edificios públicos y daba protección a los servicios de gas, agua, electricidad y transportes urbanos, cuyo funcionamiento quedó de este modo garantizado. El último director del diario El Socialista, Ferrándiz Alborz, cuenta cómo mediada la mañana del día 28 abandonó la redacción justo en el momento en que unos muchachos armados de la «quinta columna» tomaban el edificio. Desde las primeras horas de ese día Madrid aparecía engalanado con colgaduras y banderas para recibir a los vencedores, ya fuera a impulso del entusiasmo de unos o del temor de otros. Era la hora de la paz, de la resurrección de quienes habían sobrevivido en las catacumbas, de la reconstrucción necesaria, quizá también la hora de los rencores y de las venganzas de quienes habían soportado persecución y humillaciones, y no tenían grandeza de ánimo para perdonar”.


© Generalísimo Francisco Franco. 1 de Abril de 2.005.-


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