Esta decisión no agrada a la Fundación Juan de Ávalos, encargada de la conservación, mantenimiento y difusión del legado del escultor, institución que aprueba la rehabilitación de la obra siempre y cuando esta se realice «in situ» y no conlleve el traslado de la citada pieza que, en su conjunto, pesa entre 120 y 150 toneladas, mide seis metros de altura, nueve de ancho y tres de fondo y está formada por 151 bloques de piedra.
Entienden que la obra puede presentar «las patologías propias de cualquier piedra expuesta a los cambios bruscos de temperatura y, muy en especial en este caso, por la zona en la que se encuentra», pero no comprenden la necesidad técnica de su «casi imposible» desmontaje sin daños.
Dificultad de su traslado
Para ello haría falta, aseguran desde la Fundación, «separarla de la base, levantarla mediante grúas hidráulicas para depositarla en una base indeformable, elevarla y colocarla en un transporte especial que absorbiera los movimientos hasta el taller y viceversa».
Su propuesta pasa por que cualquier intervención que deba realizarse se aborde «in situ», procedimiento que, por otra parte, insisten, «supondría mayores facilidades». Desde Patrimonio Nacional refutan categóricamente este punto de vista y apuntan a que, según sus informes técnicos, «no es aconsejable por seguridad que los restauradores trabajen en su actual ubicación».
Originales destruidos
De lo que no cabe duda es de que «La Piedad» es una pieza única de un valor artístico y económico extraordinario e incalculable. De hecho, su mérito fue refrendado en su día por nueve Academias de Bellas Artes y el autor recibió en vida cerca de cien distinciones y honores de todas partes del mundo.