El templo se encontraba repleto de fieles que abarrotaron los asientos —e incluso muchos tuvieron que permanecer de pie—, en un acto que sirvió para mostrar su apoyo a la Abadía y al lugar como un templo de culto católico. Así lo expresaban la mayor parte de los fieles que se acercaron al Valle, quienes recibieron el agradecimiento del padre Juan. En su homilía, les recordó que la Comunidad benedictina «no es nadie sin vosotros». Además, este padre indicó que la reapertura supone «un primer paso para recuperar el derecho a la libertad de culto» que se había perdido.
Desde el primer fin de semana de noviembre, Patrimonio Nacional había decidido impedir la celebración de eucaristías dentro del templo por el peligro que suponían los desprendimientos de fragmentos de la escultura de «La Piedad», ubicada en el frontispicio de la entrada. Sin embargo, la Comunidad benedictina ha venido ofreciendo misas al aire libre en diversos lugares del Valle de los Caídos, como en las puertas de acceso al recinto o la explanada de la abadía, siempre con numerosa afluencia de fieles. A pesar de esta nueva reapertura, los vigilantes de seguridad impedían en todo momento que los fieles deambularan por el recinto, más allá del trayecto que une el aparcamiento con la entrada al templo.
Ante las protestas de los fieles y de los propios monjes, Patrimonio ha habilitado un pasadizo cubierto que permite el acceso directo a la basílica, sin necesidad de que los creyentes corran peligro por los desprendimientos. La escultura de «La Piedad», de Juan de Ávalos, se encuentra cubierta con una malla y unas estructuras metálicas. «Ya podían haber construido esto mucho antes», expresaba Juan Manuel. «Para esta solución no creo que hubiera que tenido que pasar tanto tiempo», afirmaba una indignada Eugenia. Las quejas eran generalizadas entre todos los asistentes, quienes también recordaban que su intención es acudir al templo independientemente de las decisiones políticas. «Con nosotros no van a poder, porque nuestras creencias pueden más que cualquier gobierno», afirmaba una indignada Isabel. La reapertura no es total, porque Patrimonio Nacional sigue sin autorizar visitas turísticas. Quien quiera entrar tendrá que acudir a las misas que se celebran diariamente a las 11 (excepto lunes), o el domingo a las 11, 13 y 17 horas.
Muchos de los fieles que ayer se acercaron a la basílica mostraron su apoyo a la comunidad benedictina y a la posibilidad de seguir celebrando misas en este templo. Ante el numeroso apoyo recibido, el padre Juan les recordaba en su homilía que «la naturaleza de este monumento no es posible sin vuestra presencia». Para el padre, el Valle de los Caídos «es un lugar de reconciliación», además de un espacio en el que deben primar «la razón, la libertad y el derecho».
Vigilia permanente
Entre la última misa de la mañana (13.00 horas) y la primera de la tarde (17.00 horas), los fieles quisieron realizar una Vigilia permanente con una velada al Santísimo. Sin embargo, los miembros de Patrimonio intentaron impedir este acto alternativo a las misas, alegando que la decisión del organismo público se basaba en la apertura del templo, pero sólo para celebrar actos de culto religioso. Finalmente, algunos fieles han conseguido quedarse rezando dentro de la basílica mientras que otros muchos han acudido a la hospedería, donde se ofrecía una paella.
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