Desmontaje
de la estatua de Franco.
Magdalena Álvarez
gana la Guerra Civil
«El monumento también
podría erigirse a Polanco, dando continuidad al sentido
primigenio de la estatua, que viene a resumirse en la
cuestión ¿Aquí quién manda? Francisco Franco podría
aparecer a su lado, más pequeño, tamaño gnomo de
piedra» |
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Lo bueno que tienen los socialistas es que de cualquier cosa
hacen un ministro. Y cuando éste da el cante no pasa nada
porque tampoco esperábamos otra cosa. Ni ellos. Una de las
de cuota se proclama fraila y otra decide derrocar a
Franco treinta años después de muerto. Pero si a la
primera le traiciona el léxico, la segunda, con los nervios
del derrocamiento, justo cuando está a punto de lograr lo
que no consiguieron Azaña, Rojo, Negrín ni Pasionaria, va
y lo alza con unas cuerdas, lo asciende a las alturas.
Oculta la grúa en la oscuridad de la noche, algunos transeúntes
creyeron presenciar un milagro.
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Pero el milagro de verdad sucedía mientras tanto en un hotel de la
ciudad, con Santiago Carrillo recibiendo la alegría de su vida en
forma de entrañable fiesta sorpresa de McDonald’s. Llevarían,
supongo, gorritos de cartón, narices de payaso y matasuegras. Y
corona. Herrero de Miñón, Martín Villa, Barrionuevo, Alberto Aza y
otros izquierdistas pudieron mostrar su admiración al héroe que
tantas cosas buenas hizo por España.
Bien, para llenar el vacío que deja la estatua ecuestre del Caudillo,
Magdalena Álvarez ha convocado un concurso de ideas. Quiere primar la
simbología de la concordia. Tantos prohombres merecen ocupar ese
espacio que no va a ser fácil decidirse. Lo mejor sería poner una
tabla rasa, sin más, idea que amén de minimalista, como las cabezas
de los ministros y la moral de los amigos de Carrillo, puede aludir al
perdón o a la Transición española. O al programa político del
PSOE. El arte siempre es polisémico.
El monumento también podría erigirse a Polanco, dando continuidad al
sentido primigenio de la estatua, que viene a resumirse en la cuestión
¿Aquí quién manda? Francisco Franco podría aparecer a su
lado, más pequeño, tamaño gnomo de piedra, llevando unos libros de
texto como recuerdo del origen del nuevo imperio.
Existen apuestas más provocadoras, por ejemplo levantar varias
figuras del mismo prócer; Zapatero ataviado de distintos modos y
abrazándose a sus otros yoes como un equipo de rugby: uno como
segador con barretina, otro como tronkolari, otro como
pacifista a lo Mahatma Ghandi, otro como guerrillero cubano, otro como
estadista con corbata. El conjunto podría bautizarse Pluralidad,
¿Quién soy? o Desorden de la personalidad.
Un pebetero no sería mala idea; debería acoger la llama eterna del
rencor. O una quijada junto a un Abel caído, en bronce, recordando la
presencia en España de la obra de Caín. O una piedra de Roseta en las
lenguas oficiales del Estado. O una esfera inmensa de malaquita, con las
palabras grabadas Mala Quita, que represente todos los pelotazos
habidos. O un menhir sugiriendo hasta dónde hay que inventarse el
pasado. O una pirámide con la verdadera momia dentro, compendio del
estalinismo y el falangismo en un solo hombre. O unos focos alumbrando
una peana vacía, símbolo de la nada.
® Libertad
Digital. 18 de Marzo de 2.005.-
© Generalísimo Francisco Franco.
18 de Marzo de
2.005.