Leszel Kolakoswki, el celebrado intelectual que escuchó a José Antonio   

(A la memoria de nuestro amigo Manuel Clemente Cera)


Por Pablo Gasco de la Rocha. 01/04/2013.


Como gran figura que fue del "ruedo ibérico", a José Antonio le dieron una ovación y luego le mandaron un aviso antes de darle el paseíllo. Ahora lo han dejado preso en la gloria equívoca de esta España caduca y miserable. Pese a lo cual, y aparte de la reivindicación permanente que de él hacemos sus incondicionales, todavía es posible advertir en el panorama político español algunos reflejos a su llamada.

Y es que, entre las obras de regeneración política pocas hay tan contundentes como el discurso del teatro de la Comedia, dictado el 29 de octubre de 1933 en Madrid, que colma la sensibilidad del auditorio más exigente porque quién lo dicta es un pensador que satisface a cada espectador en sus afanes. Un discurso cuya trama ordenada y medida se atiene a la estrategia con la que José Antonio trata de desmontar el sistema de partidos de la democracia formal, que no real, en favor de una tercera alternativa sobre los valores que todos podemos compartir: la Patria, el Pan y la Justicia.

Alternativa que  no es un ejercicio de oportunidad, sino cosmovisión moral para hacernos descubrir y compartir la fundamentación sobre la que lo ordena: los valores antes que la prédica y el diálogo incluyente en lugar de la proclama.

Sin embargo, él no se parece a nadie. Y genuinamente original, su obra, tejida de una prosa sin artilugios y directa, propone las fidelidades a esos valores por imperativo moral y de justicia, estructuración que el muestra con gran lirismo. Por eso, frente a las visiones simplistas y alicortas con las que unos y otros trataban de embaucar, él se mostró enemigo de la falsedad que no tiene en cuenta al hombre, decantándose por la acción expeditiva cuando se le ataca y así nunca más narrara las penurias de su patria. De esta forma, con orgullo de bien y valentía personal, propone aniquilar las ideologías peligrosas, terrenales y oscuras de los territorios poblados de bajezas e intereses, para elevarse hacia un lugar en donde poder vivir sin disputas ni sobresaltos. 

El fallecimiento de Leszel Kolakoswki (Radom, Polonia, 23 de octubre de 1927 - Oxford, Inglaterra, 17 de julio de 2009),[ el pensador más importante e influyente del panorama contemporáneo occidental, el filosofo que trituró el marxismo poniendo en evidencia a quienes desde Occidente habían pretendido justificar lo injustificable, advirtió a sí mismo de los peligros del posmodernismo: “La idea de que no haya hechos supone que las interpretaciones no dependan de los hechos, sino al contrario, que los hechos sean un producto de las interpretaciones”, apenas sí tuvo unas reseñas en la prensa nacional.

Autor de una extensa obra de filosofía-política, Leszel abordó toda la problemática de su tiempo, el siglo que le tocó vivir. Su obra fundamental fue la que lleva por título "Las principales corrientes del marxismo", la obra que le dio fama, publicada en 1976 en tres volúmenes: Los precursores, La edad de oro, La crisis. En la que Kolakowski daba cuenta de la abrumadora experiencia que había acumulado a propósito de la materia que trataba. Una obra en la que analizó con todo detalle las contribuciones de los fundadores y herederos del marxismo, y en la que supo dejar constancia no sólo de la eficacia con la que Karl Marx combinó la ilusión romántica con el determinismo histórico, sino el recorrido minucioso de las ruinas a las que condujo una filosofía que sedujo a muchas inteligencias del siglo XX.

Leszel Kolakoswki, que evolucionó desde el comunismo hacia un compromiso intelectual contra el totalitarismo marxista, desarrolla y explicita una tercera alternativa frente al capitalismo, que es su gran aportación intelectual frente a quienes intentaron conjugar marxismo y capitalismo, como fue caso del jesuita Jean-Yves Calvez con su famosa obra "El pensamiento de Carlos Marx", todo un acontecimiento y obra de consulta durante décadas.

Con todo, la alternativa de Leszel no es nada novedosa para nosotros, españoles, pues muchos años antes ya la había expuesto primero como intuición y después con precisión conceptual un joven aristócrata español, abogado de profesión y oficio, José Antonio Primo de Rivera.

Por lo que Leszel Kolakoswki, muchos años después, y desde la experiencia de la que careció José Antonio, llega a las mismas tesis a la que llegó el conferenciante del teatro de la Comedia. Primero, porque sin calificar de atractivo al capitalismo, lo considera mejor que el comunismo. Y segundo, porque no le niega al socialismo la aportación decisiva que hace como crítica al capitalismo por cuanto la libertad económica no puede ser absoluta. Una tesis que muchos años antes ya había desarrollado con plenitud y casi con idénticas palabras a las que usa Leszel Kolakoswki, José Antonio Primo de Rivera.

Y cuando hablamos de capitalismo y de marxismo, hablamos de cosmovisiones.

Veamos, pues.

Dice Leszel Kolakoswki (Artículo publicado en el Times Literaty Supplement en 1989):

“El capitalismo es la naturaleza humana en acción, es decir, la codicia; el socialismo es un intento por asegurar la solidaridad humana valiéndose de la fuerza. Sin duda, la codicia es mala y la solidaridad es buena; pero tanto el sentido común como una evidencia histórica aplastante, sugieren que la vida es incomparablemente mejor para todos –incluidos los pobres- en una sociedad movida por la codicia que en las sociedades basadas en la solidaridad obligatoria”.

Dijo José Antonio el 29 de octubre de 1933 en el teatro de La Comedia:

"Ahora, que el socialismo, que fue una reacción legítima contra aquella esclavitud liberal, vino a descarriarse, porque dio, primero en la interpretación materialista de la vida y de la Historia; segundo, en un sentido de represalia; tercero, en una proclamación del dogma de la lucha de clases".

Esboza también Leszel Kolakoswki, aunque sin entrar de lleno en su análisis, la cuestión espiritual en el marxismo, lo que podríamos llamar el alma de los pueblos que el comunismo como praxis del marxismo trato de aniquilar. De ahí que, después de justificar el marxismo institucional como un proceso de racionalización del poder político, termine por darse cuenta de que  el marxismo lo que realmente pretende es eliminar la autonomía de la acción moral del hombre, abriendo las puertas a un humanismo sin alma que nada tiene que ver con eliminar el puro egoísmo individualista:

Existen multitud de costumbres cuya función no acertamos a comprender con claridad. No obstante, resultaría insensato borrarlas del mapa sólo porque no cuadran con un diseño racional de la sociedad”.

"El socialismo (dijo José Antonio), sobre todo el socialismo que construyeron, impasibles en la frialdad de sus gabinetes, los apóstoles socialistas, en quienes creen los pobres obreros (...); el socialismo así entendido no ve en la Historia sino un juego de resortes económicos: lo espiritual se suprime; la Religión es un opio del pueblo; la Patria es un mito para explotar a los desgraciados. Todo esto dice el socialismo. No hay más que producción, organización económica. Así es que los obreros tienen que estrujar bien sus almas para que no quede dentro de ellas la menor gota de espiritualidad". 

Polemiza Leszel Kolakoswki con los liberales, con los que sintoniza en cuanto a la noción que éstos dan a la libertad, pero sin aceptar cualquier clase de desigualdad:

“El hecho de que la igualdad sea imposible, no debe servir de coartada para resignarse ante cualquier clase de desigualdad”.

"Por eso (argumentó José Antonio) tuvo que nacer, y fue justo su nacimiento, el socialismo. Los obreros tuvieron que defenderse contra aquel sistema, que sólo les daba promesas de derechos, pero no se cuidaba de proporcionales una vida justa".

Sin embargo, aun comprendiendo Leszel Kolakoswki que el capitalismo asigna los recursos con mayor eficacia que las economías planificadas, y que no se mete en la vida privada de las personas para ponerles a todos en estado de revista, ello, entiende, no puede ser óbice para celebrar el mercado y convertirlo en un fetiche. De ahí que se exprese de esta forma:

“La vida colectiva es mucho más que un conjunto de productores y consumidores que operan atendiendo a las leyes de la oferta y la demanda”.

José Antonio, que fue sin duda una de las figuras políticas que mejor ilustró las profundas divisiones ideológicas de la década de 1930, como las consecuencias negativas de la Revolución comunista, lo constató muchos años antes:

"No aspira el socialismo a restablecer una justicia social rota por el mal funcionamiento de los Estados liberales, sino que aspira a la represalia; aspira a llegar en la injusticia a tantos grados o más allá cuantos más acá llegaran en la injusticia los sistema liberales".

Finalmente Leszel Kolakoswki sentencia al comunismo con las siguientes palabras:

“Los comunistas apoyan todo movimiento revolucionario que tenga por objeto derribar el orden actual de las cosas, en lo político y en lo social”.

José Antonio Primo de Rivera lo supo mucho antes:

"Por último, el socialismo proclama el dogma monstruoso de la lucha de clases; proclama el dogma de que las luchas entre las clases son indispensables, y se producen naturalmente en la vida, porque no puede haber nunca nada que las aplaque. Y es el socialismo, que vino a ser una crítica justa del liberalismo económico, nos trajo, por otro camino: la disgregación, el odio, la separación, el olvido de todo vínculo de hermandad y de solidaridad entre los hombres".

Leszel Kolakoswki, pues, llega a la misma conclusión que muchos años antes había llegado José Antonio, el socialismo real, esto es, el fundamento del marxismo es la mayor utopía del siglo XX. Lo que hizo que ambos advirtieran contra el peligro que en sí esconden los andamiajes políticos que tratan de apuntalarlo y se adentraran en esa zona intermedia, gris, que queda entre los dos extremos, que son los modelos puros. Unos modelos, derecha e izquierda a los que José Antonio consideró presunciones, por cuanto dejan fuera parte de lo que hay que sentir.

Pese a todo, la diferencia entre ambos es clara. Leszel llega a sus conclusiones desde la experiencia personal y la constatación tautológica que la realidad comunista impuso allí donde triunfó. José Antonio, que emerge en el preciso momento de la crisis del liberalismo y de la expansión del comunismo, da cuenta de esa utopía desde el primer momento. De ahí su crítica y su propuesta. Pero sobre todo, su papel de precursor.

¿Escuchó Leszel Kolakoswki a José Antonio? No sólo le escuchó atentamente, sino que le siguió en su recorrido crítico, hasta hacer suyas sus mismas expresiones. Y es que José Antonio, que no se aupó a la escena política por afán de dandismo, aportó con su presencia y su voz la imagen del héroe que Europa necesitaba. Cumpliendo, incluso hasta en la estética, el modelo eterno y universal de esos personajes pertenecientes por lo general a la élite aristocrática, el héroe que con su magisterio y al frente de un puñado de incondicionales salva las civilizaciones.

José Antonio, aunque formalmente pertenece al siglo pasado, emerge hoy, en esta España caduca y miserable, como la alternativa que sigue encarnando. Un pensador al que ya se está reivindicando para salvar las ruinas. Un pensador que propone una alternativa que todos podemos abrazar "para brincar -como dice Blas Piñar en el Prólogo del libro José Antonio Primo de Rivera de Giorgio Almirante (CIARRAPICO EDITORE, Roma 1980)- por encima de la ciénaga y poner nuestras aptitudes al servicio no sólo del destino de España, sino también del destino de Europa, porque a Europa, desde esta punta suroccidental del continente, la queremos, en la rica multiplicidad de sus naciones, una, grande y libre".


Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com