Apología de Santiago Carrillo por la televisión pública
Por Dr. Manuel Clemente. 19/05/2012.
Con la mayoría absoluta que obtuvo el Partido Popular en las últimas elecciones generales el 20 de noviembre de 2011, aniversario del fallecimiento de Francisco Franco y el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, fecha inolvidable digna de recordar por los españoles agradecidos al antiguo Régimen que elevó a España a la novena potencia mundial, nos preguntamos: ¿Cuándo piensa cambiar el nuevo Gobierno salido de las urnas la dirección y tendencia sociocomunista de la televisión?
Incomprensiblemente, los televidentes, seguimos soportando a estas alturas, estoicamente, las manipulaciones de la extrema izquierda inherentes al pensamiento del anterior Ejecutivo, defenestrado por voluntad del pueblo español, sin posibilidades parlamentarias de oposición real. El nuevo jefe del Gobierno reúne las características propias que le autoriza el poder otorgado, para gobernar por Real Decreto en cuantos asuntos se proponga sin necesidad de consensos contranatura. Oportunidad que difícilmente tendrá en el futuro.
En el programa denominado Informe Semanal de la emisora estatal, el Sábado Santo emitió un lamentable reportaje que repitió el Domingo de Resurrección, dedicado a la apología de Santiago Carrillo, coincidiendo con el 35 aniversario de la legalización del Partido Comunista de España, el 9 de abril de 1977, por el oportunista Presidente del Gobierno Adolfo Suárez que se prestó a la jugada. Medida cautelosa que sorprendió al Ejército y a la mayoría del pueblo español, sembrando el malestar entre las fuerzas armadas, precipitando la dimisión de los ministros Almirante Pita de Veiga y el Teniente General De Santiago.
Una infidelidad de quien había desempeñado altos cargos en el antiguo Régimen que el pueblo responsable no esperaba.
A partir de este fatídico contubernio entre bastidores, se ha presentado al longevo genocida de Paracuellos como el salva patrias, atribuyéndole todas las bondades y aciertos de la transición, como artífice fundamental de la Constitución.
Llega a España, primero camuflado para no ser detenido y encarcelado. Poco tiempo después, es recibido con honores triunfales, perdonando vidas a los seguidores del Régimen autoritario, requerido por las máximas autoridades del momento que le rindieron pleitesía exhibiéndolo por todos los medios de comunicación. De su pretérito homicida, silencio sepulcral. Como si estas cuestiones punibles en su máximo grado, fueran un invento de los franquistas para justificar el Alzamiento Nacional.
Como muy bien sabe –si no tiene amnesia senil− el comunista Santiago Carrillo –doctrina que no practica como los fariseos− y al que le gusta el buen vivir y comodidades de la burguesía, como los hoteles de cuatro y cinco estrellas, el palco en la plaza de toros de la Monumental de Barcelona –antes de su clausura−, los suculentos banquetes y las recepciones regias.
La República frentepopulista que tanto defiende y reclama, fue derrotada por el Ejército victorioso de Franco, que ahora el exdirigente comunista pretende que el Parlamento “debe condenar el golpe militar de 1936 y la dictadura franquista”, según en una reciente declaración.
Recuerde el provecto político, que los jerarcas vencidos emprendieron raudos el camino del exilio bien aposentados, donde muchos como él vivieron plácidamente, mientras sus modestos seguidores, abandonados a su suerte, en la triste retirada, sufrieron las consecuencias de los campos de concentración franceses y depuraciones, que comportan las guerras a los vencidos.
Es hora ya de que el longevo Carrillo se retire a los “cuarteles de invierno”, medite y recapacite sobre su nefasto y criminal paso por la política, entone el mea culpa, aunque sea en silencio, y deje de incordiar al pueblo español con su satánica astucia, desorientando con sus falsas invectivas y admoniciones a nuestros compatriotas que no vivieron la tragedia ni tienen la información histórica veraz, deformada intencionadamente por las directrices del Sistema partitocrático.
Que los nuevos responsables de la nación española olviden de una vez a tan siniestro personaje y no vuelva a ser semillero de discordia entre los amantes de perdón y la concordia por caridad cristiana.
Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com