Las elecciones y la sublevación de Jaca
Por Dr. Manuel Clemente Cera. 16/09/2011
Ante la proximidad de las elecciones generales, estamos asistiendo a una virulenta campaña mediática de intoxicación protagonizada por la izquierda, que como es habitual en la historia de España, no se resigna a dejar el poder, valiéndose de toda clase de subterfugios para manipular a la opinión pública.
Recordemos la revolución de Asturias y la sublevación de Cataluña, cuando perdieron democráticamente las elecciones a través de las urnas en 1933.
Resultado de aquellas tristes jornadas, fueron la suspensión del Estatuto de Cataluña, detención y apresamiento del Presidente de la Generalidad, Luis Companys. La destrucción de gran parte de la ciudad de Oviedo, acompañada de incendios y demolición de varias iglesias. El sacrificio de dos millares de víctimas –entre ellas algunos sacerdotes asesinados– y numerosos procesos subsiguientes, que en su mayoría fueron indultados.
En el curso de esta campaña electoral, fundamentalmente dirigida por los medios de comunicación de masas al servicio del ejecutivo, la televisión estatal, ha emitido repetidamente en el programa “Documentos Culturales”, “La sublevación de Jaca”. Desde una óptica gubernamental, se pretende enlazar sucesos acaecidos en los años treinta del siglo XX, con la política actual, intentando asociarlo al franquismo, seis años antes de su investidura en el declive de la dictadura de Dámaso Berenguer, a juzgar por las imágenes que salen al final del Caudillo como Jefe de Estado. ¿Qué se pretende con ello? ¿Inventar otra Memoria Histórica?
Tras la dimisión de Primo de Rivera el 30 de enero de 1930, fue sustituido por el general Dámaso Berenguer, Jefe de la Casa Militar del Rey Alfonso XIII, falleciendo repentinamente don Miguel, un mes después, el 27 de febrero en un hotel de París donde había trasladado su residencia.
El 12 de diciembre de 1930, un grupo de oficiales iluminados, encabezados por los capitanes Fermín Galán y García Hernández, adelantándose a exteriorizar presuntamente un movimiento más amplio en gestación, no consolidado, se sublevaron en Jaca con algunos soldados y paisanos, sorprendiendo a las autoridades gubernativas.
Se incautaron de las comunicaciones formando una Junta de Gobierno republicano provisional. Inconscientemente, salieron en columna en dirección a Huesca a través del terreno nevado de uno de los más gélidos inviernos. Los insurrectos, se encontraron en el camino con las tropas gubernamentales del general Dolla entablándose un enfrentamiento armado en Cillas, siendo derrotados y dispersados, quedando la mayoría prisioneros. Entre las víctimas que se produjeron, figura el general Manuel Lasheras, gobernador militar de la plaza, que falleció días después a consecuencia de las heridas recibidas.
Los principales encartados Fermín Galán Rodríguez y Ángel García Hernández fueron juzgados en consejo de guerra sumarísimo, cuya sentencia de muerte fue cumplida la madrugada del 14 de diciembre de 1930 por fusilamiento, con asistencia espiritual. El tribunal militar desechó los indultos pertinentes recibidos.
El capitán Fermín Galán ya tenía antecedentes de sedicioso. Tomó parte en la conspiración contra la dictadura de Miguel Primo de Rivera la noche de San Juan de 1926 –conocida por la Sanjuanada–, por cuyo motivo fue degradado y encarcelado durante tres años en el castillo de Montjuich de Barcelona. Amnistiado con otros militares conspiradores en 1930, fue repuesto en su grado de capitán.
La sublevación de la guarnición de Jaca en pleno declive de la dictadura militar del general Berenguer fue una insensatez, careciendo en aquellas circunstancias de apoyos suficientes para que el levantamiento pudiera llevarse a término con éxito, sin contar con el pueblo ajeno por completo a lo que se tramaba.
Lamentable y bochornoso suceso del año treinta, que se ha querido imbricar con el franquismo durante la agonía de la monarquía reinante y seis años antes del Alzamiento Nacional.
Una verdadera apología de la Segunda República, dos trienios antes de su proclamación, que por su forma de presentación en el programa con la colaboración de mediocres escritores –supuestamente expertos en el tema– se presta a confusión entre los espectadores desconocedores de la Historia reciente de España, predispuestos a ingerir estas pócimas, sagazmente preparadas.
Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com