Notas de la Memoria y la Lealtad
Anti-franquismo, Monarquía y Memoria Histórica
Por Pablo Gasco de la Rocha, 27/05/2010.
Cuando arrecia fuerte la ofensiva de los promotores de la llamada “Ley de Memoria Histórica”, que no dudan en manipular la Historia hasta la nausea, merodeando en todas esas nuevas lecturas que ensombrecen la rigurosidad de la realidad hasta confundirla, conviene que no se olvide que los primeros promotores imprescindibles fueron y siguen siendo los llamados “juanistas”, a cuya cabeza figura ese bufón, sátira de todas las nulidades físicas e inmundicias intelectuales, que es Luís María Ansón.
Había terminado la guerra contra la canalla roja (que no republicana) y había llegado la Paz. España, agotada de energías, recursos e infraestructuras, se disponía a realizar la gran rectificación histórica que acaudillaba Franco.
Empleado en la enorme labor que el pueblo le había encomendado, una idea se hacía urgente en la mente de Franco. Una idea que le venía bullendo desde los primeros días de la guerra, la cuestión de la forma de Estado para cuando España estuviera preparada, libre de peligros y lista para caminar con toda dignidad en el contexto internacional como gran nación.
Frente a las veleidades de los iluminados de correaje y capa y el purismo impertinente de los de la boina, a Franco, como el excelente estadista que demostró ser, no se le ocultaba que el régimen del 18 de Julio no iba a tener una definición exacta. O mejor dicho, que no podía ni debía tenerla, pues el Alzamiento del 18 de Julio no se proyectó contra el régimen republicano ni en defensa del monárquico. La cuestión, pues, se debía plantear en otros términos. ¿Cómo encauzar en el futuro los ideales del régimen del 18 de Julio haciendo gravitar las ambiciones y los deseos de reivindicación de los diferentes grupos nacionales que habían ganado la contienda sobre el epicentro del Movimiento?
Esa era la cuestión que daba vueltas en la mente del Caudillo, consciente, como era, de que el Estado nacido con la Victoria no sería en puridad ni un estado Nacional-Sindicalista ni una Monarquía de signo dinástico concreto. De ahí que la forma de Estado que propuso fuera una Monarquía tradicional y católica sobre la legitimidad de unos ideales, los que dieron impulso al Levantamiento del 18 de julio de 1936. De esta forma, desde la responsabilidad del buen hacer con el que siempre ejecutó las acciones de la gobernabilidad de España, el 10 de julio de 1969 el Caudillo culminaba la obra en la que había estado trabajando desde casi la finalización de la Cruzada, la elección de un Rey para España. Una acertada decisión que han tenido que reconocerle hasta sus más declarados enemigos. Sus enemigo, aquellos que lo fueron para España.
En El Pardo cita a don Juan Carlos, el entonces Príncipe de España, y le propone la sucesión a la Jefatura del Estado. Inmediatamente don Juan Carlos escribe a su padre comunicándole lo acordado: aceptación plena y entusiasta.
Pasados unos pocos días, el día 22 de ese mismo mes de julio, a las siete de la tarde, Franco hace su entrada en las Cortes. El hemiciclo está lleno. Y junto a los diputados se encuentran al completo todo el cuerpo diplomático, periodistas españoles y extranjeros, y demás invitados de importancia:
"Consciente de la responsabilidad ante Dios y ante la Historia, y valorando con toda objetividad las condiciones que concurren en la persona del Príncipe don Juan Carlos, que (...) ha dado claras muestras de lealtad a los Principios e Instituciones del Régimen, y que, por otra parte, reúne las condiciones que determina el artículo 11 de la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, he decidido proponerle a la Nación como mi sucesor".
Para seguidamente puntualizar, que la Monarquía que representaba el Príncipe es la instaurada por la Ley de Sucesión que surgía del Movimiento Nacional como continuación perenne de sus Principios e Instituciones y de la gloriosa tradición española:
"Nace -dijo textualmente el Caudillo- de aquel acto decisorio del 18 de julio que constituye un hecho histórico transcendente, que no permite pactos ni condiciones."
La respuesta del Príncipe no se hace esperar:
"Mi aceptación incluye una promesa firme que formulo antes vuestras excelencias, para el día, que deseo tarde mucho tiempo, en que tenga que desempeñar las altas misiones para las que se me designa, dedicando todas mis fuerzas no sólo al cumplimiento de mi deber, velando porque los Principios de nuestro Movimiento y Leyes Fundamentales del Reino sean observados, sino también para que, dentro de esas normas jurídicas, los españoles vivan en paz y logren cada día un creciente desarrollo en los social, cultural y económico... Que Dios me ilumine y me ayude en un perseverante servicio a nuestra amada España. Y que cada día sean una realidad plena nuestros anhelos de unidad, grandeza y libertad de la Patria."
Franco terminaba con la designación de su sucesor, el futuro Rey de España, una obra iniciada desde el comienzo de su Jefatura, que convertía a España en Reino según la Ley de Sucesión, promulgada en julio de 1945 y aprobada mediante referéndum en 1947.
Pero la elección no es producto del azar y mucho menos del capricho de Franco, que en todo momento decide con don Juan de Borbón el futuro de su hijo don Juan Carlos, por aquel entonces un muchacho de apenas 14 años. A partir de ese momento sólo cumple que el futuro rey reciba una cuidada y esmerada formación para que de esta forma pueda estar a la altura de la enorme responsabilidad de jefatura y dirección que le esperaba.
A bordo del yate "Azor" celebran ambos su primer encuentro personal el día 25 de agosto de 1948. Acompañan a don Juan, Julio Dávila -quien concierta la entrevista-; el duque de Sotomayor, Eduardo Real de Asúa; Jesús Corcho y Pedro Galíndez, propietario del "Saltillo", yate en el que han llegado. Franco y don Juan acuerdan que el joven Príncipe inicie el Bachillerato en Madrid.
El segundo encuentro se concreta en la finca "Las Cabezas", propiedad del conde de Ruiseñada, en tierras extremeñas, el 29 de diciembre de 1954. En ella se acuerda que el Príncipe inicie sus estudios militares pasando por las tres Academias.
Y el tercero se concreta en la misma finca "Las Cabezas", a cuya cita llega don Juan acompañado del marqués de Comillas, el duque de Alburquerque y su secretario particular, Ramón Padilla. Mientras que Franco llega acompañado del jefe de su Casa Civil, conde de Casa Loja. La entrevista se prolonga después del almuerzo hasta media tarde. En todo momento, y según testimonios recogidos, la entrevista se desarrolla, como las dos anteriores, en términos de gran cordialidad y sobre una constante que había sido común también en las dos anteriores, la coincidencia en los planes de la formación del Príncipe. Acordándose en esta tercera los estudios universitarios que realizará el Príncipe.
Es evidente, pues, que desde el principio Franco y don Juan cuentan que don Juan Carlos será el futuro Rey de España, sucesor de Franco en la Jefatura del Estado. Pensar otra cosa, o más concretamente, pensar que don Juan no lo contemplaba así, es, cuanto menos, quitar todo juicio de razón al padre del Rey, a don Juan de Borbón.
Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com