Operación Príncipe


Por Pablo Gasco de la Rocha, 14/04/2010.


¿Para qué sirve un Rey?

La sucesión en los regímenes monárquicos, pese a estar prevista y ser hereditaria, no deja de tener su importancia, pues un príncipe desocupado es siempre un problema para el Estado, un quebranto para la Nación y, sobre todo, un infortunio para la Monarquía. Y como ejemplo, ahí tenemos a toda esa tropa de herederos disfrutando de la vida, sin más horizonte vital que esperar la hora en la que se muera el rey para sucederle. Que es, en definitiva, su razón de ser en esta vida. Por eso algunos reyes dimiten, abdican o se jubilan para que la Casa siga viviendo a costa de la nación. Al fin y al cabo, ¿qué padre no quiere para su hijo lo mejor?

Por lo que respecta a España, tengo para mí que la maniobra por la sucesión ya ha comenzado y hay indicios suficientes al respecto. Aunque deba decir, que tales indicios son, al menos en lo que a mí respecta, consecuencia de mis particulares presunciones. En primer lugar, por el inconveniente moral que para don Juan Carlos será tener que firmar la ampliación de la Ley del Aborto, al fin y al cabo don Juan Carlos es católico practicante. En segundo lugar, por lo tocado que intuyo ha quedado anímicamente el Rey después del despropósito de haber pedido una negociación con ETA, que a fe mía nunca estuvo en su ánimo. Y en tercer lugar, el hecho de que se le vea cansado y sin ilusión, salvo por jubilarse y descansar.                                       

Pero por encima de todas estas percepciones, lo que verdaderamente me pone sobre la pista de tal operación, “Operación Príncipe”, son las dos preguntas que se hace uno de los periodistas mejor informados de este país, Casimiro García-Abadillo en su artículo “Un Rey sin 23-F” (El Mundo, 23 de febrero de 2010):

a)  “¿Tendrá don Felipe, el sucesor, que legitimarse desde la normalidad?”

b)  “¿No habrá por fortuna otro 23-F?”

Y es que, a lo que parece, al sucesor no le ha bastado con rebajar la Institución con su matrimonio (una chica divorciada, de clase baja y agnóstica) ni siquiera con las amistades peligrosísimas (Joaquín Sabina, por ejemplo) con las que desde su matrimonio con la citada comparte mantel. Pues parece que la sucesión para ser aceptada requiere de otras “cosas”. No obstante, don Felipe de Borbón y Grecia que reinara si nadie que se lo impide con el nombre de Felipe VI lo tiene bastante complicado. Aunque sea tan sólo por la pregunta que todos los españoles nos hacemos… ¿Para qué sirve un Rey?


 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com