Todo un símbolo
Por Jesús Flores Thies, Coronel de Artillería-retirado, 15/09/2009.
Este “símbolo” se llama Santiago Carrillo Solares, y es también la medida del envilecimiento, no ya de toda una clase política e “intelectual”, sino de la misma sociedad española, llamada así para no perder tiempo en buscar otra palabra más afín.
Resulta hasta divertido que todo el abanico socio-político “d´estepaís”, elogie la actitud del Partido Comunista por ser la única organización que le plantó cara a eso que llaman “franquismo”. No es que les sirviera de mucho, la verdad, pero los astutos residuos rojos consiguieron un aval para meterse de cabeza en el nuevo potaje podrido de una presunta democracia, y a vivir del cuento. Es decir, el que Franco hubiera parado los pies a la organización más sangrienta, miserable y criminal de la Historia, es ahora un demérito. Si, como hubiera querido Carrillo y sus conmilitones del PCE, España hubiera caído en la órbita comunista bajo la paternal bota de Stalin, no sólo España habría sufrido las maravillas del sistema comunista, sino también el entorno geográfico europeo. Eso de “Centinela de Occidente”, podría ser una frase muy divertida para las ratas reidoras, pero indudablemente muy acertada.
La pringosa andadura de este criminal envejecido, no resistiría una comparación con la personalidad, categoría y lugar en la Historia del Generalísimo Franco, y sin embargo, tiene Carrillo calles en ciudades y pueblos de España, mientras desaparecen las dedicadas a Franco. Y con la indiferencia, cuando no el apoyo de esta derecha irreconocible que disfrutamos.
Cuando cayó el Muro de Berlín y se produjo la reunificación alemana, se vino abajo el gigantesco y podrido sistema comunista, hasta en su propia patria de origen. con gran sorpresa del “estadista” González que poco antes había dicho con gran sentido profético, que había que aceptar que la separación de las dos Alemanias iba a ser definitiva. Aquí se lucieron concediendo a Erich Honecker, último Presidente de la roja República Democrática Alemana, poco antes del derrumbe, una de nuestras máximas condecoraciones. Si se concedía la Medalla del Congreso al Parlamento comunista cubano, medalla que Pons, el Presidente del Congreso, llevó a Cuba donde le hicieron esperar de forma humillante, a nadie podría sorprender ésta otra medalla al comunista alemán. Unos meses después de la caída del Muro, el Gobierno Alemán procesaba al condecorado Honecker, que se había refugiado en la Embajada de Chile, al que, nos imaginamos, que no se le “desmedallaría” nunca, como se suele hacer por estos pagos cuando la tortilla “azul” se vuelve del lado “rojo”.
Nuestro genocida emblemático Carrillo Solares tiene, en primer lugar sobre su presunta conciencia, los crímenes de Paracuellos. Sólo esta “hazaña” le colocaría en primera fila del bestiario criminal mundial, pero el sistema (político y mediático), derecha incluida, se niega a abrir una investigación, un debate y hasta una comisión del Congreso para averiguar cómo y por qué pasó. En cualquier país del mundo se haría, aquí, el miedo a mostrar la verdad guarda la viña. Se pasan la vida cavando en las cunetas, investigando, buscando huesos “rojos” (los “azules” vuelven al hoyo) y dejan a un lado la investigación de un crimen de tal envergadura, no ya similar, sino anterior en el tiempo al de Katin. Y es que hay que salvaguardar la arrugada epidermis del genocida, “héroe” de la lucha contra el “franquismo”. Esto nos recuerda cuando en las Cortes salidas del pucherazo de febrero de 1936, la derecha, que entonces era derecha, solicitó una comisión para dilucidar responsabilidades en los “sucesos” de octubre de 1934, solicitud bloqueada por las mayoritarias izquierdas marxistas del Parlamento. Era mejor no averiguar la verdad, una vez ellos en el poder.
Pero es que este Carrillo, no sólo es responsable de la matanza de Paracuellos, sino de otros muchos crímenes, entre ellos los que ordenó cometer, en la larga posguerra, contra los que él denominaba, con lenguaje muy estalinista, “disidentes”. De la catadura moral de este individuo puede darnos noticias otro personaje siniestro y criminal, pero que al menos se jugaba la vida en el frente, no como Carrillo, al que consideraba un cobarde y un falsario. Nos referimos a Lister.
Cuando se bucea en la andadura de Carrillo Solares sorprende cada vez más la facilidad que ha tenido para ser, no ya aceptado, sino alabado, besuqueado y arropado una sociedad con espíritu suicida. Le ama el rey, que le abraza en cuanto lo tiene a tiro; la reina, que a veces parece que anda por los Cerros de Úbeda, le alaba en alguna de sus diversas memorias, biografías o entrevistas; le quieren todos los presidentes del gobierno desde la llegada de la P.C.S. (Partitocracia Capital-Socialista), incluidos los de extracción falangista; líderes de la derecha, como Fraga, lo presentan en la nueva sociedad; o Martín Villa (tan falangista de aluvión como Fraga), que se convierte en su amigo inseparable, casi su compañero sentimental; los generales le saludan obsequiosos entre croqueta y croqueta en las recepciones; alguno, como Sabino Fernández, acude casi de rodillas a felicitarle por su 90 cumpleaños; artistas de todo pelaje le ríen sus gracias, le abrazan, le sonríen, le admiran… Y habría que preguntarse ¿y por qué? ¿cuál es la causa de este absurdo. La respuesta, la única respuesta es ésta: haber sido un empecatado y visceral de Franco. Esa es su “gloria”.
Como la gente no lee, no investiga, no tiene memoria, y si la tiene prefiere ahogarla para poder medrar sin problemas, se pasa de largo sobre la biografía personal de este miserable, incluso dejando a un lado su perfil criminal. Traidor al partido socialista al que arrebata sus Juventudes, traidor a su padre, que tampoco era precisamente un angelito, traidor a los suyos, a los que abandona o persigue en propio beneficio… Vividor impenitente toda su vida, recibiendo dinero y pagas de lo mas granado del hampa marxista. Ahí tenemos su apasionada amistad con el dictador rumano Ceaucescu, que le protegía, pagaba sus gastos, le pasaba un sustancioso sueldo, le colmaba de regalos, le permitía una regalada vida en los balnearios de Rumanía, donde también se beneficiaban otros prohombres, promujeres y prointermedios del PCE…, y cuando el rumano fue miserablemente juzgado y asesinado por los mismos que se habían beneficiado de su férrea dictadura, Carrillo Solares no tuvo para él ni unas simples palabras amables que recordaran a su amigo y protector. Y es que el que tiene un espíritu miserable y ruin, cuando se llega a ciertos niveles, no se puede disimular.
Pero es que Carrillo ha tenido protectores, no siempre comunistas, que le han pagado generosamente sus gastos y viajes, como en la América Hispana. En Uruguay consiguió del ministro de Asuntos Exteriores un valiosos pasaporte; pero también en la otra América, la de los “gringos”, donde fue acogido, Dios sabrá con qué condiciones, durante una misteriosa escala en los EEUU; también en Argelia, en la URSS, en casi todos los países satélites y, por supuesto, en Francia.
Y Carrillo es consultado en tal o cual ocasión, como cuando decía que ya cumplió de Juana sus años de cárcel y que había que dejarle en paz…, sin que ninguno de sus alabadores fuera capaz de llamarle al orden. Se le alaba por no haberse echado al suelo en la jornada del 23-F. Cualquiera sabe por qué no se tiró bajo la poltrona, pero no sería por un alarde valor, virtud de la que carece. Él siempre ha actuado sobre seguro. En otras épocas y, también en otras latitudes, en similares circunstancias, un personaje de su catadura e historial, habría salido del Congreso, Senado o Asamblea con los pies por delante.
Nadie conoce los discursos o escritos de Carrillo a lo largo de su andadura marxista que demostraban un desprecio absoluto por la república, la democracia y la libertad, y una sumisión perruna a la URSS. Nadie se atreve a mostrar por la televisión una antología de sus declaraciones en las que se contradice y miente de forma tan descarada que a veces provoca la risa. Nadie es capaz de hacer un reportaje de su andadura histórica y política, porque nadie se atreve, ya que nadie quiere pasar a la lista de los maldecidos por el sistema. Bueno, no todos, que el que suscribe tuvo la oportunidad, hoy silenciada, de decirle públicamente en la cara lo que pensaba de él. Pero el que suscribe, un simple veterano del Ejército, ya estaba fuera de juego
Cuando muera, si le sobrevivimos, coleccionaremos todas las declaraciones, discursos, loas, elogios y ditirambos que pronunciarán sobre su ateo féretro, desde el Borbón al que despreciaba, hasta el último de los periodistas recién salidos del cascarón. Cuando, en realidad, la verdadera noticia es la de que nunca, es decir jamás, pudo ni siquiera inquietar a Franco. Esa es la gran derrota de esta especie de símbolo de la sociedad española envilecida en lo que se ha convertido el viejo genocida.
Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com