Al Jefe de EM de la Defensa.
Por Jaime Miguel Tur, antiguo Sargento de la Legión, 13/08/2009.
Excelentísimo Señor:
No es posible pasar más tiempo soportando los insultos que dirigen -sin solución de continuidad-, a nuestro antiguo GENERALÍSIMO FRANCO. Falsas y mal intencionadas injurias que salen de las mentes más indeseables de la muy sucia, rastrera y devaluada política izquierdosa.
Dándose el caso de que muchos de los injuriantes viven todavía en aquellas viviendas sociales que se construyeron por orden del GENERALÍSIMO, y fueron entregadas a los trabajadores a precio de costo. No ha habido en nuestro País, a lo largo de toda la historia, un gobernante que haya ayudado más a los sin nada.
Los trabajadores españoles tuvieron con el GENERALÍSIMO el máximo de ayuda que se le pudo dar, dentro de la miseria en la que nos dejaron los coleguillas de los insultones actuales, cuando se llevaron –nos robaron- todo el erario público que teníamos en el Banco de España.
Y si hablamos de protección, ante cualquier abuso; sólo hay que acordarse de aquella Magistratura del Trabajo, en la que el trabajador era el dueño. El rey.
Señor, en desagravio del GENERALÍSIMO FRANCO, y con el deseo de que sea bienvenida, he decidido recordarle la brillante carrera militar de aquel joven que se pasó toda su juventud en primera línea de fuego con La Gloriosa Legión Española. Reseña de Eduardo Palomar Baró, que la he tomado de la página www.generalisimofranco.com Sea:
“El 29 de agosto de 1907, a los 15 años, ingresa en la Academia de Infantería de Toledo.
A los 17 años, el 13 de julio de 1910, sale de la Academia como segundo teniente. Su primer destino militar sería en El Ferrol, donde había vacante en el regimiento de Zamora número 8.
Pero este destino le duraría solamente dos años, porque en su interior había algo que le reclamaba abandonar la vida fácil de guarnición, al lado de la familia, para sustituirla por una vida de campaña. En África había estallado una rebelión y Franco no vaciló un instante: pidió su incorporación a las fuerzas de guarnición en Marruecos. En febrero de 1912 llegó a Melilla, incorporándose al cuartel del Regimiento de África número 68.
Al ascender a teniente, por escalafón, en julio de 1912, a los 19 años, solicita ser destinado a Marruecos. En la unidad de Regulares de Melilla actúa bajo las órdenes del general Berenguer. En los alrededores de Tetuán, obtiene su segunda Cruz Roja del Mérito Militar.
En septiembre de 1914, Franco se distingue en la gran acción de Izarduny y gana su primer ascenso por méritos de guerra, lo que le convierte en primer teniente.
En 1915 es propuesto nuevamente para el ascenso por méritos de campaña, ascendiendo a capitán, por su actuación en la ocupación de la Peña Beni Hosmar, el 16 de enero de 1915.
Franco tiene 22 años. El 25 de mayo de 1915 es destinado a la 3ª Compañía de Regulares Indígenas. El 21 de septiembre de 1915 se le concede la tercera Cruz Roja al Mérito Militar y desempeña simultáneamente el cargo de capitán-cajero
El 28 de junio de 1916, a los 23 años, al recoger el fusil de un soldado caído en el combate en las lomas de Dar Riffien, es herido en el vientre. Tales heridas eran gravísimas entonces (sin sulfamidas ni antibióticos, descubiertos posteriormente).
Los médicos prohibieron su evacuación a un hospital, ante el temor de que no llegara. Franco sanó de la herida. Hubo nueva propuesta para el ascenso, pero al tener solamente 23 años se le consideró que era excesivamente joven. En el parte es citado como “muy distinguido por su insuperable valor, dotes de mando y energía desplegados en el duro combate en que fue gravemente herido”.
Se le distinguió con la Medalla de Sufrimiento por la Patria y la Gran Cruz de María Cristina
Franco logró el ascenso a comandante a los 24 años, y al no haber vacante en las fuerzas de África, tuvo que pasar a la Península, destinado al Regimiento del Príncipe, en Oviedo. Su nombre era ya popular, y dada su juventud se le conocía cariñosamente con el nombre de “comandantín”, porque era el jefe del Ejército más joven que tenía España.
Pero su estancia en la Península no duraría mucho tiempo. La ocasión de su marcha fue la creación, el 28 de abril de 1920, del Tercio Extranjero, cuyo mando ostentaba Millán Astray. Como lugarteniente pensó en Franco y así se lo telegrafió. En Oviedo tuvo que dejar a sus amigos Camilo Alonso Vega, Francisco Franco Salgado, Álvaro Sueiro y sobre todo, a su novia, Carmen Polo y Martínez Valdés, a la que había conocido cuatro años antes.
Pero Franco sentía la llamada de África y a ella volvió. En el mes de octubre de 1920 organiza el Tercio, cuya primera bandera se instalaría en el campamento de Riffien. Franco mantiene ocupados a sus legionarios todo el día. A la instrucción intensiva en orden abierto y en orden cerrado, se suma la instrucción teórica, la grabación del Credo Legionario, el empleo del tiempo libre en deportes: lucha, boxeo, hípica, tiro, fútbol. Y organiza las granjas legionarias que mejorarán los ranchos y en ocasiones autoabastecerán casi a las unidades.
El 18 de abril de 1921, el Tercio de Extranjeros entra en acción. El comandante Franco manda la Primera Bandera. En meses sucesivos la dirigirá en las acciones de Targa, Tigulsas, Tagasat, Kala, Xauen, Garuzin, Miskrela, zona de Larache, Robba El Gozal,
En 1921, en El Fondak, en el extremo occidental del Protectorado español de Marruecos, la Primera Bandera recibe órdenes de partir inmediatamente hacia Tetuán. En Annual, Abd-El-Krim, el jefe rifeño, ha caído sobre la columna que se replegaba sobre Melilla y ha dado muerte a 15.000 hombres. El general Silvestre, que la mandaba, se ha dado muerte. Melilla está desguarnecida y presa de pánico. Con Annual se han perdido doce años de pacificación en el Protectorado.
Franco, al mando de la Primera Bandera, desembarca en Melilla, tras unas agotadoras jornadas de marcha a pie desde El Fondak a Tetuán, de Tetuán a Ceuta y de embarque de Ceuta a Melilla. El desfile de los legionarios, con su banda de música y sus canciones, restablece la moral de los melillenses.
La Bandera entra en acción inmediatamente y consolida la situación militar. El 14 de julio se emprende la contraofensiva española. Millán Astray cae en brazos de Franco con el pecho atravesado de un balazo, en el curso de una inspección a las posiciones en Nador.
El comandante Franco, a los 28 años, se hace cargo del Tercio de Extranjeros. Como tal participa en vanguardia en la reconquista de todos los territorios ocupados por Abd-El-Krim, destacando en la conquista del Monte Uisan, reducto fortificado de la tribu de Beni-Bou-Ifrun. Tras un breve permiso en El Ferrol, que pasa en compañía de su madre, se incorpora nuevamente a África y a la Legión.
En 1922 Franco publica su libro “Diario de una Bandera”. En el prólogo, Millán Astray dice de Franco:
“El comandante Franco es conocido de España y del mundo entero por sus propios méritos y por las características que ha de reunir todo buen militar, que son: valor, inteligencia, espíritu militar, entusiasmo, amor al trabajo, espíritu de sacrificio y vida virtuosa, las reúne por completo el comandante Franco”.
El 7 de junio de 1922 el Consejo de Ministros acuerda su ascenso a teniente coronel. Es el primer ascenso que se concede en el Ejército en el período de 1921-1923 y Franco se convierte en jefe de la Legión, cuando sólo cuenta con 30 años de edad.
Sustituye al teniente coronel Rafael Valenzuela, que acaba de morir en combate en las peñas de Tahuarda, y que, a su vez, había sustituido al teniente coronel Millán Astray, gravísimamente herido precisamente cuando estaba al lado de Franco.
Para el ascenso de este último y su nombramiento de Jefe de la Legión, otra vez se opondría el obstáculo de la edad. Sin embargo, no hubo vacilación. Por encima de todo, era el jefe indiscutido y deseado por el Ejército.
Con la subida al poder del general Miguel Primo de Rivera, al frente de un Directorio militar, la guerra de África entra en una nueva fase que tiene por objetivo la pacificación del territorio, aunque Abd-El –Krim cree que ha sonado la hora de su victoria.
Franco piensa, a su vez, en dar la batalla definitiva y acaricia la idea de lanzarse sobre el corazón de la rebeldía, para lo que es imprescindible el desembarco en Alhucemas. Así se lo explica a Primo de Rivera, en uno de los viajes de éste a Marruecos. La idea se considera muy difícil de realizar, pero indudablemente es la clave para obtener la pacificación.
De nuevo vuelve a sonar el nombre de Franco rodeado de aureola. Las operaciones de Xauen han terminado y, en Tetuán, Franco es aclamado con sus legionarios.
Desde junio de 1918 a noviembre de 1924 ha participado en 47 hechos de armas, siempre en vanguardia. “Ninguno –diría el general Primo de Rivera- ha luchado más, ni con más perseverancia, ni con más capacidad en Marruecos”.
En septiembre de 1925, después de lograrse la colaboración francesa -ya que Francia ha visto atacadas sus fuerzas por Abd-El-Krim, el cual aspiraba a situar la capital de su imperio en Fez-, se lleva a cabo el desembarco de Alhucemas, ambicionado por Franco, que va ahora al frente de las fuerzas de desembarco, a la cabeza de unos doce mil hombres.
Las operaciones duran varios días y son de las más enconadas de esta campaña. Al final, Abd-El-Krim sucumbe con su ejército y huye. Se ha logrado la pacificación del territorio marroquí. El general Miguel Primo de Rivera ha logrado su objetivo y España vive la alegría de la tan ansiada paz.
El 3 de febrero de 1926, Franco alcanza los entorchados de general a la edad de 33 años, al mismo tiempo que recibe su segunda Medalla militar, la Encomienda de la Legión de Honor y la de Caballero del Mérito Militar y Naval francés. En el dictamen de la Junta Superior de Generales para resolver la propuesta de ascenso, aparecen estas palabras:
«Es un positivo valor nacional y seguramente el país y el Ejército obtendrán gran beneficio aprovechando las singulares aptitudes del coronel Franco en empleos superiores».
Se convierte en el general más joven de Europa, y, por supuesto, el primero de la 14ª promoción de la Academia de Infantería que llegaba al generalato. De manos de sus compañeros recibiría un homenaje entusiasta que tendría como escenario el Alcázar de Toledo.”
Resumiendo
A los 14 años de edad, ingresó en la Academia de Infantería; y en 1910, a los 17 años de edad ya fue alférez.
Dos años más tarde, en 1912 cuando contaba 19 años de edad, recibió el bautismo de fuego en Marruecos, en el que ganó la Cruz Roja al Mérito Militar y el ascenso a teniente por méritos de guerra.
En 1915, cuando tenía 22 años ascendió a capitán por méritos de guerra.
En 1916, a los 23 años, fue herido de gravedad, pero como no dejó el combate hasta lograr la victoria; le concedieron la Cruz María Cristina, la medalla de Sufrimientos por la Patria, ascendió a comandante y le propusieron para la Laureada de San Fernando.
En 1920 fue el primer comandante fundador de la Legión cuando tenía 27 años.
Ganó la Medalla Militar Individual en 1921 con sólo 28 años y ya estaba destinado a ser el Jefe de la Legión.
En 1923, a los 30 años de edad ascendió a teniente coronel y fue nombrado Gentil Hombre de Cámara.
A los 32 años ascendió a coronel por méritos de guerra y a los 34 años llegó a general por los mismos méritos.
Es decir, se pasó toda su juventud -17 años de su vida hasta el ascenso a General- en el campo de batalla y durmiendo en el duro suelo bajo una tienda de campaña; tuvo que aplazar dos veces sus esponsales por irse voluntario a luchar en el frente.
Siendo el actor principal de casi todas las condecoraciones colectivas que ganó La Gloriosa Legión Española en el campo de batalla. 22 Cruces Laureadas de San Fernando, ganadas en combate: 211 Medallas Militares y 37.031 Medallas y Cruces de guerra.
No quiero dejarme en el tintero -ya lo dije otra vez- lo que todo el mundo sabe. Y es que en democracia al poder militar le corresponde estar supeditado a las órdenes del poder político de turno ¡faltaba más!
Ahora bien, esas órdenes –insultos, caprichos o intereses ideológicos de partido, por regla general- venidas de gobernantes basuras que ni tienen ni respetan los principios de las instituciones militares, ni a los distinguidos militares ejemplo de virtudes, no pueden ni deben ser aceptadas como borregos por los Generales Jefes que las representan en la actualidad.
Insisto, de ninguna de las maneras pueden permanecer en timorato silencio, ante las afrentas continuas que recibe uno de los militares que más gloria dio al Ejército Español desde las filas de la muy Gloriosa Legión Española.
Y la defensa de un compañero que sufrió muchas penalidades por entregarse desde niño a luchar en el nombre de España, ha de sobresalir por encima de nuestras vidas.
Da pena y dolor. Duele el corazón cuando comprobamos que la gentuza metida en la sucia política, sigue dañando con falsedades el nombre de aquel héroe, aun después de llevar 34 años enterrado.
Excelentísimo Señor, no soy amigo del taco, que me reservo en esta ocasión; aun sabiendo que algunas actitudes pueden convertirlo en un místico poema.
No olvide nunca, Excelentísimo Señor, que entre los paisanos hay mucho bicho raro.
Reciba un cálido y afectuoso saludo con un eterno siempre a sus órdenes.
Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com