A Iñigo de la Serna, Alcalde de Santander, a propósito de la retirada de la estatua de Franco.


Por Pablo Gasco de la Rocha. 24/12/2008.  


Permítame que a través de esta misiva le haga llegar mi más sentida indignación por la retirada de la estatua de Franco de la ciudad cuyo Ayuntamiento preside, gracias a los votos de personas que sí respetan la figura y la memoria del retirado. Que es otra de las grandes incongruencias de este país a punto de despeñarse en el precipicio. Una actuación estúpida y sectaria que en nada afectará al mejoramiento estético de la ciudad, y mucho menos al bienestar de sus vecinos; al margen de ser de todo punto incongruente, pues la Historia, por más que la queramos borrar, ahí estará para enseñarnos, aun cuando no la admitamos como propia. Actitud que es propia de los memos como usted. Porque la historia no se hace quitando estatuas para mayor satisfacción de los enemigos y que el pueblo erigió en su momento por devoción y agradecimiento, sino respetando el legado que nos dejaron las generaciones pasadas y construyendo el futuro que dejemos a las que vengan.

Señor Alcalde, no voy a entrar en disquisiciones filosóficas sobre lo que supone el respeto a la Historia, porque entiendo que ni le interesan ni las entendería; pese a todo, una pregunta se hace recurrente… ¿Qué sería de la verdad si la historia resultarse de la visión de Zapatero, de los etarras o de la de usted mismo?  Y es que, por encima de los numerosos hechos que es preciso dar por ciertos de la llamada época franquista, si no queremos caer en el más espantoso de los ridículos, la razón y la experiencia nos enseñan que nada se consigue cuando uno está anclado en el sectarismo, la revancha o el propio interés. Aunque lo más patético de ustedes, los del PP, es que les hacen el juego sucio a quienes defenestrando a Franco, defienden a toda clase de criminales nacionales e internacionales. Siermpre fue así. Y es la primera lección que muchos de los borregos que les votan deberían aprender de una vez por todas.  

Señor Alcalde, tras la retirada de la estatua de Franco de la ciudad de Santander y la intención de retirar la que todavía se erige en la ciudad de Melilla, ya sólo restaría la de José Calvo Sotelo, situada hasta el momento en Madrid (Plaza de Castilla), con lo que también se intentaría borrar la ignominia de un crimen instado por el último Gobierno de la República, el del Frente Popular (socialistas y comunistas), ejecutado por miembros de la Guardia de Asalto (la guardia de la República) a las órdenes de un oficial de la Guardia Civil. Al margen de proponer la de Mateo Morral, algo que no parece muy improbable a poco que dimensionemos como están las cosas. Lo que por otra parte me lleva a la consideración, que si algún día somos capaces si quiera de ganar alguna alcaldía, nuestra primera actuación, por encima incluso de las investigaciones de corrupción que tengamos que hacer de los diferentes gobiernos del PSOE y PP, será reponer cuántas estatuas se retiraron y retirar cuantas se pusieron. Aunque lo llamen venganza.

Usted, señor Iñigo de la Serna, no es quien para dar lecciones de moral ni de historia ni de decencia política a nadie. Y no lo es, porque usted, señor Alcalde, es simplemente una gallina cobarde y sucia en el pesebre de la izquierda. Y a menos que indemnice a quienes en su día sufragaron la estatua que usted ha retirado, también un ladrón.


 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com