Franco ... ¡Socorro! (2)


Por Jaime Miguel Tur, antiguo Sargento Legionario. 01/12/2008.  


¡Paco!, muchas han sido las veces en las que me he dirigido a su Majestad el Rey por ser el Jefe Superior de nuestros Ejércitos. A fin de exponer las opiniones e  inquietudes que suscitan en mí, los dolorosos acontecimientos sociales que vienen ocurriendo en nuestra España, por mor de unos políticos bastante peor que de saldo. Auténtica basura, detritus de sumidero.

No es cierto que el sistema político impuesto a los españoles pueda llamarse democracia. De ninguna de las maneras. Es falso oír decir: “en esta  democracia que nos dimos…”. Y es para llorar a moco tendido cuando oímos el sarcasmo: “gozamos de una democracia consolidada”. Expresiones que se oyen con frecuencia en todos los medios de comunicación, cuando las dicen los políticos españoles, que son -salvo alguna rara excepción- lo  peor de cada casa.

Tanto es así, que en los Estados Unidos, donde se rigen por una democracia de largo rodaje y aún sin ser  perfecta, más del 60%, y me quedo corto, de los políticos gobernantes españoles actuales –el gobierno en pleno-; acompañados de un buen puñado de jueces; fiscales encabezados por su gran jefe; banqueros y algún que otro empresario estarían en la cárcel hace tiempo y sin la posibilidad de volver, por siempre jamás, a obtener un cargo político o  de gestión profesional en la vida pública.

Penas que cumplirían  en su totalidad, porque allí, a los golfos  condenados, no se les concede reducción de pena alguna.  Y, sin embargo, en España, los golfantes siguen sacando pecho; mintiendo, especulando, corrompiendo todo cuanto tocan, llevándose lo que no está en los escritos   -son ya todos casi multimillonarios-, carcajeándose y pitorreándose del engañado y sufrido pueblo trabajador que es el que los mantiene, al que  por si fuera poco, le hablan de “democracia consolidada”. Y ese es el país democrático al que el Rey está obligado a representar cuando sale al extranjero.      

En cierta ocasión me dirigí a su Majestad, en su calidad de Jefe Superior de nuestras Fuerzas Armadas, como ha sido dicho anteriormente. Especialmente, por el asombro que nos produjo a los ciudadanos corrientes,  el hecho de ver como un don nadie -un civil que el azar o los inconfesables caminos de la sucia política lo llevaron a ser ministro de Defensa-, tuvo la potestad y el descaro de arrestar  y relevar de su cargo a un General con más de cuarenta años de impecable servicio al ejército de nuestra Nación, por el simple hecho de haber leído un artículo de la Constitución. 

Cuando ese indigno ministro había dicho ya en una de sus múltiples y tediosas peroratas:

"Aspiro a decir cosas que tengan sentido común, y dije, y desde luego reitero, que yo no puedo sentirme molesto porque un militar coja la Constitución, la lea y la defienda. Que lo que me preocuparía es el militar que no quiere leer la Constitución porque está en contra de ella. Aquí en éste país nos ha preocupado siempre cuando los militares no han sido constitucionalistas. Pero claro, que los militares se declaren defensores de la Constitución, pues solo faltaría que les arrestara el Ministro de Defensa, por defender la Constitución, por defender la igualdad, por defender los valores constitucionales, !hasta ahí podíamos llegar¡"

Algo que olvidó, cuando acto seguido le impuso un correctivo al General Mena. Ministro -adalid del falso e insustancial discurso que viene lastimando la inteligencia del ciudadano español-, al que se le puede aplicar el anónimo: “más vale parecer idiota con la boca cerrada, que abrirla y disipar la duda”.  

Por cierto, siendo  tan dicharachero aún  no ha soltado prenda contra el insulto lanzado por un indeseable medio de comunicación catalán a las madres de los militares españoles. Ni contra el insulto de un político vasco cuando comparó a nuestros ejércitos con la banda terrorista ETA.

Y para más INRI,  el correctivo al general Mena fue impuesto por el ministro de marras a petición del Jefe del Estado Mayor de la Defensa; que, como es natural, será el mando militar de más confianza para él.

Y todo ello -en esto estriba el asombro-, el Jefe Superior de los Ejércitos permaneció callado a pesar de llevar en su bocamanga los dos bastones de mando y las cuatro estrellas de cuatro puntas que corresponde a la única categoría de Capitán General existente, que es la más alta graduación de nuestros ejércitos.

Vamos,  si yo fuera el Jefe Superior de los Ejércitos españoles, que cobraría por ello, te doy mi palabra de que ningún político quitaba o ponía a un general de ningún sitio. Te juro, querido Paco, que los cargos militares que han de mancharse obligatoriamente con el sucio roce político, por desgracia,  los nombraría o cesaría yo, por ser el jefe de ellos. Quiero decir, que se acabarían los cargos militares de confianza para los políticos. La confianza corresponde al pueblo, de la que yo sería el garante, por ser el jefe superior, insisto.

Tú sabes mejor que nadie, que los militares son hombres no troncos. Hombres que piensan y sienten, por tanto, no se les puede arrebatar impunemente el inalienable derecho de utilizar el intelecto para exponer sus opiniones, ya que en un Estado de Derecho la opinión no delinque. Sin olvidar que también pagan sus impuestos como cada quisque.

La expresión utilizada por los políticos de que los militares no pueden hablar porque tienen a su cargo las armas de la nación; como la de que en los países democráticos los militares no hablan nunca, son un par de golfadas más  de las suyas. Al militar que utilice las armas por su cuenta se le castiga y punto. Y si los militares de los países democráticos no hablan, es porque no lo necesitan. En esos países democráticos, cuando un político   delinque -caso excepcional-, va a la cárcel y se acabó su presencia en ningún quehacer público, in saecula saeculorum.

Y en España, cuando llegó la democracia los políticos y cargos públicos robaron miles de millones del erario público que no devolvieron jamás; asesinaron en nombre del Estado; enterraron a Montesquieu para que el poder ejecutivo sometiera a los poderes judiciales y legislativo; especularon, robaron a manos llenas y no pasó absolutamente nada. Y tanto es así, que algunos de ellos han repetido cargo público en la actualidad.

Ahora, en la actualidad, tenemos de presidente del gobierno a un desquiciado mental –las pruebas que está dando son evidentes- inútil total, lleno de odio y rencor, que pactó con los separatistas catalanes su mantenimiento en el poder a cambio de destrozar la Nación entregándoles todo lo que pidan incluido  la desaparición del idioma castellano en aquella región catalana; y si a continuación cede ante sus íntimos de la ETA, entregándoles la independencia de las provincias vascongadas –ese es el camino que tomó-; y si ha colocado ya a nuestra Nación dentro de la infamante política bananera mundial ¿quién puede sujetar tales barbaridades?

¿Quien puede poner coto a la sinrazón de un gobernante que nos lleva al abismo? ¿La justicia que tenemos con jueces para esto, jueces para aquello y jueces para lo otro?  ¿La fiscalía, con un Fiscal General a las órdenes caprichosas del presidente que le regaló el cargo?

La única institución  sana que le queda todavía a España, es el ejército; siendo la entidad que puede y debe sacar al ciudadano de las garras de un demente o de un indeseable personaje que lleva al país  a  la ruina, en  tanto los demás partidos políticos se llamen andanas.

¡Paco!, tú sabes de sobra que el ejército español no es golpista, como anda diciendo la basura política que nos saquea a los ciudadanos contribuyentes diariamente. Son ellos, esa inmunda canalla de ladrones y sinvergüenzas,  la que obliga a que el ejército se pronuncie como es su obligación constitucional. Porque, itero, es la última salvación del ciudadano. Desde luego, una vez cumplida la misión debe volver a lo suyo, a sus cuarteles a seguir prestando su siempre honroso y no bien apreciado servicio a la patria.

Aunque nada de lo dicho sería necesario si el Rey –emigrante de lujo que trajiste tú-, diera un par de puñetazos encima de la mesa. Quiero decir: que hiciera algo por el país que lo acogió, dándole cobijo. Y te lo digo porque tras recibir este escrito mío, así como otros de índole parecida, se despachó días atrás hablándonos de las muchas virtudes del Sr. Zapatero. ¡Ojú!

Para que no te aburras en el cielo te iré contando las múltiples batallitas de los políticos indeseables -todos- que sufrimos los españoles con el cuento de la democracia.

Como aprecio en grado sumo tus dotes y virtudes militares –ya te las recordaré en otro momento- recibe un siempre y eterno: ¡a tus órdenes!                                         


 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com