Entre Cristina y Hermann, me quedo con Cristina.
Por
Pablo Gasco de la Rocha. 24/11/2008.
Sé
que soy un radical, pero yo, que quieren qué les diga, entre una mujer
abandonada, compuesta y sin novio, y un tibio, justito de testosterona, siempre
me inclinare por la mujer, que es el caso que nos ocupa y preocupa. Por
eso, entre Cristina Almeida, la hija putativa de María Antonia Iglesias, la ex
concejala con el PCE y ex candidata a la presidente de la Comunidad de Madrid
por el PSOE, la fémina aplacada por el macho sudamericano con el que por fin
pude compartir mantel y cama, y este tal Hermann Tertsch, presentador del diario
de la noche en Telemadrid, tibio y justito de testosterona hasta decir basta, me
quedo con la rabanera comunista. Porque, aunque quiera quemarme a mi también,
si lo intentase la podría pegar un tiro cuando la viese venir de frente con la
tea. Sin embargo, el daño que hizo este tal Hermann la noche del día 20 de
noviembre es bastante difícil de reparar.
Y
es que, parece, al menos así lo ve nuestro amigo Hermann, que la quema de
libros y en general la intolerancia se dio no sé cuantos años antes de Cristo
en China, en Alemania durante el mandato de Hitler, en parte del mundo católico
al sentirse ofendido con una frase de los Beatles y en el mundo musulmán por la
condena a muerte que pesa sobre el autor de "Los versos satánicos".
Es decir, que ni en la Rusia comunista ni en la China de Mao ni en la Camboya de
Polt Tot, ni en la Cuba de Fidel ni en ningún otro punto caliente del globo se
han quemado más libros y se ha dado tanta intolerancia como en los sitios y por
los motivos que Hermann nos cito a modo de ejemplo máximo la noche del jueves
20 de noviembre.
Por
eso, entre una rabanera comunista incendiaria con los ojos saltones, pero bien
puestos, y un castrado con aspiraciones a dandy inglés, a nadie medianamente
serio se le pueden plantear dudas.
Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com