Bufones, canelos y monárquicos ...


Por Pablo Gasco de la Rocha. 03/11/2008.  


Las declaraciones de la Reina a Pilar Urbano, desmentidas por la Casa Real y por Ansón, que han despertado tanta controversia del lado de la izquierda por las razones que todos sabemos y unanimidad del lado de la derecha, nos ponen, pese a que algunos no lo vean, en la perspectiva del devenir de la Monarquía como forma de Estado en España, pues es desde la derecha de donde les viene el peligro a los reyes, tan felizmente aceptados por la algarada del discurso que ha venido y viene manteniendo la izquierda. Pese a todo, dichas declaraciones tampoco deberían sorprendernos, puesto que es bien sabido que la reina siempre ha pensado de distinta forma al Rey, y diametralmente distinta a lo que piensa el Príncipe y su esposa.  

Ahora, entonces, tras treinta años, la cuestión vuelve a estar equilibrada, pues ahora son las izquierdas quines querrán echarles y las derechas quines harán todo lo posible para seguir manteniéndoles. Una cuestión que a los incondicionales de Franco y de España nos debería importar muy poco por muchas elucubraciones que ahora hagan algunos al respecto del papel que puede seguir jugando la Monarquía en la grave inestabilidad e España.

De todas formas, y elevándome sobre la bronca que se ha montado, y que seguirá como cortina de humo conveniente para tapar los gravísimos problemas que padecemos, yo destacaría el conocimiento que los españoles hemos podido aprovechar de lo que la ex comunista Pilar Urbano nos ha trasmitido fuera de guión sobre doña Sofía de Grecia, señor de Borbón…

A saber:

Que la reina viene aguantando el "tirón" de Su Majestad Católica, su esposo, el rey Juan Carlos. Que la reina no cree ya en las verdades de la religión Católica y que tampoco es muy practicante, pues parece que está  muy cercana al Taoísmo y, sobre todo, al sincretismo religioso; esa arma letal con la que juega la Globalización como componente fundamental de la llamada New Age. Que la reina no ha sido capaz de aprender mucho, por no decir nada, de sus dos hijas, las Infantas, pero que esta aprendiendo mucho de Leticia Ortiz: una chica de clase baja, divorciada y con varias relaciones sentimentales en su haber, republicana y agnóstica antes de convertirse en la esposa de su queridísimo hijo don Felipe. Y finalmente, que la reina es incapaz de acertar en sus expresiones, pues llamar "monisimo" al abuelo taxista (que no al minero) de su nuera es de todo punto inapropiado.  

Mientras esto escribo, no sé si porqué es mi deseo sentido o porque realmente está ocurriendo, oigo voces de griterío que piden… ¡Qué se Vayan!


 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com