Carta a una víctima de ETA.
Por
Pablo Gasco de la Rocha.
18/10/2008.
Estimado
Iván:
Antes
de nada, y sin más preámbulo al uso, quiero que sepas que te acompaño en el
sentimiento por la perdida de tu padre, vilmente asesinado por la misma banda
que ininterrumpidamente viene actuando desde hace treinta años (y que yo tengo
como referencia los años de la muerte de Franco), y al que ya jamás volverás
a ver salvo en el Cielo. Y eso, si él ya se ha salvado (lo que deseo de todo
corazón) y tú, por tu parte, te salvas. Aunque esa sea otra cuestión, y desde
luego, la más importante.
Estimado
chaval, por mucho que me esfuerce en comprenderte no consigue hacerlo, pues
entiendo que tienes edad suficiente y la perdida ha sido demasiado grande para
que te sigas conduciendo con arreglo al guión establecido. Ese guión que
ininterrumpidamente han marcado todos los políticos de turno, y que
desgraciadamente ha sido adoptado como estandarte ignominioso por la mayoría de
la sociedad, incluso por los más perjudicados, los familiares de las víctimas.
Un guión intolerable que ninguna persona ha debido portar, y mucho menos si la
víctima, como es tu caso, tiene la condición de militar. Pero en fin,
todos sabemos como está el Ejército y el papel que ha venido jugando en este y
otros temas.
"No
se saldrán con la suya", parece que has dicho, al menos así lo reflejan
todos los periódicos… O más exactamente, "ETA no se va a salir con la
suya, nunca jamás". Frase que sin necesidad de hacer un ejercicio de
memoria suprema me retrotrae, casi sin yo quererlo, a la que dijo otro joven
como tú, el hijo de Francisco Tomas y Valiente cuando el cadáver de su padre
estaba todavía "caliente": "Sepan los terroristas que no han
conseguido nada".
Sois,
estimado Iván, una panda de aborregados estúpidos e inconscientes a los que la
Historia os pedirá cuentas. Pues ni vuestra condición de jóvenes -que actuará
como agravante de cargo-, ni mucho menos la de santos con la algunos
interesadamente tratan de investiros, se podrá alegar en vuestro favor. Porque
los santos, querido Iván, lo son, entre otras cosas, por haber tenido un alto
concepto y una dimensión real de la justicia, que es uno de los atributos de
Dios. ¿Te imaginas, estimado Iván, esa actitud de pusilanimidad que expresas
en san Pablo, el hombre que batalló por la causa de la Justicia, denunciando
todo lo que no se correspondía con ella y que finalmente fue mártir por
confesar su fe en Cristo? Yo tampoco.
¿Te das cuenta
qué por muy niño militar que seas le estás haciendo el juego a quienes
interesadamente tratan de sacudirse culpas y responsabilidades?
Estimado
Iván, esto es todo lo que pretendo decirte, y si esta carta llega a tu
conocimiento y la lees, te reitero mi más sentido pésame por tan irreparable
perdido, tu padre, cuya foto tengo ahora mismo encima de mi escritorio, como
hago siempre que trato de estos temas. Tu padre, estimado Iván, un hombre
joven, al que los terroristas han privado de sus ilusiones, de sus sueños y de
su vida. Una vida ya definitivamente truncada excepto para Dios.
De
todas formas, y pensando en ti, te dedico de antemano los dos próximo artículos
que, Dios mediante, tengo pensado publicar en esta misma Página en relación
con la banda de malhechores y su mundo circundante que ha matado a tu padre.
Fdo.:
Pablo Gasco de la Rocha
Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com