Lamentable entrevista en La Vanguardia


Otro esperpéntico libelo del pseudo historiador Preston.


Por Eduardo Palomar Baró. 29/05/2008.  


El viernes 16 de mayo de 2008, en la sección ‘La Contra’ de La Vanguardia, salió publicado un deplorable y lastimoso diálogo con ese orondo hijo de la Gran Bretaña, natural de la ciudad de Liverpool, donde nacieron cinco chicos, de los cuales (Los Beatles) se dedicaron a la canción y el quinto, a contar mentiras. Y es que el odio, el encono y la saña que exhibe el ‘rojo’ Paul Preston contra Franco y su régimen es digno de un estudio psiquiátrico.

Ese Preston actúa como lo haría un historiador oficioso de la Internacional Socialista y la Masonería, ya que esas son sus tendencias ideológicas e históricas, al margen si pertenece o no a una secta determinada.

Ha sentido una misteriosa atracción hacia la historia de España, a la que ha dedicado varios libros, verdaderos panfletos, sin ningún rigor histórico, plenos de interpretaciones erróneas, tergiversaciones, mentiras, inexactitudes, falacias, resentimientos y sectarismos, aunque hay que reconocer que han sido jaleados por el infinito número de papanatas carpetovetónicos.

Basta recordar aquel ladrillo de siete centímetros de altura, que publicó en Inglaterra en 1993 con el título Franco y que a los pocos meses apareció la edición española, con gran aparato propagandístico, con un curioso aditamento en forma de subtítulo: Caudillo de España, que el autor se guardó mucho de exhibir en lengua inglesa. Se trató de una argucia para captar lectores españoles entre los millones que todavía respetan a Franco, y que al ir comprobando el antifranquismo radical y grosero del ladrillo, se sintieron lamentablemente engañados, al creer que Preston ofrecía una biografía seria. En la quinta página ya estaban completamente decepcionados, pero el libro estaba ya pagado, aunque no lo siguieran leyendo. Como no podía faltar, el retorcido Luis María Anson se aprovechó para justificar su reconocido y enfermizo odio contra Franco, decidiendo exaltar en ABC la categoría de Preston como historiador, como posteriormente han venido haciendo todo los medios de comunicación “independientes”, entre ellos el rotativo barcelonés de los condes de Godó, siempre al lado del sol que más calienta…

Una sistemática desfiguración interesada de la historia dice muy poco a favor de su persona, máxime si esa se autodenomina historiador e hispanista. Quien tiene por oficio narrar la historia no debe ni puede escribir con la crispación del rencor sino con la serenidad del rigor y de la prudencia. A la hora de escribir o de dogmatizar con el pasado, hay que tener la conciencia objetiva de asomarse a su realidad, sin actitudes previas para la exaltación o la desfiguración. La historia debe escribirse de acuerdo con la verdad y no conforme a intereses partidistas. Por suerte sobreviven las hemerotecas y con ellas la posibilidad de calibrar el abismo que media entre declaraciones y conductas. Falsificando el pasado, directamente se falsea y compromete el futuro.

Ahora acaba de publicar, con una propaganda inaudita de todos los medios de comunicación izquierdosos, otro libelo titulado “El gran manipulador. La mentira cotidiana de Franco”, del que le hace publicidad La Vanguardia, mediante ese miserable interviú.

De entre la infinidad de badajadas, memeces, majaderías y boberías, escritas por ese sandio, resaltan las de que Franco “no fue el general más joven de Europa desde Napoleón, ni el artífice de la neutralidad española en la II Guerra Mundial, ni el arquitecto del crecimiento español de los años 60”. Eso sí, sin demostrar ni documentar nada.

“Detentó el poder a través del terror impuesto tras la guerra civil por su capacidad de manipular y torear a sus colaboradores y su habilidad para saber el precio de su silencio y por la suerte de un contexto internacional en el que británicos y norteamericanos difundían con pleno conocimiento las mentiras del régimen.

La única ‘cualidad’ de Franco, según ese gordinflón rojo, “es que tenía una gran capacidad de mandar al Ejército, además de no tener sentimientos”. Se mantuvo en el poder “al aprovechar el contexto internacional derivado de la Guerra Fría y el anticomunismo feroz de las potencias occidentales”. ¡Ahí se te ve claramente y sin ambages el plumero, Paul! Según ese mindundi, “Franco no ayudó para nada a los judío…”

De los argumentos esgrimidos por el llamado ‘historiador e hispanista’, Franco debía de ser tonto del todo, ya que no hizo, tras más de 36 años en el poder, nada bien ni por casualidad.

Hay que ser cretino para tildar a Franco de mediocre. Y es que la miseria moral del de Liverpool es inabarcable. A todo ello hay que sumarle su gran valentía y arrojo británico, al escribir con esa bilis y odio sobre una persona que no se puede defender, y encima en tono insultante.

En la mencionada entrevista, Preston, entre otras muchas necedades, llega a manifestar que cuando llegó a España en 1969 “las callejuelas aún olían a ajo y aceite frito y a otros mil olores inolvidables”. Y es que este a este refinado ‘Míster’ tampoco le gustaba el ambiente callejero de la ‘terrible’ dictadura franquista. Será que sus ‘street’ y sus ‘square’ siguen oliendo, aún actualmente, a curry, ‘mix spices’ e insufribles adobes empleados por los súbditos ‘colonialistas’ de su Graciosa Majestad y desde luego lo menos parecido a los aromas de ‘Chanel nº 5’ y ‘Molineux’…

No diga más asnerías, ya que España –en aquellos años ya figuraba como la novena potencia mundial– ha dado, y sigue dando ‘sopa con ondas’ gastronómicamente, a pesar de las ‘desdichadas fragancias’, a la pobretona cocina de las Islas, una de las peores del continente europeo.

No siga incordiando a España y a los españoles con sus aventuras del TBO, fruto de las fantasías de su cerebro con connotaciones psicóticas, y dedíquese, por ejemplo, a la cría del canario, a la caza del zorro, al críquet o a hurgar en la turbulenta y vergonzosa historia de Gran Bretaña, donde tiene suficiente materia para investigar, como los escalofriantes reinados de Enrique VIII, de Isabel I con sus amigazos los piratas Francis Drake y Walter Raleigh, a los que ennobleció otorgándoles el dictado de ‘Sir’. A los innumerables personajes que los ‘hospedaban’ en la Torre de Londres para luego ser decapitados, entre ellos Tomás Moro y Juan Fisher, por el grave delito de no aceptar al monstruo Enrique VIII como cabeza de la iglesia.

Un buen tema tiene en nuestra reciente historia el bombardeo asesino de Dresde, siendo el máximo responsable de esta cobarde y repugnante masacre el demócrata Winston Churchill, junto al mariscal del Aire Arthur T. Harris, conocido como “Bombardero Harris” y “Carnicero Harris” por sus tristemente famosos ‘raids millenium’, consistentes en oleadas de miles de bombardeos que durante días y noches arrasaron las ciudades alemanas en los últimos días de la II Guerra Mundial.

Ambos no se disculparon ni mostraron el más mínimo pesar, y así Churchill comentó: “Ahora todo el mundo lo hace” en referencia a la matanza deliberada de civiles, añadiendo, con gran cinismo: “Es simplemente una cuestión de moda: como los vestidos, que en ciertas épocas se llevan cortos, en otras largos”.

La única verdad que dice en la lamentable entrevista de La Vanguardia, es que está “casado hace 28 años y el mérito es de ella, una gran psicóloga”.

Por último, manifestarle que para un buen clínico, su facies sui géneris, detecta la turbulenta personalidad que posee.


 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com