Calvo Sotelo, o el encaje de bolillos.
- las cosas en su sitio -
Por
Pablo Gasco de la Rocha.
14/05/2008.
Tras
los fastos del 2 de Mayo, donde se ha especulado y simulado a mayor gloria del
sistema, ahora les llega como bajada del Cielo -nunca mejor dicho-, la muerte de
quien fue presidente del Gobierno tras la dimisión de Adolfo Suárez. Una
muerte, la de Leopoldo Calvo Sotelo, que salvo a su familia, no ha causado más
sensación que la lógica y serena aceptación de la perdida de una persona de
ochenta y dos años. Aunque algunos traten de llevar este sentimiento hasta una
"profunda conmoción en la sociedad española".
Adusto,
escasamente popular (hoy apenas se le recordaba), con apenas cintura política
y frío, fue uno de los principales artífices de aquella etapa que fue la
Transición, ejerciendo la presidencia del Gobierno en un tiempo especialmente
difícil, caracterizado por una crisis económica-social-política gravísima y
la ofensiva de la izquierda. Crisis que, unidad a la descomposición de UCD,
dibujaba un panorama muy problemático que el 23-F no hizo más que acentuar.
Con
apenas tiempo de maniobrabilidad, escasamente tuvo dos años, el gobierno de
Calvo Sotelo determinó su acción política sobre dos cuestiones prioritarias:
Las negociaciones que conllevarían la entrada de España en la OTAN, que los
Gobiernos de Suárez, anti atlantistas, no habían siquiera iniciado. Y la
apertura de la verja de Gibraltar que Franco había cerrado como medida de presión
para su devolución por parte de Inglaterra, contribuyendo a crear el status quo
del que hoy goza la Roca de los monos: ser paraíso fiscal para la evasión
de los capitales de Europa y nido de mafias. Sin resolver, antes al contrario,
el gravísimo problema del terrorismo marxista de ETA y GRAPO, pues, bajo su
presidencia, ambos grupos mataron a más de 100 compatriotas nuestros.
Sin
embargo, lo que marca su indudable categoría política para el sistema
por encima de otros cuestiones, es que bajo su mandato se juzgó por segunda vez
y en instancia no competente a su fuero, a los militares protagonista del 23-F,
al recurrir las sentencias que el Tribuna Superior de Justicia Militar les había
impuesto tras haberles juzgado, sentenciado y condenado. Lo que hace que hoy, el
PSOE se deshaga en elogios hacia su persona, pese a que en su día fuera objeto
de mofa y burla.
Con
Suárez desmemoriado para siempre y pletórico de impulsos cainitas no resueltos
el señor "X" (Felipe González), la muerte de don Leopoldo Calvo
Sotelo nos introduce de lleno en lo qué realmente fue la Transición, una etapa
aciaga y suicida que deviene en la España que hoy soportamos y padecemos,
constituida sobre tres pilares. A saber: una desmemoria absoluta de nuestro
pasado más reciente que nos quedo sin referentes aleccionadores, un impulso
revanchista y revolucionario hecho a golpe de algarada, y el imposible de
ajustarse a la lógica política que la Nación demandaba. Que fue el drama
particular y personal del anciano político fallecido. Pues para él, y como dejó
escrito, la Transición debería haber sido: "Un referente aceptable
para todos los españoles sobre el que asentar el futuro con los necesarios
ajustes no esenciales".
No
seré yo quien le escamotee su voluntad de convivencia y su esfuerzo de
encuentro entre todos los españoles, esas dos actitudes que quedaron
definitivamente resueltas tras los cuarenta años de paz y prosperidad de la Era
de Franco, pero lo que no deja de ser una desvergüenza, es que dijera, por
mucho que lo tomará de un filósofo castrati, Julián Marías, que "no
se debería estar ni con los justamente vencidos en la guerra civil ni con los
injustamente vencedores de ella".
Ha muerto Leopoldo Calvo Sotelo, Procurador en las Cortes de Franco, Director general de la Unión Española de Explosivos, S.A, Presidente de Renfe, ministro de Comercio, ministro de Obras Pública, ministro sin cartera de Relaciones con las Comunidades Europeas, Presidente del Gobierno, miembro de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y del Parlamento Europeo, Consejero de Estado, Consejero de Administración del Banco Hispano Americano... y miembro de un partido abortista (PP), y entre sus manos inertes y frías alguien ha colocado un Rosario... ¡Piedad, perdón y misericordia, Señor! Descanse en paz.
Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com